Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •
Una de las cosas que más me fascinaron de la histórica ciudad de Managua, fue sin lugar a dudas el calor y la vivacidad de su gente, su certificado para crear amistad de una manera inmediata y darle al ánimo mucha secuencia, de querer y cotejar lo que ha firmado en los libros de la historia y que es ser originales, auténticos y sonrientes y tener siempre la complexión de un país lleno de historias que legalizan el encanto y en el mantenimiento de la victoria proletaria.
Conocer Managua, fue una de las cosas más inolvidables que mexicano alguno pueda entender y tenía que llamarse Santiago de Managua, en honor al Gran apóstol y cuya insignia y humilde ciencia, le dio la filantropía y el hito industrial, de los artistas y de un pueblo polifacético y magnánimo, emprendedor y bullanguero, tenaz y cuerdo, una Managua que ríe y llora, goza y aguanta de melancolías y leyendas increíbles.
Santiago de Managua para mí, fue reconocer el escudo y el título de una ciudad que las asambleas legislativas, el senado y la cámara de representantes, constituidos en una inmensa solemnidad, establecieron que se publicara el 24 de julio de 1846, el decreto y el título de leal Villa de Santiago de Managua y con el derecho inalienable de gozar de las prominencias de ser un ayuntamiento formado por alcaldes ordinarios y regidores.
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Entendí inmediatamente que esa ciudad con tan buena vibra de tener al apóstol Santiago, como su santo titular y los ornamentos, Iglesias, donde el pueblo depositara su fe, así como pronosticar que siempre sería una ciudad que por todos lados se asoman las imponentes montañas y los majestuosos volcanes, lagunas y parques, donde serían testigos de revueltas y terremotos y de los cimientos que incluyeron el sacrificio para ser una ciudad llena de poetas y guerrilleros, humanistas, doctores y curanderos, extranjeros y mujeres bellas y relucientes.
La primera impresión fue haber sido recibido por la ministra de la juventud y por el personal juvenil de la cancillería de relaciones exteriores que me dieron un trato animoso y obsequioso, para que pudiera desplegar mi visión, relacionando el clima, la apertura y la seguridad en sí mismo como narrador a nivel general y que mi sueño se cumplieran al conocer gente muy cálida y con el debido cotejo de todo lo que es posible para evitar la Perfidia y la habladuría y ponerse de parte de la verdad de una Revolución juvenil que transformó las conciencias de un continente y de una región florida con deseos de justicia y no de dádivas o del prestigio sin fondo ni forma.
Llegué con 24 horas sin haber dormido y después de los protocolos, acudí a compensar que mi cuerpo pudiera entrar en la sensatez y ya restablecido inmediatamente, fui al comedor donde numerosos invitados se servían las viandas que la variedad de la comida nicaragüense ofrecía a los comensales e invitados especiales y con toda prudencia, fui a una mesa donde a los pocos minutos, dos personajes a mi lado, silenciosos y prudentes y cuál va a ser mi sorpresa que iniciamos una plática que terminó en un hermoso recorrido que me llenó de mucha paciencia y esperanza de lo que realmente es el pueblo nicaragüense.
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Ambos personajes tenían 40 años de no haberse visto, pues los dos estudiaron en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en la prestigiosa Universidad mundial Patricio Lubumba y yo les dije, seguida la plática, que tenía muchas ganas de probar la cerveza nicaragüense y que el cónsul en Matehuala me había informado con detalle que su nombre es Toña y que debía aprobarla, para entender el trance y la columna del pueblo trabajador y sus acontecimientos que domina después de una jornada laboral y de la fiesta del entorno familiar y entonces ellos aceptaron mi invitación y viajamos en los famosos colectivos y buses urbanos y sintiendo la actitud optimista y cognoscitiva y positiva y sin preocupaciones de la clase Obrera nicaragüense.
De inmediato llegamos a la zona donde están los lagos más impresionantes, en el pleno centro histórico de la hermosa Managua y llena de noticias y de grandes oportunidades para que mis sentimientos escucharan la voz de ambos personajes, todo se redujera a que la realidad es una hermosa fantasía, que puede uno comprobar sin miedo a exagerar , a tener el optimismo , la tranquilidad de que es un pueblo con grandes esperanzas y resultados , fuera de la usura, la desilusión, el inconveniente afectivo, la crítica injusta, los grandes conflictos políticos y sociales.
Ya de noche, les dije a ambos que necesitaba tomar una de mis pastillas para la presión arterial, pero el colombiano empezó a decirme que mediante la respiración y la distracción, bien podría yo planificar mi estado de ánimo, manteniendo la calma y fijándome en los detalles para construir una visión al segundo gran día en la hermosa Managua y los festejos de una revolución que se propuso conseguir todo el periodo de dicha de honores y de dinero y de grandes satisfacciones personales para su pueblo y anular cualquier clase de influencias que fuesen negativas en la gran marcha de su destino y los acontecimientos inesperados.
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En mi trayecto de Nicaragua hacia las selvas colombianas en búsqueda del mexicano potosino Juan Pérez Herrera,- luego de estar más de 30 años internado en esas paradisíacas zonas del mundo- el colombiano me ayudó mucho a restablecer mi salud en la fría Bogotá – en la zona bruja de Boyacá vi cosas insólitas, escuché lo horrendo, lo mágico, los ríos y arboles parlantes-y sintiendo que ese provechoso viaje haría un acto de generosidad de encontrar a esa autoridad cultural en mi vida y de sentir, que ese periodo de abundancia, realizaba con éxito la celebración de construir una crónica acertada y un viaje realmente inmemorial.
Los siguientes días en Nicaragua fue un mar de entrevistas y conocimientos de la población nicaragüense a nivel nacional y amplié mucho las experiencias y tuve la fe de organizar mejor La crónica, siempre acompañado de la dirección del cineasta Adrián Carrasco y de la gentileza de la cancillería de relaciones exteriores, para que tuviéramos el encuentro con periodistas palestinos y con autoridades de países ,que tienen una equivalencia histórica con la revolución nicaragüense ,su observancia en el objetivo de ser siempre capaces, transitando las lecciones y dando detalles pormenorizados de lo que se enfrenta las lecciones de una Revolución contundente y tangible en un ciclo educacional y popular.
Celebro los días que estuve en Managua conociendo a su población y su gran calendario religioso y Cívico, sus mercados, sus barrios y sus embajadas, porque siempre he sido muy curioso y respetuoso de las iniciales que deletrean esta gran ciudad, que se ha sido designada por mi proporción de cronista, como una de las ciudades más bellas del continente, uno de los estados nacionales y países más impresionantes del mundo que es ejemplo de una gran felicidad que se transmite y se concreta en aceptar la dificultad, la evolución y el sendero de su inigualable destino.
Esta entrada fue modificada por última vez el 6 de julio de 2024 a las 1:42 PM