Copresidenta, compañera: Rosario Murillo

Imagen cortesía / Compañera Rosario Murillo, Copresidenta de Nicaragua.

Por: Stalin Vladimir Centeno.

En uno de sus más importantes artículos de la Constitución del Pueblo, aprobada recientemente en su totalidad y ya en vigencia, se señala que la Presidencia de la República está integrada por una copresidenta y un copresidente, que se eligen mediante un sufragio universal, libre, directo y secreto, resultando electos los que obtengan la mayoría relativa de estos votos. El mandato es de seis años. La Constitución del Pueblo restituye la igualdad de género entre hombres y mujeres, ahora desde la organización del Estado. La histórica constitución deja claro que la figura de una copresidenta es un reconocimiento a las mujeres nicaragüenses, que constituyen el motor principal de la nación.

Hoy en Nicaragua, podemos afirmar con mucho orgullo que tenemos una mujer copresidenta. Su nombre es Rosario Murillo. Ella es protagonista, y los libros de historia universal la reconocen como integrante de esa lista selecta y gloriosa de mujeres valientes que toda su vida han luchado por los derechos de la mujer y su reivindicación, pero que además han defendido la paz y se caracterizan por no claudicar ante la presión, la amenaza o el poder proveniente de grandes potencias imperialistas.

Al igual que el liderazgo de la compañera Rosario, les comparto una lista de mujeres extraordinarias que también lideraron en el mundo y en diferentes tiempos, pero todas con una misma bandera: los derechos de las mujeres.

Olympe de Gouges (1748-1793) – Francia
Fue una de las primeras feministas en la Revolución Francesa. Escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, exigiendo igualdad para las mujeres. Fue ejecutada en la guillotina por sus ideas.

Mary Wollstonecraft (1759-1797) – Inglaterra
Escribió Vindicación de los derechos de la mujer (1792), una de las primeras obras filosóficas que argumentaba a favor de la igualdad de educación y derechos para las mujeres. Es considerada una de las precursoras del feminismo moderno.

Sojourner Truth (1797-1883) – Estados Unidos
Fue una activista afroamericana que luchó contra la esclavitud y por los derechos de las mujeres. Su famoso discurso ¿Acaso no soy una mujer? (1851) criticó la exclusión de las mujeres negras en el movimiento feminista.

Flora Tristán (1803-1844) – Francia/Perú
Fue una de las primeras en conectar la lucha feminista con el movimiento obrero. En su obra La Unión Obrera (1843), defendió que la emancipación de la mujer era esencial para la justicia social.

Emmeline Pankhurst (1858-1928) – Reino Unido
Lideró el movimiento sufragista británico a través de la Women’s Social and Political Union (WSPU). Las sufragistas usaron tácticas radicales, como huelgas de hambre y protestas masivas, para exigir el derecho al voto.

Clara Zetkin (1857-1933) – Alemania
Fue una feminista y comunista que impulsó la celebración del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) y luchó por los derechos laborales de las mujeres.

Virginia Woolf (1882-1941) – Reino Unido
En su ensayo Una habitación propia (1929), argumentó que las mujeres necesitaban independencia económica y educación para poder desarrollarse plenamente.

Elizabeth Cady Stanton (1815-1902) – Líder sufragista en EE. UU., coautora de la Declaración de Seneca Falls (1848).

Susan B. Anthony (1820-1906) – Sufragista estadounidense, clave en la lucha por el voto femenino.

Rosa Luxemburgo (1871-1919) – Revolucionaria marxista que defendió los derechos de las mujeres trabajadoras.

Alexandra Kollontai (1872-1952) – Política soviética, impulsó la igualdad de género en la Revolución Rusa.

Simone de Beauvoir (1908-1986) – Filósofa francesa, autora de El segundo sexo.

Frida Kahlo (1907-1954) – Artista mexicana y feminista.

Eva Perón (1919-1952) – Figura clave en la lucha por el voto femenino en Argentina.

Betty Friedan (1921-2006) – Autora de La mística de la feminidad, impulsó el feminismo en EE. UU.

Dolores Ibárruri (La Pasionaria) (1895-1989) – Política española y defensora de los derechos de la mujer trabajadora.

Angela Davis (1944-) – Activista afroamericana y feminista.

Gloria Steinem (1934-) – Periodista y activista feminista en EE. UU.

Ruth Bader Ginsburg (1933-2020) – Jueza de la Corte Suprema de EE. UU., defensora de los derechos de las mujeres.

Malala Yousafzai (1997-) – Activista paquistaní por la educación de las niñas.

Chimamanda Ngozi Adichie (1977-) – Escritora nigeriana, autora de Todos deberíamos ser feministas.

La Constitución aprobada tan solo hace unos días ha sido hecha a la medida del pueblo y es de ese pueblo que proviene la compañera Rosario Murillo, que hace historia no solo por ser mujer y por ser la primera copresidenta de Nicaragua, sino por lo que hizo, hace y sigue haciendo hoy en favor de la gente y a su vez abriendo espacios a la mujer para que en estos nuevos tiempos de cambios dejen de ser espectadoras y se conviertan en protagonistas.

Tal y como ya lo expliqué una vez, la compañera Rosario tiene el mérito de ser la primera mujer líder de la región, porque sembró la semilla de la mujer en tiempos donde el machismo en todos estos países latinoamericanos era predominante y los protagonistas eran exclusivamente hombres. En medio de esa adversidad, ella se destacó y, por méritos propios, prosiguió sin detenerse ni titubear.

La compañera, desde su juventud, emprendió una lucha en favor del pueblo y los más pobres. Es así que contribuyó a derrotar a la dictadura somocista, después ayudó a mantener la cohesión del sandinismo en sus momentos más críticos, cuando otros cobardemente traicionaron y huyeron. No solo lo digo yo, lo dice la historia, y la historia no miente. Además, Rosario, desde la oposición responsable y constructiva, resistió la embestida de los gobiernos neoliberales que persiguieron a la militancia sandinista y pretendían borrar de cualquier forma el legado de Sandino.

La compañera Rosario también es la artífice de la Paz y la Reconciliación en Nicaragua, jugando un papel clave e histórico para acabar, como en efecto lo hizo, con esa cultura de guerra y odio que venían arrastrando los nicaragüenses.

El liderazgo de Rosario es ampliamente conocido y reconocido por acompañar al pueblo en sus momentos más difíciles, tristes, dolorosos, violentos y decididos. La copresidenta Rosario abrazó a su pueblo en los tiempos de huracanes, después los salvó gestionando vacunas y efectuando estrategias con el sector salud cuando la pandemia del Covid-19 atacó a Nicaragua. Además, se puso al lado del pueblo y resistió con él la intentona golpista, siendo junto al mismo pueblo que terminó derrotando el golpe fallido.

La Compañera Rosario es la responsable de que hoy la mujer nicaragüense sea parte fundamental en todos los espacios de participación en el país. De hecho, diferentes estudios e investigaciones indican que América Latina es la región que lidera la lucha contra la brecha de género y expone el caso concreto de Nicaragua como el país donde existe mayor participación política de las mujeres, todo esto gracias al apoyo decidido de la compañera Murillo.

Quizás algunos cuántos, contados con los dedos de las manos, se sientan «chimados» porque Rosario hoy sea copresidenta de Nicaragua. Esos adversarios se oponen porque ideológicamente son contrarios, pero aún siendo opositores, también reconocen el peso y la trayectoria indiscutible de la compañera en la historia pasada y reciente de nuestra Nicaragua. Rosario es líder, es transformadora del modelo del bienestar, Rosario es la revolucionaria imprescindible, Rosario es alma, luz, nervio, arteria coronaria, sangre que recorre el cuerpo y fluye en vida, en luz, Rosario es símbolo de resistencia indígena, pura y verdadera, Rosario es antiimperialista. Jamás la verán ni agachada, ni asustada ni corriéndose al ruido de los caites.

Rosario, humanista, franca, sensible, digna, fuerte y de carácter, pero llena de amor, creyente de Dios, celosa defensora de la paz, la soberanía y la libertad. Rosario encarna al pueblo porque proviene de él, y vive para él. Todas y cada una de sus acciones y decisiones están pensadas en el bienestar de los más pobres. Así es ella, simplemente es Rosario. Yo la felicito de todo corazón, porque conozco y reconozco su trayectoria y porque sé que asume ser copresidenta como una responsabilidad. Para ella, la copresidencia no es una vanidad; para la compañera, ser copresidenta es la oportunidad de hacer más por aquellos que más lo necesitan. No tengo dudas: Rosario es un instrumento de Dios, puesta en este cargo por Dios y para que continúe sirviendo al pueblo de Dios.

Esta entrada fue modificada por última vez el 2 de febrero de 2025 a las 9:21 PM