La Batalla de San Jacinto fue el tiro de gracia al corazón del filibustero aquella mañana del domingo del 14 de septiembre de 1856. Una mezcla de factores convirtió en inmortales de la historia a los 160 efectivos, entre ellos 60 flecheros, que componían el hidalgo cuerpo de patriotas que representaban al Ejército del Septentrión que comandaba el General José Dolores Estrada para vencer a los 300 filibusteros que bajo las órdenes de Byron Cole servían al proyecto esclavista de William Walker.
Aquel episodio es más que memorable porque frente a la sobrada fusilería invasora y superioridad numérica del filibustero la dignidad de los nuestros y las genialidades estratégicas, compensaron la falta de municiones con la inducida estampida de caballos que supusieron la llegada multitudinaria de refuerzos y junto al efecto sicológico la determinación de pelear a culatazos, golpes, y hasta con las piedras de Andrés Castro, cada pulgada que fue arrebatada al enemigo de nuestra libertad.
La batalla de San Jacinto es una epopeya solo digna de la casta de la nacionalidad que nos cobija a nosotros los nicaragüenses y fue la llave de la gran victoria de aquella Guerra Nacional que tenía por fin acabar con las pretensiones de un abusivo norteamericano que se nos había declarado Presidente, y en su arrebato de locura, hasta la esclavitud.
El Movimiento Liberal Constitucionalista Independiente 165 años después de aquella gesta rinde homenaje a los patriotas, a los héroes y a los que con la sangre derramada hicieron posible un presente como el de hoy que indica que nuestras batallas son para romper las cadenas del odio y de la pobreza que aun atrapan a quienes por resentimientos injustificados niegan a Nicaragua el anhelo de avanzar más rápido a la paz de su futuro.
Hoy el filibusterismo inducido por el arrogante imperio norteamericano no cesa en sus pretensiones neo colonialistas y para sus efectos utiliza a sus marionetas que carentes de autoridad moral, con gigantes déficit morales y políticos en la sociedad de sus estados quieren imponernos los modelos oprobiosos que atan a sus pueblos a la miseria y a la exclusión y con los cuales Nicaragua rompió definitivamente desde una posición muy nacionalista que hoy conmemora el bicentenario de la independencia centroamericana siendo un ejemplo consumado de honor, de soberanía y de libertad plena.
El MLCI abraza el profundo significado de la Batalla de San Jacinto con el corazón patriota que identifica a la inmensa mayoría de los nicaragüenses que aprendidos de la historia, queremos vivir en armonía plena para juntos vencer, bajo el espíritu de la reconciliación, todo obstáculo que niegue el derecho legítimo de una Nicaragua próspera y en victoria que es precisamente lo que el ensoberbecido imperio norteamericano y sus lacayos nacionales pretendieron arrebatarnos con el fallido golpe de estado de 2018 ante la imposibilidad de alcanzarlo por la vía constitucional que consagra los procesos electorales como medio único para hacer efectiva la alternabilidad en el poder.
A 165 años de la Batalla de San Jacinto somos parte de un proceso irreversible de reivindicaciones, de conquistas, de transformaciones profundas dentro de una verdadera y auténtica independencia que haciendo propio el pensamiento de Benito Juárez proclama que “El respeto al derecho ajeno es la paz” y que basados en esa máxima queremos una amplia relación con el mundo, pero no con aquellos que abusivamente nos quieren imponer los caprichos que dicta el que se autoproclamó el policía del planeta tristemente para convertirse en el enemigo de la humanidad.
Dado en la ciudad de Managua, Nicaragua a lo doce días del mes de septiembre de 2021.
Secretaria de Prensa, Divulgación y Relaciones Públicas.
Movimiento Liberal Constitucionalista Independiente.
Nota de Prensa
Licenciado en Comunicación Social, egresado de la UNAN-León con especialización en Comunicación Digital Estratégica.