Ana Lía Sánchez es paciente de ese servicio especializado desde los seis meses de edad, prescrita con una hipoacusia bilateral profunda, conocida comúnmente como sordera. A partir del uso de las prótesis, sumado a la rehabilitación con los especialistas, la niña de cuatro años habló en el tiempo establecido, acorde con su edad.
«Ha sido un proceso de estimulación muy fuerte, si bien lo mejor fue la alerta temprana a los cinco meses. Ella fue prematura, con 35 semanas y una libra de peso (0,5 kg). Tuvo tratamientos con Amikacina, un ototóxico, y, una vez que salimos de neonatología, las pruebas auditivas confirmaron ese diagnóstico», señaló a Sputnik su madre, Jacqueline Sánchez.
La joven relata que acudió al hospital con su bebé en brazos. «Mi niña está sorda y necesito que me ayuden», dijo desesperada al llegar. Fue ingresada al programa de inmediato y, tras una semana de exámenes médicos y de conversaciones con la psicóloga, se colocó la prótesis que permitió su despertar auditivo.
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«Tenía seis meses en ese momento y esa sensación le produjo una carcajada prolongada. Desde esa fecha, venimos todas las semanas, hacemos los ejercicios y está insertada en la enseñanza general y le va bien. La rehabilitación ha sido muy fuerte en todos los sentidos, pero ella habla, entiende y responde a las voces de mando», expresó la madre.
Jacqueline califica de «maravillosa» la atención recibida en ese centro de salud y considera cada sesión con los audiólogos como una escuela, pues «te enseñan cada paso, estimulación, las características del proceso, el aprendizaje de las letras y los ejercicios frente al espejo y en lugares con acústica».
Edgar Sánchez, padre de la menor, afirmó a Sputnik que el diagnóstico rápido de la pérdida auditiva y la colocación de los aparatos determinaron la pronta mejoría de su pequeña; asimismo, reconoció cómo «del empeño y dedicación de los padres dependen también, en buena medida, los resultados y guiarse por lo que nuestro hijo debe hacer en cada etapa».
Yensy Daniel, el niño milagro
Migdaly Santana se desempeñaba como técnica en informática de una facultad de Ciencias Médicas cuando su niño contrajo una meningitis bacteriana. Pasó un mes en terapia intensiva en el Hospital Pediátrico Docente de Centro Habana con pronóstico reservado y, desde que logró vencer a la muerte, Yensy Daniel Caldas es conocido entre los médicos como un «niño milagro».
Como consecuencia de esa enfermedad, el pequeño de un año y medio en aquel entonces enfrentó numerosas afecciones en su salud, recibió tratamientos y rehabilitación física y tras varias pruebas en el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), recibió una remisión para el Hospital Pediátrico Universitario Borrás-Marfán.
«Acudí a la consulta y me dijeron que el niño tenía que ingresar ese mismo día, pues era muy propenso a presentar problemas de audición. Fue todo muy rápido, pues era un caso priorizado, este centro ha sido una bendición. Los médicos se reunieron conmigo y la determinación fue implantarlo porque tenía una sordera bilateral profunda», explicó Migdaly a Sputnik.
De acuerdo con la madre, Yensy Daniel perdió de manera paulatina la capacidad de escuchar hasta que el silencio fue absoluto. Luego, vino una «operación bien dura», pues se extendió mucho más de la duración habitual de tres horas aproximadamente; «fue un día horrible, ni lo quiero recordar, pero con un médico muy bueno que logró conectar los 16 electrodos del implante de mi hijo«.