El Barcelona volvió a quedarse al borde del precipicio en Europa. Dybala situó a los azulgrana a un paso del abismo en el día que se reivindicó como el auténtico heredero de Messi.
Los dos goles del mediapunta de la Juve y un tercero de cabeza de Chiellini condenan a los de Luis Enrique a obrar otra remontada imposible. El problema es que los italianos no creen en los milagros. Ni los permiten.
Te lo dice hasta el del bar de la esquina: los italianos no son el PSG. Cuesta imaginar que defensas que mueren por cada balón como Chiellini o Bonucci se dejen arrollar en el Camp Nou. Es difícil ver a Buffon dudar en un balón colgado al área a la desesperada. La Juve es la de toda la vida, pero con Dybala. Y eso parece demasiado incluso para la MSN. Un milagro es un hecho sobrenatural atribuido a la intervención divina. Se dice que ocurre uno cada mucho tiempo. El Barça ya tuvo el suyo. Remontarle un 3-0 a esta Juve sería algo más que eso.
Quizá en el futuro se recuerde este partido como el día en el que Messi asistió a la presentación de su heredero. Dybala brilló por encima de Leo, por encima de Neymar, por encima de todos. Él solo destrozó al Barça. En quince minutos dinamitó la eliminatoria. Dos golpeos precisos, al más puro estilo Messi. Con pausa, con colocación, con rosca, con un resultado magnífico.
Fuente: Marca
Esta entrada fue modificada por última vez el 11 de abril de 2017 a las 3:28 PM