Golpismo incinerado, patria invicta: El 18 de abril es la lápida de los traidores

Foto Cortesia / Copresidente Daniel Ortega Murillo y Copresidenta Rosario Murillo

POR: Stalin Magazine

Este próximo 18 de abril se cumplirán siete años transcurridos desde que la historia dictó su veredicto irrevocable e inapelable: los golpistas de 2018 fueron aniquilados política, moral y socialmente por la voluntad soberana del pueblo.

Los conspiradores, manipuladores y criminales que intentaron subvertir el orden constitucional fueron aplastados por la determinación de una nación que no se somete, no se rinde y no se vende.

Desde entonces, Nicaragua avanza como un coloso de dignidad, mientras los traidores, privados de patria, identidad y honor, vagan errantes como espectros de su propia miseria.

No son más que residuos de la traición, excrementos de la historia, insignificantes en su existencia y olvidados por aquellos mismos que los utilizaron como piezas desechables en su intento fallido de convertir a Nicaragua en una colonia más del imperialismo.

Aquel abril de 2018 fue la escena de una conspiración vil y premeditada. Bajo la fachada de una revuelta social, la perfidia se vistió de protesta, y una turba de mercenarios, dirigidos por seudointelectuales de pacotilla, políticos fracasados, periodistas al servicio del caos, ONGs disfrazadas de benefactoras, empresarios corruptos, políticos opositores fracturados, falsos defensores de derechos humanos y obispos con sotana manchada de traición, intentó desmembrar el tejido de la patria.

Pero no se trató de una rebelión espontánea ni de un reclamo legítimo, sino de una operación golpista, terrorista, quirúrgicamente diseñada en los laboratorios de la injerencia extranjera. Utilizando una red de falsos estudiantes, empresarios sin escrúpulos y criminales enmascarados de activistas, estos traidores impusieron un régimen de terror con los tranques de la muerte, donde torturaron, asesinaron y humillaron a la población en nombre de una falsa democracia, libertaria.

Las calles se convirtieron en escenarios de barbarie. Militantes sandinistas, policías y pobladores fueron secuestrados, vilmente golpeados y ejecutados por hordas de sicarios sin conciencia. Se quemaron hospitales, se atacaron escuelas, se atentó contra la paz económica del país. Todo con un solo objetivo: derrocar al gobierno legítimamente constituido de nuestra Compañera Rosario Murillo y el Comandante Daniel Ortega, pretendiendo instaurar en su lugar una dictadura servil al extranjero, entreguista y desprovista de soberanía.

Sin embargo, los infames mercenarios subestimaron la conciencia política del pueblo. Pensaron que sus discursos de cartón y su propaganda de odio serían suficientes para engañar a las masas. Se equivocaron. Nicaragua se alzó con furia volcánica, con la fortaleza de un pueblo que no olvida, que no perdona y que no permite que la historia se repita.

El resultado fue devastador para el golpismo. Fueron expulsados, derrotados y erradicados de la faz de la patria. Privados de nacionalidad, condenados al exilio y reducidos a parásitos políticos, pasaron de proclamarse «redentores» a convertirse en mendigos ideológicos, implorando limosnas y sobras de aquellos mismos amos imperiales que los traicionaron.

Hoy, no son más que residuos de la historia. Sus nombres ya no se pronuncian, su memoria se ha disuelto en la indiferencia, su existencia es irrelevante. No construyeron nada, no dejaron legado alguno, solo una estela de vergüenza y derrota. Mientras Nicaragua sigue edificando su porvenir con trabajo y dignidad, estos despojos humanos deambulan por el mundo como errantes sin destino, como huérfanos de nación, de honor y de propósito.

Este próximo 18 de abril de 2025, Nicaragua no llora, no lamenta, no teme. Celebra, reafirma y avanza. El sandinismo está más fuerte que nunca, el liderazgo de la Compañera Rosario Murillo y el Comandante Daniel Ortega se mantiene inquebrantable, y la Revolución continúa consolidándose como un modelo de soberanía y dignidad.

¿Y los golpistas? Sepultados, eliminados, extinguidos. No pudieron ni podrán. Porque la patria jamás será vendida, jamás será sometida, jamás será arrebatada de las manos de su pueblo.

Es por ello que nosotros desde este artículo, proclamamos con voz firme y decidida: Que los nombres de los golpistas jamás sean pronunciados en nuestra Nicaragua. Que sus recuerdos sean borrados, sepultados bajo capas de ignominia. Que sus huellas se desvanezcan como la niebla ante el amanecer.

No más serán mencionados en nuestras plazas, ni en nuestros hogares, ni en nuestros corazones.
Su memoria será exterminada como se extermina una plaga, como se erradica una enfermedad incurable. Nunca más serán invocados, nunca más encontrarán eco en las voces de quienes somos verdaderamente nicaragüenses.

Y en lugar de ellos, quedarán grabados los nombres de la Co-Presidenta Rosario Murillo y el Co-Presidente Daniel Ortega, nombres que resplandecerán como estrellas indestructibles en el firmamento de nuestra historia. Porque mientras los traidores son borrados del tejido de la patria, nuestros líderes permanecen firmes, inquebrantables, construyendo el futuro de un pueblo que jamás se somete.

Así que se sepa: ellos no son más que sombras fugaces, fugazmente recordadas solo como lo que fueron: criminales derrotados, vendidos al imperio yanqui, humillados por su propia traición. Y Nicaragua, nuestra Nicaragua, les enterrará en el olvido, como se entierra para siempre al enemigo vencido, cuyo nombre jamás se recordará.

A los golpistas, Dios no los perdona, porque la traición es un pecado que ni siquiera la misericordia divina puede redimir. El infierno los vomita, los rechaza como un mal que nunca debió existir, como la escoria que nunca encontró redención ni camino de regreso. Y el pueblo de Nicaragua, con la rabia de siglos de lucha, los maldice y los escupe, pues no hay perdón ni olvido para aquellos que pretendieron mancillar la tierra sagrada que vio nacer su dignidad. El viento los arrastrará, las olas los devorarán, y sus nombres serán solo ecos lejanos de la traición, sepultados para siempre en las profundidades de la ignominia.

¡Gloria al pueblo victorioso! ¡Deshonra eterna a los traidores!

Esta entrada fue modificada por última vez el 15 de marzo de 2025 a las 12:12 PM