El Zorro Vive: 46 Años del Rugido Insurrecto de Estelí

Foto Cortesía / Comandante Francisco "El Zorro" Rivera Quintero.

Por Stalin Vladimir Centeno

A 46 años de la segunda insurrección heroica de Estelí, Nicaragua entera recuerda con el alma en alto a uno de sus hijos más valientes: Francisco Rivera Quintero, el comandante «Zorro», símbolo de audacia, lealtad y entrega sin condiciones a la causa sandinista.

En este nuevo aniversario, no solo se conmemora un episodio de combate: se reafirma la inmortalidad de una gesta que marcó el corazón del pueblo y el rumbo de la Revolución.

La noche esteliana del 8 de abril de 1979 no fue una noche cualquiera. Era una madrugada estremecida por la pólvora, el clamor del pueblo y la determinación férrea del Frente Sandinista de Liberación Nacional. La segunda insurrección de Estelí no fue improvisada ni desesperada: fue el grito meticulosamente organizado de un pueblo que ya no soportaba más dictadura, hambre, cárcel ni muerte.

Esa madrugada dejó huellas imborrables. Cayeron muchos héroes. Entre ellos, el doctor Alejandro Dávila Bolaños, símbolo de humanidad revolucionaria. Murieron pacientes, combatientes, vecinos, pero ninguno murió en vano. Aquella insurrección, aunque no logró liberar totalmente la ciudad, quebró los nervios de la Guardia Nacional y mostró que el FSLN estaba dispuesto a todo para liberar a Nicaragua.

Nacido en Estelí en 1954, Francisco Rivera creció entre las montañas y los cafetales, entre la dignidad de la pobreza y la sabiduría del pueblo. Desde joven, comprendió que la justicia no se mendiga: se conquista. Ingresó al Frente Sandinista en plena adolescencia y, como buen guerrillero, no pidió permiso para entregar su vida a la Revolución.

Le llamaban «el Zorro» no por simple apodo, sino por su astucia legendaria. Se infiltraba en las filas enemigas, organizaba comandos, cruzaba cerros a pie, se confundía entre la gente para estudiar los movimientos de la guardia somocista. No era un jefe distante: dormía con los suyos, comía lo mismo que ellos, lloraba a sus muertos y reía en las pocas pausas que dejaba la guerra.

Francisco Rivera fue parte crucial de la estrategia insurreccional en el norte del país. Sus enseñanzas siguen vivas en los actuales cuadros del FSLN, porque él no solo combatía con balas, sino con ideas, con disciplina, con ejemplo.

En 1979, meses después de aquella segunda insurrección, Estelí finalmente fue liberada en julio, y Nicaragua abrazó la victoria popular. Pero el Zorro no descansó. Continuó trabajando por el pueblo en distintas tareas de la Revolución. Su compromiso no tenía tregua. Falleció en 1987, en circunstancias que aún estremecen la memoria nacional: fue emboscado por los mercenarios financiados por la CIA. Murió como vivió: al frente, sin miedo y con la frente limpia.

Hoy, cuando se cumplen 46 años de aquella segunda insurrección heroica, el pueblo esteliano no olvida. La juventud lo estudia, los combatientes lo honran, las calles lo susurran. Cada mural que lleva su rostro es una ventana al futuro, porque el Zorro no murió: se multiplicó. Hablar del Zorro es hablar de Estelí. De esa ciudad valiente que fue tres veces insurreccionada, tres veces bombardeada, tres veces levantada. Ninguna dictadura logró apagar su fuego. Estelí es cuna de poetas y combatientes, de obreros y soñadores, de médicos como Dávila Bolaños y de muchachas que empuñaron un fusil por la libertad.

Este 8 de abril, nuestros líderes la compañera Rosario, el comandante Daniel, el Frente Sandinista y el pueblo rinden homenaje no solo a una fecha, sino a una historia encendida. En cada flor colocada, en cada consigna gritada, en cada niño que aprende quién fue Francisco Rivera, se renueva el compromiso con la Revolución Popular Sandinista.

Francisco Rivera vive. El Zorro cabalga en la memoria. La lucha continúa, porque la dignidad no se negocia, se defiende.

Esta entrada fue modificada por última vez el 8 de abril de 2025 a las 2:49 PM