Irán – Manipulaciones en el caso Irán-contras

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La historia como pretexto: el caso Irán-Contras y las contradicciones de la política estadounidense

Maddalena Celano* (Assadakah News) – La historia es a menudo un instrumento de legitimación o manipulación para los gobiernos. Los acontecimientos oscuros o controvertidos terminan siendo deliberadamente olvidados o reinterpretados para servir a las necesidades del poder.

El caso Irán-Contras, que estalló en 1986, es uno de los ejemplos más llamativos de estas dinámicas. Pone de relieve no sólo las contradicciones de la política exterior de Estados Unidos, sino también la forma en que los principios democráticos pueden ser plegados con fines estratégicos.

Un escándalo revelador

En febrero de 1986, en el apogeo de la guerra entre Irán e Irak, un periódico libanés reveló la existencia de tráfico ilegal de armas entre Estados Unidos e Irán, a pesar del embargo impuesto a Teherán.

Las armas estadounidenses, principalmente misiles antitanques y repuestos para baterías antiaéreas, se vendieron con el doble objetivo de obtener la liberación de siete rehenes estadounidenses retenidos por Hezbollah en el Líbano y financiar a los Contras, un movimiento armado nicaragüense comprometido a derrocar al gobierno sandinista.

Nicaragua, en ese momento liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), representaba un nodo crucial para Estados Unidos en la lucha ideológica de la Guerra Fría. Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos, había solicitado al Congreso la aprobación de una intervención militar directa contra el gobierno sandinista, pero el Congreso negó el consentimiento, oponiéndose a la participación explícita en un conflicto que habría tenido repercusiones morales y políticas.

Ante la negativa, la administración Reagan optó por un camino alternativo y clandestino: financiar a los Contras con el producto de la venta de armas a Irán. Esta operación encubierta, dirigida principalmente por el coronel Oliver North, eludió el control del Congreso y violó abiertamente la ley, causando un gran escándalo cuando salió a la luz.

Paradojas geopolíticas

Lo que hizo que el escándalo Irán-Contras fuera aún más controvertido fue el contexto geopolítico en el que se insertó. Estados Unidos, oficialmente, condenó al Irán de los ayatolás, en el poder desde 1979 tras la revolución islámica que derrocó al Shah Reza Pahlavi, un aliado histórico de Washington.

Sin embargo, el propio Irán recibió armas en secreto, a pesar de estar involucrado en una sangrienta guerra contra Irak, un país al que Estados Unidos había apoyado militar y estratégicamente simultáneamente desde 1984.

Esta maraña de alianzas contradictorias reflejaba el enfoque de Estados Unidos en materia de política exterior, durante la Guerra Fría: se permitía cualquier cosa para contrarrestar la influencia soviética y proteger los intereses estadounidenses. Así, mientras la URSS apoyaba al régimen laico y socialista de Saddam Hussein en Irak, Estados Unidos lograba financiar tanto al enemigo de Irak (Irán) como a los Contras en Nicaragua, considerados por Reagan como «los equivalentes morales de los padres fundadores».

El papel de Oliver North

La figura central del escándalo fue el coronel Oliver North, miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos y responsable de la gestión de operaciones clandestinas entre 1983 y 1986.

North ya era conocido por haber orquestado varias acciones militares: desde la invasión de la isla de Grenada en 1983, para impedir el establecimiento de un gobierno procomunista, pasando por la captura de los secuestradores del barco Achille Lauro en 1985, hasta el bombardeo contra las bases libias de Gadafi en 1986.

En el caso Irán-Contra, North se encargó de gestionar todo el sistema de tráfico de armas y financiación. Cuando estalló el escándalo, la administración Reagan lo despidió de inmediato, atribuyéndole toda la responsabilidad de las operaciones. En el juicio, North fue condenado en 1989 por tres cargos, pero las condenas fueron posteriormente anuladas en apelación, dejando una sombra permanente en la transparencia del gobierno estadounidense.

Una herencia controvertida

El escándalo Irán-Contras no solo fue una crisis política, sino también un momento revelador de las profundas contradicciones de la política exterior de Estados Unidos. Por un lado, puso de manifiesto la capacidad del gobierno estadounidense para sacrificar sus principios democráticos, como el respeto a la ley y la transparencia, en nombre de intereses geopolíticos.

Por otro lado, demostró la eficacia de la manipulación histórica: aunque el escándalo minó temporalmente la credibilidad de la administración Reagan, el caso fue progresivamente olvidado, dejando intacto el mito del presidente.

Hoy en día, el caso Irán-Contras sigue siendo una advertencia sobre cómo la historia, a menudo olvidada o reescrita, puede convertirse en un aliado de los gobiernos para legitimar el poder. Reflexionar sobre estos hechos significa cuestionar la delgada línea entre la necesidad política y el abuso, entre la memoria y el olvido, y el papel que deben asumir los ciudadanos para evitar que la verdad sea sacrificada en el altar de la conveniencia.

Sombras de guerra: las atrocidades de los Contras y el papel de Estados Unidos en Nicaragua

El conflicto en Nicaragua durante la década de 1980 representa una de las heridas más profundas de la Guerra Fría en América Latina. Impulsado por las ambiciones geopolíticas de Estados Unidos y la resistencia de un gobierno revolucionario, el país fue devastado por una brutal guerra civil.

Los Contras, una alianza de grupos armados apoyados clandestinamente por la administración Reagan, fueron responsables de algunas de las peores violaciones de derechos humanos en la región, alimentando una espiral de violencia e inestabilidad que marcaría a Nicaragua durante décadas.

¿Quiénes eran los Contras?

Los Contras nacieron como una fuerza paramilitar en oposición al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que había derrocado la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, aliado histórico de Estados Unidos, en 1979.

El gobierno sandinista, encabezado por Daniel Ortega, implementó políticas de redistribución de tierras, nacionalización y alfabetización, ganando el apoyo de muchas comunidades rurales, pero también atrayendo la hostilidad de Washington.

Temiendo que Nicaragua se convirtiera en un puesto de avanzada soviético en América Central, la administración Reagan se embarcó en una campaña para desestabilizar al gobierno sandinista. Los Contras, compuestos principalmente por ex miembros de la Guardia Nacional de Somoza y otros opositores políticos, se convirtieron en la principal herramienta de esta estrategia.

Violaciones de los derechos humanos cometidas por los Contras

Financiados y armados por Estados Unidos, los Contras libraron una guerra asimétrica contra el gobierno sandinista y sus bases de apoyo, principalmente en las zonas rurales. Sus métodos incluían ataques indiscriminados, terrorismo psicológico y violencia sistemática.

Según informes de organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los Contras fueron responsables de:

  • Masacres de civiles: Aldeas enteras sospechosas de apoyar a los sandinistas fueron saqueadas e incendiadas. Los habitantes eran masacrados a menudo, sin distinción alguna entre hombres, mujeres y niños.
  • Tortura y ejecuciones sumarias: Los prisioneros capturados por los Contras fueron sometidos a brutales torturas, incluidas mutilaciones y violaciones, antes de ser asesinados.
  • Violencia sexual: Las mujeres, a menudo niñas, fueron sometidas a violencia sexual sistemática, utilizada como herramienta para aterrorizar a las comunidades.
  • Sabotaje de la infraestructura: Se destruyeron escuelas, clínicas médicas, almacenes de alimentos y proyectos de desarrollo para socavar la credibilidad del gobierno sandinista.

Uno de los episodios más trágicos fue el ataque a la aldea de La Penca en 1984, en el que los Contras mataron a decenas de civiles.

La violencia también afectó a las comunidades indígenas, como los miskitos de la costa caribeña, que a menudo fueron acusados de simpatizar con los sandinistas y fueron sometidos a una brutal represión.

El apoyo secreto de los Estados Unidos

La conexión entre los Contras y los Estados Unidos fue cimentada por la administración Reagan, que los vio como una fuerza esencial para contrarrestar el «peligro rojo» en América Latina.

Sin embargo, la Enmienda Boland, aprobada por el Congreso entre 1982 y 1984, prohibió el uso de fondos federales para apoyar a los Contras, lo que obligó a la administración a recurrir a métodos ilegales para financiar la guerra de guerrillas.

Fue en este contexto que nació el escándalo Irán-Contras, que reveló cómo las ganancias de un comercio secreto de armas con Irán (a pesar del embargo) se utilizaron para financiar a los Contras. Esta maniobra eludió el control del Congreso y planteó serias dudas sobre la legitimidad y la ética de la política exterior estadounidense.

El impacto en la población nicaragüense

El conflicto tuvo un costo humano devastador. Se estima que más de 50.000 personas murieron entre 1981 y 1990, muchas de ellas civiles. Decenas de miles de nicaragüenses fueron desplazados u obligados a refugiarse en países vecinos.

Las comunidades rurales sufrieron las consecuencias más graves, con familias enteras destruidas e infraestructuras vitales destruidas. Las cicatrices sociales y económicas del conflicto siguen afectando a Nicaragua hoy en día, contribuyendo a la persistente inestabilidad política y a los profundos desequilibrios económicos.

La memoria de las víctimas y la falta de justicia

A pesar de la magnitud de las atrocidades, pocos autores han sido llevados ante la justicia. Estados Unidos nunca ha reconocido oficialmente su complicidad en las violaciones de los derechos humanos cometidas por los Contras.

Las víctimas, muchas de las cuales pertenecen a comunidades indígenas y campesinas, continúan luchando por el reconocimiento y la reparación.

Un capítulo oscuro de la Guerra Fría

La historia de los Contras no es solo una historia de violencia y sufrimiento, sino también un ejemplo de cómo las grandes potencias pueden sacrificar los derechos humanos y la dignidad de las poblaciones locales en nombre de intereses geopolíticos

Hoy en día, recordar estos acontecimientos no es solo un deber moral, sino una advertencia para el futuro. La memoria histórica es una herramienta esencial para evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir y para promover una política internacional basada en los principios de justicia y respeto a los derechos humanos.

*Maddalena Celano, catedrática, activista y académica italiana.

Esta entrada fue modificada por última vez el 13 de enero de 2025 a las 3:38 PM