NICARAGUA / Uno de los más grandes actos de solidaridad y amor al prójimo fue protagonizado por el astro boricua Roberto Clemente, hoy Héroe Nacional de nuestro país.
Hace 52 años, un 31 de diciembre, Clemente, en su condición de humanista, decidió viajar a Nicaragua para entregar ayuda a los damnificados del terremoto que había azotado la capital en días anteriores.
El altruista Clemente hizo que amigos se involucraran en el proyecto de recolectar ayuda para los nicaragüenses, y, luego de una convocatoria exitosa, abordó junto a cuatro personas más un avión repleto de suministros.
Clemente tomó la decisión de viajar y entregar la ayuda personalmente en Nicaragua, puesto que la genocida Guardia Somocista se robó la ayuda que él había mandado anteriormente.
ICONOS DEPORTIVOS LATINOS
Minutos después de haber despegado, el aeroplano se precipitó en el mar. La ayuda nunca llegó a Nicaragua y Clemente jamás fue encontrado. No solamente pereció, sino que desapareció en el mar.
Fue hace 52 años. Y paralelo al dolor que aún persiste por las víctimas mortales que cobró el terremoto de diciembre del 72, también acompaña a ese sentimiento el destino que tuvo uno de los más grandes íconos deportivos latinos, que pasó por el mejor béisbol del mundo.
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Clemente jugó con los Piratas de Pittsburgh, y entre sus grandes logros como atleta, destacan cuatro títulos de bateo, 12 Guantes de Oro, un Jugador Más Valioso y par de Series Mundiales.
Sin embargo, algo que lo dejó marcado para siempre fue su imparable número 3 mil ante el zurdo John Matlack de los Mets de Nueva York, el 30 de septiembre de 1972.
ADMIRACIÓN Y RESPETO
Aquí, Felo Ramírez, legendario narrador boricua, relató ese histórico batazo del gran Clemente.
Roberto Clemente es considerado, por mucho, el más grande pelotero latino en la historia de las Grandes Ligas. Sin embargo, más que un atleta destacado, a Clemente se le ve y se le recuerda más como un humanista incomparable.
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Muchos lo catalogan y grafican de la siguiente manera: “Amó tanto a su prójimo que, ante la necesidad de los nicaragüenses, no dudó un fin de año en dejar a su familia, a su esposa y sus tres hijos, para ser testigo de las sonrisas de niños, mujeres, adultos y ancianos, mientras recibían la ayuda que él les llevaba”.
Han pasado 52 años, y la deuda eterna con Clemente se mantiene intacta. Pero más aún, la admiración y respeto hacia un ser como pocos en la historia de la humanidad.
Esta entrada fue modificada por última vez el 30 de diciembre de 2024 a las 8:25 PM
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