Sí, es cierto que los Indios de Cleveland son ahora uno de sólo seis equipos que dejaron escapar una ventaja de 3-1 en la Serie Mundial, y apenas el cuarto club en no aprovechar dicha ventaja con los dos últimos juegos celebrados en casa.
Pero todos aquellos que tuvimos la dicha de ver el Juego 7 de la Serie Mundial el miércoles por la noche – y seguramente fuimos decenas de millones de nosotros- recordarán los atributos que no se reflejan en las estadísticas. Recordaremos cómo la Tribu, en su dolorosa derrota 8-7 en el Progressive Field que se fue a extrainnings, siempre peleó y nunca se dio por vencida en contra de un equipo de los Cachorros que tuvo que esperar 108 años y un poquito más para ganarlo todo.
Ya sea con Rajai Davis alcanzando ese lanzamiento del cerrador cubano Aroldis Chapmanpara colocarlo del otro lado de la cerca por el jardín izquierdo y empatar el juego de manera dramática, o el puertorriqueño Francisco Lindor haciendo un gran esfuerzo hacia su izquierda para atrapar un roletazo y sacar el out ya internado en el jardín central, o Davis dando la cara de nuevo con un sencillo productor que puso la carrera del empate a bordo en la parte baja de la 10ma, los Indios hicieron sudar a Chicago.
«No pudimos haber tenido una serie más entretenida y reñida que ésta», dijo el timonel de los Cachorros, Joe Maddon.
Hay que darle crédito a los Cachorros por haber remontado un déficit de 3-1. Ese equipo lució increíble, especialmente bajo la presión de ponerle fin a una sequía de más de un siglo.
Pero también hay que darle crédito a unos Indios cortos de personal que contra todos los pronósticos hicieron de este Clásico de Otoño uno de los más parejos de la historia.
Cada una de las dos escuadras anotó 27 carreras en la Serie Mundial, la cual se alargó hasta el séptimo juego. Y ese séptimo juego se alargó hasta la 10ma entrada.
Sí, así de pareja estuvo.
Este equipo de los Indios se armó con un modesto presupuesto y un extenso reporte de lesiones. La nómina de la Tribu no se compara con la de Cachorros, que es casi el doble, además de haber llegado a la Serie Mundial con solamente dos abridores en salud y en plenas facultades (Corey Kluber y Josh Tomlin), uno de los cuales (Tomlin) fue removido de la rotación por un breve período a finales de agosto.
La recompensa para Cleveland por haber llegado hasta esta instancia fue haberse puesto al tú por tú con un gigante que ganó 103 juegos y cuya adversidad real (la pérdida en el arranque de la temporada regular de su cañonero Kyle Schwarber) se revirtió con el extraordinario desempeño de Schwarber en la Serie Mundial tras su regreso de una operación en su rodilla izquierda.
Y mientras que podría ser fácil para cualquier fanático imparcial o un aficionado de hueso colorado de los Cachorros burlarse de los Indios por haber desaprovechado tan cómoda ventaja, démosle crédito a esta escuadra de la Tribu por lo que realmente fue un exitoso viaje a lo largo de octubre.
Todo comenzó con un clubhouse en armonía, mostrando una conciencia cívica que pocos, si no es que ninguno, hemos visto alguna vez alrededor de este deporte. Justo antes del arranque de la postemporada, el manager Terry Francona, molesto por la ola de violencia que se vive en algunas ciudades del país, pregunto alrededor del clubhouse si había algo que se podía hacer. Los jugadores comenzaron a hacer donativos, y en cuestión de días, la organización de los Indios había recaudado US$1 millón, que dio paso a la creación de la Fundación Larry Doby, cuya misión es apoyar a organizaciones comunitarias enfocadas a contrarrestar la violencia entre los jóvenes.
Francona ha ganado dos Series Mundiales en su carrera como timonel. Pero el veterano capataz atribuyó este momento como «probablemente el más enorgullecedor de todos».
Esa fue una gran victoria.
Luego comenzó la postemporada y el resto es historia.
Esta entrada fue modificada por última vez el 3 de noviembre de 2016 a las 6:35 PM