Por: Stephen Sefton
El pasado primero de febrero, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para aplicar tarifas de 25% a los bienes importados de Canadá y México y de 10% a las importaciones desde China, adicional a las existentes aranceles aplicadas a ese país. La medida de la administración norteamericana fue una declaración de guerra comercial contra los dos otros países integrantes del Tratado TMEC que remplazó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en julio 2020. Al implementar estos aranceles se afectaría más de 40% de las importaciones a los Estados Unidos. Para el momento, después de comunicaciones entre los tres gobiernos, las medidas contra Canadá y México fueron suspendidas por un mes pendiente una nueva valoración del asunto.
La justificación ofrecida por el presidente Trump para implementar los aranceles es que se trata de una emergencia nacional por motivo de el tráfico ilícito de fentanilo y el problema de la migración ilegal. Así que los aranceles propuestos, lejos de ser basados en motivos comerciales, se basaron en motivos políticos. La legislación nacional norteamericana faculta al presidente norteamericano a tomar las medidas que se consideran pertinentes para proteger la economía nacional ante situaciones de emergencia. Acto seguido, se anunció la imposición de aranceles de 25% sobre todas las importaciones de acero y aluminio, supuestamente para proteger la seguridad nacional.
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Representantes de los sectores norteamericanos afectados por estas medidas no tienen posibilidades de defenderse en los juzgados del país porque la autorización acordada al presidente para actuar en este sentido es prácticamente absoluta. Tampoco es factible para los gobiernos de los países afectados defenderse en la Organización Mundial del Comercio (OMC), porque las autoridades norteamericanas durante años han paralizado el sistema de resolución de conflictos de la OMC. Por ese motivo no tiene fuerza práctica las declaraciones de China o Brasil que llevarán el tema de los nuevos aranceles norteamericanos al sistema de resolución de disputas de la OMC.
CONTEXTO DE UN NUEVO MUNDO MULTIPOLAR
La provocativa actuación del presidente Donald Trump sobre el tema de los aranceles en efecto representa la decisión de su ala de las élites gobernantes norteamericanas de reorientar la economía norteamericana ante las fuertes economías euroasiáticas. Un corolario esencial de la construcción del nuevo mundo multipolar ha sido el surgimiento y consolidación de una economía global multidivisa que no depende del dólar norteamericano como moneda de reserva global. Los Estados Unidos tiene solo el 4,2% de la población mundial, pero su capitalización en los mercados de valores a nivel mundial suma a más de 50% del total. Esta grotesca exageración del valor de las empresas estadounidenses contrasta fuertemente con la disminución de la proporción de la participación estadounidense en el Producto Interno Bruto (PIB) mundial, actualmente a alrededor de 15.5%. Tampoco corresponde con la implacable caída de la rentabilidad de las empresas industriales norteamericanas. Así que una manera de interpretar la activación del tema de los aranceles por el gobierno norteamericano es como un reconocimiento de la verdadera vulnerabilidad de su economía productiva real detrás de la falsa pero impresionante fachada de su enorme sector financiero, seguros y bienes raíces.
La complejidad y fragilidad de la economía norteamericana se refleja en el reclamo de parte de su sector automovilístico que las propuestas aranceles aumentarán de manera desastrosa sus costos por decenas de miles de millones de dólares. Queda por ver el impacto inmediato de la eventual implementación de los aranceles porque no es necesariamente el caso que los precios subirán directamente en proporción a los aranceles propuestas por la administración del presidente Trump.
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EL USO DE LOS ARANCELES
El uso de los aranceles como parte de las políticas comerciales nacionales de los países del mundo tiene una larga historia con varios propósitos. Los aranceles son una fuente importante de ingresos para los gobiernos, brindan protección a la producción nacional de manera que también sirve para reducir los déficits comerciales y, en el caso de países poderosos, también pueden servir como un elemento en negociaciones de arreglos comerciales con otros países. La tasa promedio del uso de aranceles en el mundo actualmente es alrededor de 2%.
Pero han habido largos períodos en el pasado en que los países desarrollados han mantenido la tasa de aranceles a niveles mucho más altos, por ejemplo de más de 35%. El patrón histórico es que los países poderosos, primero principalmente Inglaterra y después los Estados Unidos, han ocupado los aranceles para proteger y desarrollar sus industrias hasta que logren suficiente dominio comercial para poder imponer el libre comercio en relación a sus rivales. El tema de la legitimidad de los aranceles fue debatido de manera exhaustiva en las décadas después de la Segunda Guerra Mundial, dentro del marco de las negociaciones del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT).
Vale la pena notar la diferencia entre la imposición arbitraria de aranceles unilaterales y las legítimas medidas contra el llamado “dumping”, o sea la práctica inescrupulosa de un país que exporta productos a otro país a un precio inferior al valor de la producción o al valor justo de mercado, lo cual podría causar daños a la industria nacional del país importador. De hecho, durante décadas los Estados Unidos han practicado “dumping” de sus productos agrícolas alrededor del mundo en conjunto con la imposición de políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que disminuyeron la soberanía alimentaria de los países endeudados.
El GATT logró reducir los aranceles y otras barreras comerciales. Sus principios básicos eran la no discriminación y el principio de reciprocidad, asegurando reducciones arancelarias mutuas. Las negociaciones del GATT resultaron en la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1994. El marco teórico de la OMC trata de la eliminación de las guerras comerciales para así garantizar la estabilidad de los patrones del comercio global y bajar el costo de la vida para las mayorías de la población mundial. La evolución del GATT a la OMC creó un marco multilateral para el comercio mundial. Pero la evolución de la OMC se ha estancado en años recientes por motivo del reiterado bloqueo del gobierno norteamericano del mecanismo de apelaciones en los tribunales de la OMC del proceso de resolución de disputas.
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EL USO DE LOS ARANCELES AHORA
Las más recientes medidas anunciadas por el presidente Donald Trump añaden a la crisis del sistema de arreglo de disputas de la OMC. Ahora, la tremenda fuerza productiva e innovación de la República Popular China impulsa la alta competitividad de sus productos en relación a la producción de las economías occidentales. Desde celdas fotovoltaicas hasta vehículos eléctricos o inteligencia artificial, las economías de Europa y Norte América no pueden competir con China. El gobierno norteamericano acusa falsamente que la competencia china es desleal.
Sus ideólogos aseguran que una mezcla adecuada de protección arancelaria, inversión nacional, y seguridad nacional es la combinación indicada para revertir los bajos niveles de la productividad y recuperar su poder económico global. Pero es muy dudoso que los aranceles elevados norteamericanos van a hacer que sus industrias aprovechen su protección para ser más innovadoras y productivas. La inversión norteamericana a nivel nacional desde hace décadas ha sido alrededor de 21% del PIB nacional. En China la cifra correspondiente es de más de 40% y en países de la ASEAN como Corea del Sur o Vietnam es más de 30%.
Así que lo más probable es que los nuevos aranceles norteamericanos meramente van a ser medidas de proteccionismo que impiden la innovación y la eficiencia. A la vez van a provocar mayor inflación que afecta el nivel de vida de la población norteamericana en general. Es poco probable que los ingresos generados por los aranceles permitirán una reducción significativa en los impuestos domésticos. A nivel internacional, la política arancelaria del presidente Donald Trump probablemente significará mantener relativamente altas las tasas de interés bancaria y un fortalecimiento del dólar norteamericano.
Esta entrada fue modificada por última vez el 16 de febrero de 2025 a las 1:51 PM