OPINIÓN / Cuando uno escucha el mensaje del comandante Daniel Ortega, a lo largo de la primera etapa de Revolución Sandinista en los años 80, luego durante la Resistencia al neoliberalismo y, cuando retorna al Gobierno por medio de las elecciones en el 2006, hasta la actualidad, es notoria su coherencia y persistencia en una serie de valores y principios como la Paz, Justicia Social, Dignidad, Soberanía, Nacionalismo, entre otros.
Por Alejandro Rusconi
Cuando uno escucha el mensaje del Comandante Daniel Ortega, a lo largo de la primera etapa de Revolución Sandinista en los años 80, luego durante la Resistencia al neoliberalismo y, cuando retorna al Gobierno por medio de las elecciones en el 2006, hasta la actualidad, es notoria su coherencia y persistencia en una serie de valores y principios como la Paz, Justicia Social, Dignidad, Soberanía, Nacionalismo, entre otros, que tienen el objetivo de promover un entorno social equilibrado y de respeto a los Derechos Humanos fundamentales del Pueblo nicaragüense.
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En este sentido, el mismo Comandante Daniel Ortega, profundo conocedor del alma de su pueblo y de su Historia, aprecia la Paz, al igual que Augusto C. Sandino, como un valor humano esencial para que el pueblo viva bien, crezca y desarrolle de la mejor manera posible su creatividad y emprendimiento. He ahí la herencia: Sandino, Padre de la Revolución nicaragüense, impulsó, después de conseguir la gesta histórica de expulsar a los marines de su Patria, el diálogo, la reconciliación y, desde luego, la Paz, entre todos los nicaragüenses
En este sentido, podemos observar que el Sandinismo, la fuerza política, sociocultural más viva y de mayor fortaleza y envergadura en Nicaragua, siempre ha tenido claridad que la Paz es un valor que permite el fortalecimiento de los vínculos y el desarrollo justo de la sociedad.
El Sandinismo sustenta este valor en una nueva sensibilidad razonada y ejecutante en la cultura de paz, no violencia. Asimismo, la concibe como trabajo cimentando en valores y principios éticos que captan nuevas dimensiones de las relaciones humanas.
Traemos a la colación estas reflexiones, para saludar la Declaración emitida por la Asamblea Nacional de Nicaragua, referida a que el 19 de abril se reafirma como “Día Nacional de la Paz”, reconociendo así el fervoroso deseo de las familias y comunidades nicaragüenses de vivir armoniosa y fraternalmente como hermanos, con el firme propósito de continuar promoviendo un modelo que responde a sus más altas aspiraciones.
Esto va más allá de ser un acto declarativo y simbólico, es la reafirmación y argumentación cabal y concienzuda del pueblo nicaragüense, mediante sus instituciones, en la que expresa con rotundidad que no dejará arrebatarse la paz. Asimismo, es honrar la memoria de quienes se han sacrificado para alcanzar una sociedad armoniosa en la que se ha afianzado la Revolución. Es la expresión máxima vital y reflexiva de su experiencia y camino que ha permitido dar consistencia a una Democracia Popular, Nacional, Revolucionaria, donde la ciudadanía nicaragüense plena de todos sus Derechos, hace que palabras y valores como la Solidaridad, Paz, Dignidad, Soberanía, no sea conceptos vacíos.
De esta forma, el Estado nicaragüense, cumple su rol como garante del Bienestar de la ciudadanía y promotor, defensor de la paz, en este caso, en armonía entre el ejecutivo presidido por el Comandante Daniel Ortega y la Vicepresidenta Rosario Murillo y el Legislativo. Esto es muestra absoluta de la existencia de un Estado y un Pueblo que ama la paz como objetivo supremo, en contraposición a un grupo de cipayos, vende patrias que ejecutaron acciones terroristas azuzadas y financiadas por el imperialismo-colonialista-ultracapitalista norteamericano y sus agencias, quienes pretendieron destruir el proyecto democrático de unidad y crecimiento con justicia social de la nación nicaragüense. No obstante, la fortaleza y conciencia del pueblo del hermano país centroamericano, en su unidad y discernimiento resguardó férreamente su derecho a continuar profundizando su modelo y cultura de Paz.
En la patria de Sandino, hace cinco años se reafirmó una lección histórica que, bien podemos decir, atraviesa a toda Nuestramérica: la derecha cipaya, entreguista, fascista, se ha empeñado a lo largo de sus acciones en aterrorizar a la población, vender la patria y tratar de paralizar el ascenso social de los postergados, en el caso de Nicaragua (que bien puede ser otra patria de nuestro continente, como decíamos) el FSLN, representativo de las fuerzas de izquierda de la Patria Grande, dispuesto siempre a liberar, a salvar a la patria, como decía Antonio Machado, salió a defender al pueblo nicaragüense, garantizando de esta manera la paz y la estabilidad.
Es propio señalar que la paz que se construye en la Nicaragua Sandinista, radica en una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos mediante el diálogo y el entendimiento, heredado esto de Sandino, ya lo decíamos, quien consideraba la paz un bien fundamental que permite fomentar un entorno y ambiente en el que todos los ciudadanos, sin distinción alguna, puedan prosperar.
Esto es muestra contundente de la fortaleza de la institucionalidad democrática de la Nicaragua Sandinista. Sabido es que, mucho han ayudado las instituciones desde las que se han forjado las políticas públicas incluyentes que han conseguido, en todo el país, logros y avances extraordinarios en ámbitos como lo educativo, la salud, electricidad, infraestructura, producción de alimentos, vivienda, reducción de las desigualdades, según la aplicación del coeficiente de Gini, entre tantos otros, de los que ya tendremos tiempo de hablar.
Abogado, Internacionalista, Analista Político argentino. Integrante de la Secretaría de Relaciones Internacionales del Movimiento Evita.
Esta entrada fue modificada por última vez el 17 de abril de 2023 a las 5:14 PM