POR: Doctor Jorge Eduardo Arellano
Nota introductoria de la obra León de Nicaragua y su vida cotidiana en el siglo XVI. Managua, JEA-Editor, 2023, la cual consta de 12 capítulos: I. Bajo la sombra de la Ira de Dios; II. Disputas sangrientas por la gobernación de Nicaragua; III. Junto a la gran Laguna Ayagualo y frente al Infierno de Mamea; IV. El degollado fundador bicéfalo don Francisco Hernández; V. Persistente resistencia autóctona y el primer protector de indios y primer obispo; VI. Consolidación pedrarista / tráfico de indios libres y esclavos / memorial de Oviedo; VII. Artesanos, edificios, vestuarios y colisión castañeda-pedrarias; VIII. La ciudad de León de Nicaragua: buenas y malas noticias; IX. Familia Contreras-Peñalosa, colisión Mendavia-Ríos y encomenderos; X. La mano fuerte del señor Valdivieso; XI. El frustrado príncipe del nuevo mundo; XII. Deterioro de la ciudad maldita; XIII. Abandono temeroso y mudanza desesperada; Fuentes; Índice onomástico.
CON ESTA pesquisa, sustentada en auténticos y prolijos documentos, intentamos reconstruir la intensa vida, pasiones e infortunios, deterioro y destrucción de la primitiva capital de Nicaragua. Así, contextualizándola en las circunstancias históricas del siglo XVI, señalamos su evolución urbana y revivimos su cotidianidad: escándalos, enfrentamientos, procesos legales, salarios, precios (sobre todo del vino, el aceite, la cera), habituales cuchilladas callejeras y atuendos de sus vecinos españoles.
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Por tanto, identificamos ––con sus nombres y actuaciones–– alarifes (o albañiles), alcaldes ordinarios, alguaciles mayores y menores, arcedianos (del cabildo eclesiástico), barberos, carniceros, carpinteros, cerrajeros, cirujanos (bachilleres Ruy Méndez y Francisco Pérez de Guzmán), contadores, criados, curas, curtidores, deanes, encomenderos, esclavos negros, escribanos, espaderos, estantes (o tenderos), frailes, fundidores (del oro), guardas de la cárcel pública, jueces y notarios eclesiásticos, herreros, indios ricos, legos (de órdenes religiosas), mayordomos, niños indígenas bilingües, obispos, oidores (de la Audiencia de los Confines), plateros, posaderos, pregoneros, regidores (o concejales del cabildo), sacristanes, sastres, silleros, tesoreros, toneleros, veedores (de las fundiciones), zapateros y zurradores.
Mujeres de ñeque
Entre otros personajes, destacamos a mujeres de ñeque como Ana Jiménez e Iseo de Santiago, ricas encomenderas; y otras cinco de menor cuantía tributaria: Ana de Guevara, Catalina de Molina, Francisca de Robles, Isabel Vélez y Mari Gutiérrez; a la adúltera Leonor Álvarez del Ferrol y a la bígama Catalina Rivadeneira, sin olvidarnos de las mayores protagónicas Isabel de Bobadilla ––dueña de un burdel en el puerto del Realejo, aunque nunca estuvo en Nicaragua–– y María de Peñalosa, objeto tanto de panegíricos como de diatribas y autora intelectual de la rebelión de sus hijos en contra de la Corona.
La Bobadilla (quien vino al Darién con Pedrarias en 1514 y retornó a España en 1520) ha merecido los adjetivos de animosa, diligente, decidida, práctica y porfiada en su faena de conseguir mercedes para sí misma, esposo, hijos, yernos y nietos, colocando el encumbramiento de su familia por encima de otras consideraciones. Además, manejaba con destreza el género epistolar. Amado esposo ––escribió a Pedrarias––:
me parece que nos unimos desde jóvenes con el yugo marital para vivir juntos, no separados. Adonde quiere que te lleve la suerte, ya entre las furiosas ondas del océano, o en los peligros terribles de la tierra, sábete que te he de acompañar […] Esta es mi resolución, no tomada temerariamente, ni del momento, ni por arrebato mujeril, sino maduramente pensada. Escoge una de las dos cosas: o me cortas el cuello con la espada, o consientes en lo que te pido.
La Peñalosa, por su lado, fue valorada por Ligia Madrigal Mendieta en relación a su complicidad en dicha rebelión: “El liderazgo femenino quedó oculto por la figura de sus hijos mayores, pero sostuvo la relevancia y don de mando para organizar y dirigir la sublevación. Durante la conquista, cuando el control del poder y la gloria consecuente eran aún potestad masculina, María de Peñalosa se empeñó en conquistar aquello para sí y los suyos”.
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Machos y no tan machos
Naturalmente, registramos a machos y no tan machos, uno de ellos el primer sodomita documentado en nuestra historia: Andrés Caballero, a quien el alcalde Diego de Tapia ordenó quemar vivo en la Plaza Mayor; a los insaciables fornicarios Diego de la Tobilla, tesorero que no respetaba a españolas casadas, arrasando aún más con indias jóvenes y Onardo de Lima, cura tratante de blancas: compraba y vendía indias hermosas; y a tres africanos esclavos: el negrito que Gil González Dávila compró a Pedrarias en Panamá por 300 pesos de oro para incorporarlo a su expedición de 1522-23, el cocinero que trajo de Honduras el gobernador intruso Diego López de Salcedo ––quien le concedió un repartimiento de indios–– y el criado Hernando Negro, condenado a morir en la horca por mal comportamiento ante su amo Hernán Nieto, quien de noche visitaba a Rodrigo de Contreras llevando a su negro con un farol o tea encendida y armado.
El cronista Oviedo
Igualmente, era imposible dejar de leer y releer al célebre cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, inteligente observador y recolector de noticias sobre el propio terreno y no, como Francisco López de Gómara y Antonio Herrera y Tordesillas, cronistas de gabinete. Oviedo, como se le suele llamar, permaneció un poco más de un año y medio en Nicaragua, ejerciendo de comerciante, político, encomendero, contador e insoslayable inquisidor de la flora, fauna y naturaleza toda del país, así como de las gentes que lo habitaban, indios y españoles, cristianos y gentiles. Oviedo observó con mirada aguda y omnipresente. También escuchó, siempre atento, hechos y dichos. De ahí la gran calidad de su testimonio que todo nicaragüense, si desea aspirar a ciudadano culto, debe conocer a fondo.
Funcionarios corruptos y tiranos
En la lista de funcionarios corruptos y tiranos, no podían faltar el alcalde mayor Francisco de Castañeda, adversario de Pedrarias Dávila, primer gobernador de Nicaragua nombrado por la Corona; los pedraristas y los castañedistas, minoritarios contreristas y mayoritarios anticontreristas; la protección ––no muy efectiva–– a los naturales de los obispos Diego Álvarez Osorio y Antonio de Valdivieso; la permanente tragedia de nuestros indios, muy pronto exportados legal o ilegalmente a Panamá y al Perú para ser vendidos en subastas.
Indios ricos
Pero también consideramos imprescindible referir la existencia de tres indios ricos: don Cristóbal de Mena, cacique de Chiangalpa y padre de la india libre Elena, destinada a matrimoniarse por la Iglesia con Juan Lozano; don Diego, cacique de Condega, que vestía a la española, era ladino (buen hablante de castellano) y dueño de casa en León de Imabite; y Taugema, cacique de Mazatega y Tecolotega, cuya hija Ana fue educada en España y regresó para casarse con un español honrado.
Además, registramos a Hernandico, indio hablante de castellano, acogido en casa del obispo Diego Álvarez Osorio y poseedor de una encomienda; al primer natural de Nicaragua que viajó a España, criado por el escribano Juan de Simancas; al alguacil Alonso de León, condenado a cien azotes y a destierro por difamar el sexo femenino; y a los hijos mestizos de Martín Membreño, herederos de las encomiendas de su padre: 160 indios tributarios de Chinandega y 70 de Posoltega que les suministraban de tributo anual 22 fanegas de maíz, 5 de frijoles y otras 5 de algodón, 200 mantas, mil libras de sal, 54 gallinas de castilla, 18 petates, 60 cántaros, 50 pares de alpargatas, cabuya para 12 jáquimas, 4 indios pescadores y 10 indios sirvientes.
Acontecimientos poco conocidos
En fin, consignamos muchos acontecimientos poco conocidos que ocurrieron en León de Imabite, cabeza administrativa y episcopal de nuestra provincia española, entrada en franco deterioro a raíz del horrendo homicidio en la dignidad eclesiástica de Antonio de Valdivieso, perpetrado por un nieto de Pedrarias Dávila, recordado mucho por su carácter execrable.
Fuentes
Estas páginas las elaboramos en memoria de Eduardo Pérez-Valle (1924-1998) y en reconocimiento a Helena Ramos: él amigo, compañero de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y del Archivo General de la Nación; y ella amiga, compañera de tareas intelectuales en la Biblioteca del Banco Central y nicaragüense consorte. Ambos las inspiraron en virtud de un entusiasmo creador que compartimos ante el formidable universo histórico e increíble de León de Imabite, rescatado documentalmente por el doctor Andrés Vega Bolaños (1890-1986).
Recurrimos, pues, a básicas colecciones de documentos (las del jesuita Pablo Pastells en 1921, Andrés Vega Bolaños en 1954-57: 17 tomos y Carlos Molina Argüello en 1997-2004: 11 volúmenes), iniciativas de los gobiernos del país; y al mayor número de aportes al estudio de la Ciudad de León ––elevada a tal categoría el 2 de diciembre de 1534 por el pontífice Pablo III–– y su época.
Entre ellos, aprovechamos los de Sofonías Salvatierra (1882-1964), Carlos Molina Argüello (1921-1988), Carlos Meléndez (1926-2000) y especialmente los de Pérez-Valle; y también los de Constantino Láscaris (1923-1979), Alfonso Argüello Argüello (Triple A), Carlos Tünnermann Bernheim, José Argüello Gómez (el más desconocido y útil con su plano esquemático del Sitio Histórico Ruinas de León Viejo), Nicolás Buitrago Matus (1890-1985) y su primogénito Edgardo Buitrago Buitrago (1924-2009), Eduardo Zepeda-Henríquez (1930-2022), Jaime Íncer Barquero, William Hüpper Argüello, Aldo Díaz Lacayo (1936-2022), Esteban Duque Estrada, Remo Mazzacurati, Patrick S. Werner (1948-2019), Pablo Kraudy Medina, Clemente Guido Martínez, Edgar Espinoza, Ramiro García Vásquez, Rigoberto Navarro Genie y Róger Norori Gutiérrez.
Dos voluntades imbatibles
Sin duda, a las voluntades imbatibles de Tünnermann Bernheim ––cuando era rector magnífico de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en su sede única de León–– y del licenciado Clemente Guido Martínez, desde la dirección del Instituto Nicaragüense de Cultura, se deben, respectivamente, el redescubrimiento o relocalización del antiguo León de Imabite y la inscripción de sus ruinas por la UNESCO en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Uno en 1967 ––a 357 años de su fundación–– y el otro el 2 de diciembre del 2000 a 476.
Ensayo sobre nuestro pasado fundacional
He aquí una indagación actualizada, un ensayo sobre el proceso de la conquista española como una empresa de dos o tres generaciones, extendida más allá de las fronteras de cualquier Estado nacional de nuestro subcontinente; una investigación más narrativa que historiográfica, cuyos hechos parecen ficcionales. Es decir, una novela que escribió la realidad: la del pasado fundacional de nuestra trágica y violenta, aunque siempre admirable y amada, Nicaragua.
Finalmente, pedimos excusas al lector por tanto detalle. Pero ya era hora de retomar el tema para enriquecerlo de forma atractiva y precisa, transcribiendo oportunas citas de documentos oficiales, crónicas de Indias e investigaciones contemporáneas. Además, la importancia de León de Imabite y sus vestigios continúa siendo muy alta para los nicaragüenses y ojalá lo sea también para la historia de otros países de la América nuestra.
Esta entrada fue modificada por última vez el 16 de octubre de 2023 a las 1:35 PM