El Barça ganó dos en el nuevo San Mamés. El primer triunfo fue ante el Athletic por 0-1, con las apreturas de siempre pero con un fútbol certero que desactivó a un rival guerrero pero carente de gol. El segundo, sobre el Real Madrid, al que dejó de nuevo a 9 puntos de distancia a una semana del Clásico y el día que se apuntó al ‘caso Negreira’. El VAR resolvió el partido dando validez al gol del Raphinha y anulando el tanto de Iñaki Williams por manos.
En cuanto pudo, el Barça agarró el balón, tratando de asociarse y crispar a la defensa rojiblanca. No siempre le salió bien, aunque actuó con entereza y buena colocación. En medio de un ambiente hostil desde el inicio, su fútbol se desparramó con lentitud por el campo pero de manera inofensiva. Los ‘leones’, en cambio, seleccionaban mejor sus apariciones y resultaban más directos, sobre todo por las bandas.
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La treta inicial de Valverde pasó por cambiar de banda a Nico y situarle frente a Sergi Roberto, menos empalagoso que Balde. Pese a las ayudas de Koundé, el juego rojiblanco se fraguó por la derecha, destacando un disparo alto del menor de los Williams. El Barça, sin embargo, resultó más peligroso con la pelota. Ferran Torres probó un chut que salió fuera, como un latigazo de Busquets desde la frontal. La más clara, de Lewandowski, que aprovechó un pase interior de De Jong para adentrarse en el área pero se alargó su propio pase y su apurado remate a la carrera lo desvió Agirrezabala con el cuerpo.
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Gesticulando ostensiblemente, Xavi aleccionaba a sus jugadores para que abrieran el juego por las bandas. De cuclillas, Valverde insistía en la presión y Berenguer estuvo a punto de darle una alegría ante una indecisión de Ter Stegen. Casi de inmediato, un cabezazo de Raúl García al travesaño puso el susto en el cuerpo del alemán. Con la grada protestándolo todo y la defensa azulgrana tragando saliva, el Athletic pareció apoderarse del guión.
En medio de las idas y venidas, Gil Manzano arbitraba sin contentar a nadie. Unas veces, los rojiblancos le rodeaban reprochándole sus decisiones y en otras, los azulgrana se encaraban estupefactos, como una mano de Lewy que resultó ser entre hombro y espalda. El extremeño alargó el encuentro un minuto y no imaginaba que sería de lo más movido. Con la media culé, generando, Busquets lanzó un balón milimétrico al área que Raphinha cazó para empalmar a la red un balón con la derecha.
De la celebracón ‘interreptus’ por el gol anulado por fuera de juego, con el linier levantando el banderín, se pasó al suspense, al griterío del estadio que se temía lo peor con el VAR revisando la jugada y al brasileño cantando y gritando el 0-1. El tanto desquilibraba una primera parte con ocasiones para los dos equipos, no muchas, pero que se inclinó por una cuestión de puntual de puntería.
Nadie.
Absolutamente nadie.
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Con el trabajo encarrilado, el Barça encaró la segunda parte con la misma solidez y las mismas ganas de competir, sabiendo el premio que les esperaba. Lanzó un primer avisó, con un veloz Balde rebañando un balón casi en la cal y Lewandowski cabeceando fuera. Veía la portería bilbaína a la vez que se mantenía aguerrido en la retaguardia.
Cómodo, el Barça veía discurrir los minutos a su favor. Sin morder, generando transiciones, iba haciendo su juego, en ocasiones inconexo, mientras el Athletic no ponía esa marcha que le acercase al empate. Balde era el más profundo, el que mejor entendía la situación de un choque fácil. Valverde empezó a cambiar peones como estímulo. El ritmo era lento y no favorecía al Barça. Adormilado, Berenguer se sacó de la manga una incursión que Christensen desvía y el balón da al palo.
Lejos de escarmentar, las concesiones azulgrana animaban al Athletic. Muniaín desenfundó para que Ter Stegen volviera a hacer la gran parada de cada partido. El Barça se condenaba a sufrir como siempre, como en casi todos los partidos.
💙🔝❤ ¡El @FCBarcelona_es llega a #ElClásico con 9⃣ puntos de distancia sobre el Real Madrid!
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El equipo debía reaccionar porque cualquier error podía dar al traste con el esfuerzo de marcar. Y pasó lo inesperado, La pasividad culé habilitó a a Iñaki Williams para que batiera a la carrera a Ter Stegen. Sin embargo, el VAR apreció una mano de Muniain al inicio de la jugada. Después de revisar las imágenes, Gil Manzano lo anuló, provocando la protesta general de la grada, muy enfadada. Y para acabar, una triple acción del Athletic con intervención afortunada de Ter Stegen y Kounde.
Esta entrada fue modificada por última vez el 12 de marzo de 2023 a las 7:49 PM