Las venas abiertas norteamericanas

Image

Por: Stephen Sefton, 6 de enero 2024

Cuando ocurren sucesos extraños y violentos en los Estados Unidos norteamericanos lo único que se puede saber con absoluta seguridad es el sufrimiento humano de las y los víctimas y sus familias. Alrededor de este tipo de incidentes siniestros y oscuros casi siempre surgen contradicciones que suscitan preguntas e incertidumbre sobre la verdad de lo que haya pasado, sobre quienes pudieran haber sido los posibles autores intelectuales de los atentados o cuales hubieran sido los verdaderos motivos detrás de ellos. Las respectivas fuerzas políticas del país buscan cómo explotar esas dudas para promover la división y el sectarismo.

Sin embargo, para la enorme mayoría de la población del país, los recientes ataques en New Orleans y Las Vegas son lamentables, pero son acontecimientos aberrantes y aislados. En dos o tres semanas, la mayoría de la población los habrían olvidado, dejando a los familiares de las personas víctimas de los ataques y las personas sobrevivientes a buscar cómo reconstruir sus vidas. Lo sospechoso de estos recientes ataques es como han sido explotados con fines políticos por los medios de comunicación y en las redes sociales, en el contexto de la venidera inauguración del señor Donald Trump como presidente del país.

Para las élites empresariales que gobiernan el país y son propietarias de casi todas las fuentes de la información, los violentos incidentes en New Orleans y Las Vegas son otra nueva oportunidad que les permite manipular la opinión pública como siempre lo han hecho. Los acontecimientos en Nueva Orleans y en Las Vegas siguen el patrón de la incertidumbre y sospecha que persisten alrededor de los casos notorios de asesinato político en la historia reciente norteamericana como, por ejemplo, los asesinatos del presidente John F. Kennedy, de su hermano Robert Kennedy, de Martin Luther King o de Malcolm X.

Las incidentes de la violencia mortal son frecuentes en los Estados Unidos norteamericanos. Desde los asesinatos políticos hasta los asesinatos masivos y el abuso de la fuerza letal contra las personas afrodescendientes. En 2023 hubieron 604 incidentes de asesinato masivo con 754 personas muertas y 2,443 heridos. Este ha sido un patrón consistente durante por lo menos veinte años. Las personas afrodescendientes son alrededor de 13% de la población, pero en promedio constituyen más de 25% de las personas matadas por la policía al año. Es rutinario que la información sobre los incidentes de la violencia fatal en el país sea manipulada de una u otra manera con fines políticos o ideológicos.

Entonces, es difícil tomar al pie de la letra la información oficial del ataque contra las personas que celebraban el Año Nuevo en Nueva Orleans y la explosión de un carro afuera del Centro Trump en Las Vegas. En ambos casos los aparentes responsables fueron ex-soldados que habían servido en Fort Bragg, una base militar en Carolina del Norte con un centro de entrenamiento en guerra psicológica y otro centro para el entrenamiento de las fuerzas especiales. También Fort Bragg es notorio por ser un punto de entrada significante al país de la droga, llevado por militares que regresan del extranjero.

De hecho, el abuso de las drogas se relaciona mucho con la incidencia de los trastornos de estrés postraumático que afectan a casi 20% de los militares involucrado en combates. El Instituto Nacional sobre el Abuso de las Drogas reporta que entre 37% y 50% de las y los veteranos militares que servían en Irak y Afganistán han sido diagnosticado con problemas psicológicos y sus condiciones se asocian fuertemente con los problemas del abuso de la droga y el alcohol. Entonces, más que los posibles motivos políticos oscuros relacionados con los ataques en New Orleans y Las Vegas, el hecho que sus autores eran veteranos militares señala las profundas heridas causadas en la sociedad norteamericana por sus guerras imperialistas en ultramar.

Los atentados han ocurrido en el contexto de la constante e implacable campaña de odio contra Donald Trump que se ha mantenido desde su triunfo electoral en 2016 sobre el Partido Demócrata. Pero la desconfianza generalizada de la población en los medios de comunicación permitió a Donald Trump superar los ataques y ganar la campaña electoral del año pasado contra Kamala Harris. Una encuesta por la empresa Gallup de 2023 encontró que solamente 32% de la población confía en los medios de comunicación, mientras 39% desconfían por completo en ellos

Un momento clave de la campaña electoral fue el grave atentado de asesinato lo cual el señor Trump sobrevivió solamente por gracia de Dios. Su postura valiente ante ese atentado le ganó mucha simpatía entre las y los votantes independientes. Mucha gente también votaron por Donald Trump por su afirmación que iba a terminar la guerra en Ucrania contra Rusia lo cual ha desviado cientos de miles de millones de dólares en beneficio del sector militar-industrial y otros intereses corporativos, obviando las necesidades de la mayoría de la población.

A la vez que se proyectó como alguien opuesto a las guerras, Donald Trump también sabía manipular con éxito de manera inescrupulosa y racista el tema de la migración. También ganó simpatía entre las y los votantes que percibieron como injustos los ataques mediáticos a su persona y los abusos del sistema judicial para perseguirlo. Por otro lado su campaña electoral tenía la ventaja de la mediocre candidatura de Kamala Harris por el Partido Demócrata y una percepción negativa de la administración del presidente Joe Biden de parte de más de 56% de la población.

Te puede interesar: Las venas obstruidas del modelo estadounidense

La extrema polarización política entre la población norteamericana refleja el extraordinario control y manipulación psicológica de la sociedad norteamericana por la clase gobernante. Una fascista oligarquía de un puñado de personas fabulosamente ricas tiene comprado toda la clase política por medio de donaciones a sus campañas electorales. Un corolario de este dominio político es su férreo control de los medios de comunicación principales tradicionales, igual que los medios supuestamente alternativos del internet y también de las redes sociales por medio de las gigantes plataformas digitales corporativas.

Donald Trump se ha proyectado falsamente como un individuo que lucha por los intereses del pueblo pero su agenda política es igual de fascista que sus opositores. Entonces, es posible que los intereses de élite que han financiado a Donald Trump como candidato permitirán unas medidas para apaciguar la base política del gobierno de Donald Trump, pero no van a permitir medidas que responden a las necesidades fundamentales de la población. Tampoco permitirán cambios en la trayectoria agresiva de la política exterior.

En su primera administración Donald Trump intensificó las medidas coercitivas contra Cuba, Venezuela y Nicaragua; autorizó el asesinato del General Qasem Soleimani de Irán; se retiró del Plan de Acción Integral Conjunto sobre el programa nuclear de Irán; apoyaba y armaba el régimen de simpatizantes nazis en ucrania;  se retiró del Acuerdo de Paris sobre el Cambio Climático y del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio con Rusia; y apoyaba el régimen sionista genocida israelí. Así que, aun después de la derrota estratégica sufrido por la OTAN en Ucrania, es probable que la política exterior de Donald Trump será igualmente agresiva alrededor del mundo.

Lo único que explica la extrema hostilidad hacia Donald Trump de parte de las y los simpatizantes del Partido Demócrata es su patente sentido de superioridad tanto a su persona como a las y los votantes que lo apoyan. Hillary Clinton los llamó “los deplorables” y este sentido de superioridad se basa en las políticas identitarias a favor de las minorías de la diversidad sexual, su defensa del derecho de las mujeres al aborto y su supuesta solidaridad con las minorías étnicas. Todas estas fisuras en la altamente fragmentada sociedad norteamericana se combina con un sistema de gobierno y de planificación económica disfuncional.

En este momento, la economía y la sociedad de los Estados Unidos norteamericanos no están en condiciones para enfrentar militarmente a la Federación Rusa y tampoco pueden competir con la fuerza económica de la República Popular China. Pero la clase política norteamericana ha sido incapaz de enfrentar esta realidad. El venidero gobierno de Donald Trump no va a poder sanar las profundas heridas sectarias e ideológicas que dividen la sociedad de su país y tampoco va a revertir el declive de su economía relativo al mundo mayoritario.

En efecto las élites gobernantes han actuado para su propio bien de manera desalmada, devorando el futuro de su propio pueblo. Quizás el nuevo gobierno de Donald Trump va a poder sostener la ilusión del éxito del llamado sueño americano por medio de las ventajas que su país todavía disfruta a nivel internacional. Pero a nivel interno se va a empeorar todavía más la ya aguda polarización social y la decepción popular con el progresivo declive de su nivel de vida.

Esta entrada fue modificada por última vez el 7 de enero de 2025 a las 2:11 PM