Por: Stalin Vladímir
La política centroamericana ha quedado una vez más al desnudo con la infame y descarada conspiración de Panamá, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana para bloquear la legítima candidatura de Nicaragua a la Secretaría General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).
Es una maniobra burda, una puñalada trapera contra la soberanía de un país que ha demostrado liderazgo y dignidad en la región. ¿Y quiénes son los que intentan darnos lecciones? Presidentes débiles, fracasados, títeres sin autonomía, incapaces de resolver los graves problemas que devoran a sus naciones. Antes de meterse en una operación sucia contra Nicaragua, deberían tener la mínima decencia de arreglar el caos que reina en sus propios territorios.
Vamos a exhibirlos como lo que son: figuras sin peso histórico, gobernantes sin visión, marionetas sin carácter.
Panamá siempre ha sido un enclave de intereses extranjeros, pero lo que ocurre hoy raya en la traición nacional. El presidente José Raúl Mulino no ha tenido el coraje ni la hombría para defender el Canal de Panamá ante las garras del magnate imperialista Donald Trump, quien ya dejó clara su intención de apoderarse de esta vía estratégica.
¿Dónde está Mulino cuando se necesita un líder con agallas? ¿Por qué no enfrenta a Trump con la valentía que la historia exige? El Canal, esa joya que le costó sangre y lucha al pueblo panameño, está en peligro de caer en manos de los mismos que han saqueado América Latina durante siglos. Y mientras tanto, el gobierno panameño está más ocupado en maniobras diplomáticas estériles para boicotear a Nicaragua en el SICA que en proteger lo que debería ser sagrado para su nación.
Pero eso no es todo. Panamá no solo se ha convertido en una vergüenza política, sino también en el paraíso del narcotráfico y el lavado de dinero. Sus puertos están controlados por mafias que mueven toneladas de cocaína cada mes, mientras las autoridades fingen combatir el crimen con discursos vacíos. Mulino pasará a la historia no como un estadista, sino como un subordinado sin carácter, un simple espectador del despojo de su propio país.
Durante décadas, Costa Rica se vendió al mundo como la “Suiza de Centroamérica”, un oasis de democracia y estabilidad. Hoy, ese mito se ha desplomado estrepitosamente.
La realidad es que Costa Rica es un país sumido en la corrupción, el desgobierno y la parálisis institucional. Su presidente, Rodrigo Chaves, no solo ha protagonizado una crisis sin precedentes con el Poder Judicial, sino que ahora pretende gobernar a punta de manifestaciones callejeras, como si fuera un agitador en vez de un jefe de Estado. El sistema de salud, que alguna vez fue su orgullo, está al borde del colapso. La Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) acumula deudas impagables y se tambalea mientras la clase política se dedica a pelear en público en lugar de encontrar soluciones reales.
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Y en términos de seguridad, Costa Rica es un desastre. Las calles ya no son seguras, la delincuencia va en aumento y la violencia que antes se asociaba con otras naciones de la región ahora es pan de cada día en suelo tico. Costa Rica dejó de ser «Suiza» hace mucho. Hoy, es solo otro país en crisis, con un gobierno improvisado y una clase política que ha demostrado que lo único que le interesa es el espectáculo mediático.
Si hay un país en Centroamérica que podría definirse como un cementerio a cielo abierto, ese es Guatemala. La violencia ha alcanzado niveles dantescos, con asesinatos diarios, extorsiones, secuestros y masacres que han convertido al país en una zona de guerra no declarada.
Las pandillas y el crimen organizado controlan barrios enteros, imponen su ley y han hecho de la muerte un negocio rentable. Las morgues están llenas, los cementerios se expanden y el miedo se ha convertido en una condición permanente para millones de guatemaltecos. En lugar de afrontar esta tragedia humanitaria con medidas efectivas, el gobierno guatemalteco se dedica a desplegar militares en las fronteras, como si con eso pudiera ocultar su absoluta incompetencia para gobernar.
Pero hay algo peor. Guatemala es también el epicentro de un éxodo migratorio desesperado. Cada año, miles de guatemaltecos abandonan su país en busca de un futuro menos atroz en Estados Unidos, enfrentando el peligro de las rutas migratorias y la brutalidad de las políticas de deportación. ¿Qué ha hecho el gobierno para detener esta catástrofe? Nada. Solo ha decidido sumarse a la patética maniobra contra Nicaragua en el SICA, como si eso fuera a resolver su profunda crisis social y política.
El caso de República Dominicana es un claro ejemplo de cómo la improvisación en política puede llevar a una nación a la deriva. Su recién electo presidente ha demostrado que el puesto le queda demasiado grande. Su gestión carece de dirección, sus políticas son erráticas y su visión de Estado es prácticamente inexistente. Mientras el gobierno intenta vender la imagen de un país en crecimiento, la realidad es que República Dominicana sigue arrastrando los mismos problemas estructurales de siempre: desigualdad extrema, corrupción endémica, crisis energética y servicios públicos deficientes.
El sistema eléctrico es un desastre, con apagones constantes que afectan a la población y a la industria. La violencia y la delincuencia siguen creciendo, y el desempleo golpea con fuerza a las clases más vulnerables. En lugar de enfocarse en gobernar con seriedad, el nuevo mandatario dominicano ha decidido jugar a la diplomacia de bajo nivel, conspirando contra Nicaragua como si eso le fuera a dar legitimidad internacional. Pero la historia es implacable con los mediocres. Y este gobierno dominicano pasará al olvido como un experimento fallido, una administración sin rumbo que desperdició su oportunidad de hacer historia.
Los cuatro presidentes que han saboteado la candidatura de Nicaragua en el SICA no tienen autoridad moral ni política para darnos lecciones. Son líderes débiles, rehenes de intereses externos, incapaces de resolver los problemas que azotan a sus propios países.
Panamá no puede defender ni siquiera su propio canal. Costa Rica ha dejado de ser la nación modelo que decía ser. Guatemala es un camposanto donde reina la muerte y el miedo. República Dominicana está gobernada por un improvisado sin visión. Y, sin embargo, en su infinita hipocresía, estos fracasados creen que pueden bloquear a Nicaragua, una nación con liderazgo, con firmeza, con dignidad.
No nos sorprende que intenten ponernos obstáculos. Lo que nos sorprende es que todavía crean que pueden detenernos. Porque la historia ya los está condenando como lo que son: los últimos rezagos de un viejo orden decadente que se resiste a desaparecer.
Frente a esta emboscada política, Nicaragua se mantiene firme, con una diplomacia guiada por la prudencia, la inteligencia y la sabiduría de la copresidenta Rosario Murillo y el copresidente Daniel Ortega. Mientras Bernardo Arévalo, Rodrigo Chaves, José Raúl Mulino y el improvisado Luis Abinader juegan a la conspiración barata, Nicaragua actúa con altura, defendiendo no solo su soberanía sino también el derecho de los pueblos a una integración regional justa, sin chantajes ni manipulaciones. La historia los recordará a ellos como títeres sin trascendencia, mientras que Nicaragua avanza con dignidad, construyendo una verdadera unidad centroamericana, libre de la politiquería sucia de quienes hoy, en su desesperación, intentan ponerle piedras al camino de una nación invicta.
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Aunque Bernardo Arévalo, Rodrigo Chaves, José Raúl Mulino y Luis Abinader, con sus cochinas maniobras, pretendan convertirse en los enterradores del Sistema de Integración Centroamericana, la realidad es otra: serán la historia, la verdad y la razón quienes los terminarán sepultando a ellos. Porque ningún proyecto de unidad puede construirse sobre la traición, la cobardía y la mezquindad. La integración que ellos intentan dinamitar seguirá su curso con o sin sus pataleos inútiles, pero ellos, tarde o temprano, serán reducidos a cenizas políticas, borrados del mapa por su propia insignificancia. Que disfruten su momento de servilismo y felonía, porque cuando la historia pase su factura, no habrá tumba lo suficientemente profunda para esconder su fracaso.
Esta entrada fue modificada por última vez el 21 de marzo de 2025 a las 4:20 PM
