Mi fascinante travesía hacia China: Descubriendo un nuevo mundo

Imagen Multinoticias / Periodista de Multinoticias, Canal 4, María Noelia Aráuz en Beijing, China.

CHINA / Cada día, como periodista, recibo innumerables noticias y acontecimientos, pero hace poco recibí una noticia que me dejó sorprendida y emocionada: ¡existía una posibilidad de viajar a China! Como periodista matagalpina, la idea de regresar a Asia llenó mi corazón de alegría. Una vez que tuvimos la fecha de salida, el tiempo comenzó a correr, y la emoción no dejaba de aumentar.

El lunes 24 de julio, por bendición divina, tuve la dicha de compartir esta maravillosa experiencia con mi colega periodista, Verónica, del canal 8. Nos despedimos de nuestras familias con nostalgia, pero también con una inmensa expectativa por conocer el gigante asiático.

Completamos formularios y otros registros antes de viajar a Panamá para gestionar la visa en la embajada de la República Popular China. Aunque estábamos lejos, nos mantuvimos comunicándonos con nuestras familias y amigos, eso era lo más importante para nosotros.

PRIMERA PARADA PANAMÁ

El viaje inició en Panamá, un país que tuve la oportunidad de conocer durante esta travesía. Desde la capital panameña, nos acompañó siempre la embajadora de Nicaragua, compañera Consuelo Saldoval.

Panamá nos deslumbró con sus edificios, pistas y tráfico, mientras el majestuoso Océano Pacífico nos rodeaba. Al día siguiente, fuimos a la embajada para entregar los documentos, pero nos notificaron que el proceso se retrasaría y debíamos esperar hasta el miércoles. Con calma, aprovechamos el tiempo para explorar la ciudad junto a nuestra excelente anfitriona.

Visitamos Panamá Viejo, recorrimos el casco antiguo y la zona de Amador, donde inicia el famoso canal de Panamá. Estaba agradecida por conocer más, aprender y apreciar la historia de este lugar.

Finalmente, el miércoles volvimos a la embajada, y para nuestro alivio, ya teníamos nuestras visas. El vuelo estaba programado para la tarde, así que, por la mañana, nos aventuramos a conocer las esclusas Pedro Miguel, admirando su estructura imponente y el trabajo del personal del canal.

Afortunadamente, pasó un barco con cientos de contenedores, lo que hizo que la experiencia fuera aún más emocionante. Luego, pasamos por el Puente de las Américas, disfrutando de una hermosa vista panorámica. Para cerrar la mañana, nos detuvimos en un mirador relacionado con nuestro viaje final, donde encontramos un monumento que conmemoraba los 150 años de la presencia de China en Panamá.

EL LARGO VUELO HACIA EUROPA

Llegó la tarde y estábamos en el aeropuerto, listas para abordar. A pesar de viajar en una prestigiosa aerolínea internacional, los nervios invadieron mi mente y, aun con el cansancio, me fue complicado conciliar el sueño durante el primer vuelo de 10 horas.

La cena, películas y la información de vuelo en la pantalla fueron una distracción mientras me estiraba para descansar mis piernas. Qué maravilla descubrir que el avión de KLM ofrecía wifi gratuito para enviar mensajes de texto y así mantener a mi familia informada de cómo marchaba todo. La distancia hasta Ámsterdam, Holanda, fue de 9 mil 234 kilómetros, y al ver el amanecer, agradecí a Dios por esta grandiosa oportunidad de viajar y por todo lo que estaba por experimentar.

Finalmente, llegamos al aeropuerto de Ámsterdam, donde nos encontramos con dos colegas de Colombia y Perú que también viajaban al mismo programa en China. Nos apoyamos y acompañamos mutuamente durante la espera y los cambios de puerta antes de emprender el segundo vuelo largo de otras 10 horas atravesando Europa. Dormí apenas una hora, pero una vez más, ver el amanecer me llenó de energía y entusiasmo. Al fin, aterrizamos en Beijing el viernes 28 a las 9 de la mañana.

LOS RETOS AL LLEGAR A CHINA

Los trámites y el idioma se convirtieron en pequeños retos superados gracias a la colaboración entre los cuatro colegas. Por fin, al pisar tierra, sentí un gran alivio y gratitud hacia Dios.

El personal del programa de capacitación en Beijing nos esperaba y, tras un viaje en microbús de una hora, llegamos al complejo diplomático. La ciudad era inmensa, con superestructuras, carreteras, árboles y edificios que me dejaron asombrada.

Los funcionarios que nos recibieron fueron extremadamente amables, y nos explicaron los detalles del programa, hicimos los registros necesarios, compramos un chip chino, entregamos las llaves del apartamento y compartimos una deliciosa sopita de fideos para saciar nuestra gran hambre.

LA CALIDEZ DEL PUEBLO CHINO

A pesar del cansancio acumulado por el largo viaje, no podíamos esperar para empezar a explorar la ciudad. El sábado por la mañana, salimos con otros colegas a explorar a pie. Por las calles, encontramos pequeños restaurantes, tiendas y gente amable que nos recibía con sonrisas.

Aprendí dos palabras clave: «hola» y «gracias», lo elemental para comunicarnos en la ciudad. Por la noche, recibimos la grata visita del embajador de Nicaragua en China, Michael Campbell, su familia y otros funcionarios de la sede diplomática.

Fue un encuentro lleno de hermandad y alegría, compartir sobre el viaje y hablar sobre la experiencia en China nos llenó de emoción. Intercambiamos contactos para mantenernos siempre en comunicación.

En resumen, este viaje a China ha sido un sueño hecho realidad. Me siento agradecida con Dios por esta grandiosa oportunidad de conocer y aprender más sobre este país hermano que se desarrolla en paz.

Estoy lista para aprender, conocer y contar más sobre China, su gente, su cultura, su industria y su tecnología. Esta experiencia ha abierto mi mente y mi corazón, y estoy ansiosa por lo que está por venir en esta travesía por el gigante asiático.

¡Que comience la aventura!

Esta entrada fue modificada por última vez el 31 de julio de 2023 a las 10:04 AM