A veces, conversando con amigos y amigas supervivientes de los años oscuros del terrorismo de estado en América del sur, nos preguntábamos cómo es posible o cómo fue posible que alguna gente se virara y se sumara a los postulados de los verdugos. Una historia que se repite, que sucedió despues de la segunda guerra y que está muy bien documentada en el libro “La CIA y la guerra fría cultural”, de Frances Stonor Saunders. La pregunta es ¿Se viraron realmente o siempre fueron “intelectuales” –agentes- de la clase dominante?
Es casi banal decir que hay quienes mueren con la mirada limpia y amplia como el Che y tantos otros, y hay quienes mueren sin ver ni querer ver, porque antes dejaron de ser humanos, se vendieron, se quebraron, se perdieron a sí mismos. Y se perdieron “por un puñado de dólares”, renegando de lo esencial del ser humano que es su capacidad de amar y de pensar, sentir e imaginar un mundo nuevo. A estos resulta difícil comprenderlos y hasta se queda corto explicarlo por el poderoso caballero don dinero. Han envilecido, pervertido todo en ellos: algunos la palabra, otros sus posiciones, sus poses. Son los del chiste de Groucho Marx, cuando decía: “mire, tengo estos principios, pero si no le gustan, tengo estos otros”.
En este momento de decadencia de Occidente, de barbarie programada y de una violencia bestial contra todo aquello que no acepte el sistema “democrático” capitalista, vemos como aparecen los Caín, los “bien pagaos” diría Miguel de Molina, para hacer insustanciales discursos contra su propio pueblo y para pedir sin ninguna vergüenza el crimen: piden la intervención militar de Estados Unidos y Europa para su propia tierra, en nombre -claro está- de la “democracia”.
Ha pasado en Cuba en julio, y han premiado a uno de estos caines con un lugarcito en un programa de cocina de las celebritis en la televisión española, en un país en el que según los datos de la prensa oficial, más de un millón y medio de personas están en las “colas del hambre”, que es el modo light de nombrar a los despojados por el maravilloso sistema capitalista que promueven los cainitas mientras siguen recibiendo dinero y haciendo negocios, intentando roer el tronco de una revolución socialista que ha demostrado sobradamente lo que significa el antiimperialismo y la solidaridad internacionalista. Ha pasado antes en Venezuela, con los intentos de golpe, de magnicidio, las guarimbas y la farsa de Guaidó, que fue reconocido por varios gobiernos de Europa que aún no se han disculpado. Ha pasado con el golpe de Bolivia, que el pueblo boliviano ha sabido revertir con rapidez y como no, pasa ahora con Nicaragua.
La campaña en los medios es implacable y cotidiana, abunda la propaganda contra Nicaragua cumpliendo con el viejo guión necesario para demonizar al gobierno sandinista, pues el 7 de noviembre se celebrarán elecciones generales e indiscutiblemente, todo apunta a que el Sandinismo se alzará una vez con una arrolladora victoria. Es tan clásico el guión y las voces que se levantan para degradar las conquistas populares y los avances sociales, que una piensa que el guionista se ha quedado sin recursos narrativos, de tanto usarlos y con tan mal resultado.
Nada nuevo bajo el sol, pero al menos podrían cambiar algunas escenas para mejorar el guión. Atacar a los procesos revolucionarios y a cualquier alternativa realmente democrática (necesariamente socialista o en vía al socialismo) es y ha sido el modo de defender la “democracia representativa” occidental, sí, la que bombardea y saquea, la de la OTAN, la que invade, compra y destruye países enteros mientras apoya la sólida “democracia” israelí que no cesa de asesinar palestinos, la que compite por la obediencia a los señores de la guerra y de los bancos, la que amasa la corrupción necesaria a la ley del mercado, la que compra cuerpos y vergüenzas, como dicen los Zapatistas, la que conocemos bien, la que no habla de derechos sociales sino de necesidades del mercado. Y el mercado es para ellos ley y dios.
Y en la defensa de esta “democracia” vaciada de organización realmente democrática y de contenido, con su viejo guión apolillado, aparecen con virulencia contra Nicaragua y sus logros sociales Sergio Ramírez y Gioconda Belli, como antes lo hicieron muchos otros cada uno con su papel en el coro del desencanto y la virulencia anticomunista aderezada con la palabrita-llave “Stalin” y “totalitarismo”, cada actor en su tiempo y con su estilo propio, desde Vargas Llosa, Volpi, Krauze, Pérez Reverte, hasta tantos otros que se pronuncian y hablan sin saber en qué y cómo y en qué sentido ha avanzado Nicaragua a pesar de los pesares, de la guerra permanente y de sus propagandistas escleróticos.
Hay que saber al menos algo de historia y saber que los Estados unidos han intervenido durante más de cien años en las elecciones y en la política interna de Nicaragua, que han desembolsado ingentes sumas de dinero y apoyos a las dictaduras antes de la llegada del Sandinismo al gobierno, que han bloqueado y promovido la guerra para evitar lo que hoy existe: un país soberano y que como tal debe ser respetado.
En el caso de Ramírez, el viraje es total. Ha envilecido, pervertido, en este caso las palabras, sus posiciones, su no- visión de las cosas y uno de sus más manidos recursos es la victimización –según el guión estipulado. Aparece un día sí y otro también en los medios para hablar mal del gobierno nicaragüense, para hacerse la víctima.
En este guión triste por lo falso y en un Occidente que retrocede cada día más, Nicaragua es un mal ejemplo porque ha logrado avanzar a pesar de las dificultades impuestas: construcción de 21 hospitales y otros en marcha, un enorme movimiento asociativo de democracia protagónica que lucha para derrotar la pobreza heredada (50% del PIB) , una recuperación económica del 5,6%, educación y salud gratuitas, construcción de carretas, vivienda dignas, igualdad de derechos y participación de la mujer, seguridad ciudadana, casi el 80% de energía renovable y cobertura de más del 99, 2 % de la población…la lista es mucho más extensa y por supuesto que interesa a los pueblos y no a los sectores “intelectuales” que recitan el guión trastabillante de las grandes corporaciones del imperio.
Y es que los “democráticos” imperios, USA y la UE, saben perfectamente que no todo se resuelve con marines y con intervenciones o golpes de estado, con agentes secretos, espías, financistas y directores de empresas multinacionales, sino también por medio de otro tipo de armas, llamémosle culturales e ideologicas, que usan a guionistas, directores de cine, periodistas, revistas literarias, académicos, creadores de dibujos animados y escritores que de manera sutil, descarada o pervertida defienden el “modo de vida” del “capitalismo democrático” como si esto fuera posible y no aquello que Soros llamó –fiel a su maestro K. Popper- la sociedad abierta, es decir el neoliberalismo y el despojo de las mayorías.
Gente como los Ramírez, en el caso de Centroamérica, son hoy los voceros de las nuevas formas de penetración física y simbólica a favor del imperio y en detrimento de los movimientos de liberación y en contra de los pueblos soberanos, como en el caso de Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia o Perú. Son el ariete de una nueva y particular guerra fría cultural en América Latina, si bien no en el sentido del conflicto de bloques, sino de la utilización de la proyección cultural exterior en detrimento de sus propios pueblos. Son, en sentido estricto, traidores, renegados de su propia sociedad. Practican la cultura del apego al más burdo colonialismo, al más destructivo, como bien señalaba hace ya años Franz Fanon en “Los condenados de la tierra” o en “Piel Negras, Máscaras blancas”.
De ahí sus declaraciones de alabanzas a Europa o a Estados Unidos, de donde les viene el financiamiento, las cámaras, los premios cooptados y la denostación a América Latina y a su propia cultura de lucha y emancipación. La misma Jean Franco, habla de que uno de los cebos que el imperialismo ha utilizado para comprar a personajes como este, es la promesa de que sean reconocidos en la llamada “cultura universal”, teniendo graves consecuencias de utilizar el arte y la literatura al servicio del hegemonismo occidental y, con ello, vilipendiar las culturas nacionales o regionales. Parafraseando a Hugo Chávez: estas personas le venden el alma al diablo.
Esta gente, mediante lo que escriben o declaran se vuelven “portadores del sueño americano”, amplificado por asociaciones, ONGs, medios, plataformas, que también son cruciales en la exportación del American Way of Life y la cultura imperial.
Las armas no convencionales –culturales e ideologicas– se han desarrollado durante décadas para utilizar a estos sujetos para atacar de forma insidiosa el proceso de transformación nicaragüense que ha conseguido logros estructurales de primer orden en materia social, económica, cultural y política.
El triste papel que desempeñan es el de personificar el “rostro soft” del imperio en su lucha contra los movimientos revolucionarios en América Latina, y al mismo tiempo son el punto de intersección crucial entre el campo de la piratería intelectual y el campo político, parafraseando a Pierre Bourdieu.
En el caso de Sergio Ramírez o Belli, en su afán de ¿protagonismo? y de atacar al Sandinismo, han caído en lo más abyecto de lo que Jean Franco llama la decadencia de la ciudad letrada latinoamericana. En sus textos o discursos podemos medir la contaminación, tergiversación y envilecimiento en esta fase que es la más decadente de la política y la cultura imperial: suenan a caínes en coro para tratar de desprestigiar a los gobiernos progresistas.
Por mucho que quisieran hacerse pasar por autonomistas, como en el caso de Borges en su momento, por ejemplo, no son más que piezas dentro del circuito imperial/capitalista que financia, promueve mediante diversas formas discursos culturales “universalizantes”, cuyo fin es tratar de neutralizar la creciente influencia de la izquierda, del progresismo y los nacionalismos latinoamericanos.
Ahora bien, los hechos reales demuestran que tras las máscaras, con las que se pretenden revestir estos señores, no son más que instrumentos inflados para arremeter infructuosamente en contra de los procesos populares en América Latina, con pleno arraigo entre sus pueblos. Es el caso de Nicaragua, de ahí que la desgastada retórica y las falsedades de los Ramírez, Belli, no tengan más recorrido que las tribunas de la prensa corporativa y tarifada.
Sara Rosenberg
Dramaturga, Novelista, Analista Política. Integrante de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores solidarios con Nicaragua y el FSLN
Licenciado en Comunicación Social, egresado de la UNAN-León con especialización en Comunicación Digital Estratégica.