Un amplio equipo de la Dirección General Consular de la Cancillería de la República, se desplazó este viernes hacia el puesto fronterizo ‘El Guasaule’, para brindar un caluroso y digno recibimiento a 24 hermanos y hermanas nicaragüenses deportados de los Estados Unidos Mexicanos, tras haber vivido la inolvidable ‘Pesadilla Americana’.
Los repatriados retornaron a Nicaragua a eso de las 7 de la noche de este viernes, tras haber viajado durante dos días desde la Estación Siglo XXI del Instituto Nacional de Migración, en Tapachula, México, y haber vivido la peor historia de sus vidas.
La Directora General Consular, compañera Iury Orozco, explicó que estos son migrantes en condición irregular. 24 hermanos (16 hombres, 3 mujeres, 2 niños y 3 niñas), entre ellos, la compañera Rosa Siú y su niño de apenas cinco meses de nacido, ambos pobladores de Puerto Cabezas (Bilwi).
Al entrar al país, la Dirección Consular les dio una calurosa bienvenida a los hermanos y hermanas repatriadas, en nombre de este Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional. Los recibieron con una cena, les entregaron un aporte económico para transportarse a sus lugares de origen, y les realizaron chequeos médicos.
«Por mandato de nuestro Presidente Daniel (Ortega) y la compañera Rosario (Murillo), se les da un recibimiento con calor humano y con calidad de hermanos. Les recibimos con una cena y les garantizamos su transporte hasta sus lugares de origen», aseguró Orozco.
Historia de los repatriados
Situaciones difíciles atravesaron estos nicaragüenses deportados, quienes tras regresar a Nicaragua, si en algo coincidieron, es que el llamado Sueño Americano, no fue más que una pesadilla de varios días en el desierto, el frío, la persecución, el secuestro, la trata de personas, violaciones, las maras, un viaje en el tren de la muerte y otros riesgos.
Moisés García (42 años), volvió a Chinandega este viernes, tras haberse arriesgado a cruzar la frontera de México con Estados Unidos.
“A mí se me hizo difícil pasar. Pasé ocho días en tren, pasé por el desierto, pasé la frontera, pero pasé cinco días perdido”, explicó.
Un poco turbado, García explicó que en ese camino desértico, encontró a una señora, con una niña de cinco años entre brazos, muerta.
“Era noche, yo recuerdo que andaba una lámpara, y las alumbré, y fue así que me di cuenta que estaban muertas. Yo la dejé allí, supe que habían muerto queriendo alcanzar ese Sueño Americano de mentira; murieron de frío, hambre, deshidratadas”, detalló.
Explicó también haber sufrido deshidratación, al atravesar el desierto para llegar hasta la frontera.
“Cuando me entregué a Migración, me pusieron cinco sueros. Ahora que estamos aquí, de regreso en Nicaragua, nos sentimos alegres, porque otros no regresan; otros quedan muertos en el camino. Pero el hecho que esté vivo en Nicaragua, es una voluntad de Dios. Seguiré luchando en Nicaragua, si uno trabaja aquí nunca se muere de hambre”, manifestó.
Camino hacia la muerte
Para el repatriado, Elmer Francisco Jarquín (39 años) poblador de Condega, las cosas no fueron diferentes.
“El peligro que corrimos en México es grande. Nos expusimos a muchas cosas, muchas culebras y mosquitos, hay que dormir en el monte, correrte cuando te sigue la migra, los federales, los judiciales, los soldados; hay que buscar la manera de sobrevivir”, dijo a los medios de prensa.
Explicó que a veces toca atarse al tren y tener que tirarse. Sin embargo, hay personas que quedan mutiladas de por vida, hay personas que se mueren, y hay otros que han quedado tendidas muertos, en las vías del tren.
“Le pido a las familias, que tienen sus hijos, que no migren. Que mejor que se mantengan en Nicaragua, que aunque comemos arroz y frijoles, estamos mejor que en cualquier país”, advirtió.
Jarquín aseguró que cruzar de México a Estados Unidos, es un falso sueño.
“Para poder llegar a de un estado a otro en México, tenés que caminar de 15 a 20 días. Hay que prever en el camino si no salen secuestradores, si no salen animales”, refirió.
“Lo único que le pido a las familias nicaragüenses es que nos pongamos la mano en la conciencia, y que no se vayan en busca de este mal sueño americano, porque no existe”, sostuvo el repatriado.
Las maras la asaltaron
Uno de los casos que más impactó a las autoridades de la Dirección Consular de Nicaragua, fue el de la pobladora de Puerto Cabezas, Rosa Siú, quien con su pequeño hijo, de cinco meses de nacido, se atrevió a cruzar la frontera, corriendo con no tan buena suerte.
“Me asaltaron, me dejaron solo en blúmer y sostén, y por eso me tuve que entregar a Migración para que me deportaran. Fue horrible todo lo que pasamos allí. Mi hijo y yo viajamos en ese tren, y hasta los mareros nos asaltaron”, relató.
Siú instó a las familias nicaragüenses a no buscar este falso sueño americano “porque el camino es el de la muerte”.
“Una vez de regreso a mi país, quiero trabajar y seguir adelante. Es mejor vivir en nuestro país, que estar en otro lado. Nicaragua es el mejor lugar para vivir, en otro lado te pasan cosas, te hacen y deshacen y nadie responde por uno; mientras que en tu lugar puede pasar algo, pero siempre hay alguien que luche por uno”, destacó.
El desierto, el frío y el hambre
Rosa explicó que en ese largo camino de la muerte, para pasar hacia Estados Unidos, la gente va quedando muerta en el desierto, como un animal sin dueño.
“Les aconsejo que mejor no hagan ese viaje, porque es feo, muy feo. Estuve fuera de mi país cerca de un mes y medio. Mi niño de cinco meses se llama Ángel, y también pasó por todo esto. Las maras pudieron quitarme a mi hijo, violarme y matarme, pero no lo hicieron porque sé que Dios estuvo conmigo allí, en cada momento, en cada instante”, dijo esta madre.
Por su parte, el nicaragüense deportado, Janner Maldonado, habitante de Santo Tomás del Norte, explicó que además de luchar por no morir al tirarse del tren, los migrantes tienen que luchar por no ser víctimas de organizaciones del narcotráfico y el crimen organizado, como Los Zetas.
“No quedé con ganas de volver. No existe el Sueño Americano. Esto de ir a Estados Unidos, es una cosa fea. En la noche no podía ni dormir de la sofocación de quererme venir a su país. Prefiero estar aquí mejor, comiendo frijoles, pero tranquilo, en paz. Ahora me siento feliz, me siento diferente, tranquilo”, manifestó.
Agradecen apoyo del Gobierno
Maldonado también agradeció el apoyo brindado por el Gobierno Sandinista, al brindarles un recibimiento lleno de amor, tras pasar por esta situación que ha marcado su vida.
Reinaldo Baquedano, poblador de Chinandega, viajó junto a sus dos hijas y su esposa hasta México, para cruzar la frontera. Pero hoy está feliz de estar en Nicaragua, tras todo el sufrimiento que atravesaron “en ese viaje al infierno”.
“Vi de muchas personas que perdieron sus manos, perdieron su vida en el tren. Gracias a Dios a nosotros no nos pasó eso”, explicó.
Baquedano relató que su peor experiencia al viajar hacia México, fue haber visto que las maras lanzaron a un niño desde el tren en marcha.
“Cuando las maras le pidieron los famosos cien dólares a esta mamá, y ella no tenía, le tiraron a su niña del tren. La niña murió porque la señora no tenía los cien dólares, y eso fue terrible”, sostuvo.
También explicó que en alguna medida, existe un trato diferente hacia los centroamericanos inmigrantes.
“Los mexicanos se aprovechan de los centroamericanos inmigrantes, y les cobran caro todo. Si un refresco vale diez córdobas, al centroamericano se lo venden en veinte; en las estaciones de autobuses, el boleto se lo venden más caro a uno, y si uno reclama, llaman a la Migración para que se lo lleven”, refirió.
Este padre de familia, agradeció al Gobierno todo el recibimiento y las atenciones brindadas, una vez estando de regreso en Nicaragua.
“Yo les hacía el comentario a mis compañeros centroamericanos, también repatriados, que aquí en Nicaragua el Gobierno nos mandaba a recibir de una manera diferente, más calurosa, más solidaria. Es una alegría ver que nuestro Gobierno está pensando en nosotros de esta manera, recibiéndonos con amor, con calor humano”, expresó.
Un emotivo reencuentro
El equipo periodístico de El 19 Digital, acompañó a Reinaldo Baquedano y a su familia hasta su hogar, en Chinandega, tras ser deportado de México. Un emotivo encuentro se dio entre los familiares de estos hermanos y hermanas repatriados.
Los familiares recibieron con especial alegría a los Baquedanos, a quienes creían prácticamente muertos.
“Fue un momento difícil para nosotros como familia. Como padres, saber que nuestro hijo andaba en esos lugares. Estábamos muy preocupados. Llegó un momento en que creíamos que ya los habíamos perdido, porque no había comunicación con ellos. Es difícil lo que se pasa, una angustia que no se la deseo a nadie”, manifestó Germán Baquedano, papá de Reinaldo.
Los familiares agradecieron al Presidente Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, el haber llevado con bien, hasta su casa, a estos nicaragüenses deportados, entre ellos dos niñas.
“Gracias a las personas que ayudaron e hicieron posible que ellos llegaran con bien. Mis oraciones eran para ellos todo el tiempo. Me siento feliz, me siento liberado porque los pude ver de vuelta”, dijo Germán.
La Directora Consular, Iury Orozco, detalló que cuando asume el mandato el Presidente Daniel Ortega, es que se concreta la primera repatriación el 4 de marzo de 2008. Desde entonces unos 6 mil 854 hermanos han sido repatriados, de estos 201 son niños.
En 2006, en el marco de la Conferencia Regional de Migración, se firmó un memorando de entendimiento entre el Gobierno de Estados Unidos Mexicano, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, para la repatriación digna, ágil y oportuna de los centroamericanos.
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Esta entrada fue modificada por última vez el 15 de agosto de 2015 a las 12:38 PM