Los pecados de Benedicto XVI

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POR: STALIN V.

El Papa Benedicto XVI es considerado aún después de muerto, una de las mentes teológicas más brillantes del siglo XX. Sin embargo esa «grandesa», no oculta que la pederastia marcó su pontificado. Pero también es importante dejar claro en este artículo, que los pecados de Benedicto también son los pecados de la Iglesia, Ratzinger dirigió un sistema clerical agotado que siempre apeló a la retórica de las disculpas, vergüenza, arrepentimiento y solicitudes de perdón. La cola y la culpa de Joseph Ratzinger son tan grandes que seguramente no alcanzaron en su cajón de madera al momento de ser bajado a la bóveda donde también no descansan en paz otros papas de la Iglesia Católica.

Se le acusa de haber encubierto a cuatro sacerdotes pedófilos cuando era Arzobispo en Múnich entre 1977 y 1982 y ya no decir durante su pontificado entre 2005 y 2013 que el Vaticano tuvo que enfrentar y responsabilizarse por graves denuncias de abusos sexuales que estallaron en diferentes partes del mundo. El modus operandi era el mismo, sacerdotes degenerados que habían abusado de menores y como ya es una tradición en la Iglesia católica, todas las denuncias eran sepultadas con ayuda de abogados, políticos y personajes oscuros influyentes aliados al Vaticano.

Uno de los mayores pecados de Benedicto XVI fue el haber protegido al aberrado sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de la polémica congregación Los legionarios de Cristo.
Este abusador Maciel, había creado en la década de 1940 con el fin declarado de acercar el ministerio de la Iglesia a los más jóvenes, pero la congregación terminó siendo el espacio donde fueron abusados sexualmente cerca de 175 menores a lo largo de cuatro décadas, según los reportes de crímenes que incluso han sido aceptados por las propias autoridades eclesiásticas.

Sin embargo en 2005, cuando Ratzinger se convierte en Benedicto XVI, la institución tenía presencia en cerca de 10 países y unos 65.000 miembros, especialmente en América Latina. Maciel era considerado un protegido y muy «intimo»de su antecesor, el papa Juan Pablo II.
Como una manera descarada y de completa impunidad a fin de proteger al delincuente sacerdote Maciel, fue el hecho de que Benedicto decide pasarlo a retiro en 2006 así comonde llevar una vida de oración y penitencia en vez de aplicarle un castigo severo. Marcial Maciel falleció y se fue al infierno en 2008 luego de años de escándalos por las acusaciones de pederastia, así como por la paternidad de al menos 4 hijos con distintas mujeres.

Si seguimos escudriñando los pecados en vida cometidos por Benedicto XVI nos encontramos que donde se pone el dedo salta la pus, por ejemplo después de renunciar a su papado y pasar a la condición de emérito, se destapó otro encubrimiento por parte del viejo jerarca católico y es que el papa emérito Benedicto XVI contribuyó a encubrir a un capellán condenado por abusos sexuales en la década de 1980, cuando era cardenal y arzobispo de Múnich, según un documento eclesiástico.

El capellán Peter H. fue trasladado en 1980 del obispado de Essen al de Múnich-Freising después de haber abusado de varios menores; al tener conocimiento de las acusaciones, sus superiores no las esclarecieron sino que le impusieron acudir a una terapia psicológica. El entonces cardenal Joseph Ratzinger, en su condición de arzobispo de Múnich-Freising, tenía conocimiento de que el capellán había cometido abusos, pero aún así aprobó su traslado y no informó del caso al Vaticano, como habría sido su obligación, según un decreto extrajudicial del Tribunal Eclesiástico de la Archidiócesis de Múnich y Freising de 2016.
Tras el traslado aprobado por Ratzinger, el sacerdote continuó con los abusos, por los que fue condenado en 1986 a 18 meses de cárcel, hecho que llevó a los responsables eclesiásticos a trasladarle de nuevo, esta vez a Garching, en el sur de Alemania.

El 11 de febrero de 2013 todas las víctimas por abuso sexual cometidos por miembros de la Iglesia católica y encubiertos por Benedicto, tuvieron un poco de justicia, porque el papa Benedicto XVI, nacido Joseph Aloisius Ratzinger hacía 85 años y oriundo de Baviera, se sentó en su sillón papal, sacó un papel escrito de su puño y letra y comenzó a leer en un latín reposado: “… actus plena libertate declaro me ministerio episcopi Romae, successoris sancti Petri, mihi per manus cardinalium die 19 aprilis MMV commissum renuntiare…”.

En la sala del Consistorio del Palacio Apostólico, los pocos periodistas presentes (siete, a lo sumo) no captaron lo que estaba pasando. Claramente: “Con plena libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de San Pedro, que me concedieron los cardenales el 19 de abril de 2005…”. Estaba ocurriendo lo inaudito, lo no visto en casi medio milenio: un jefe de la Iglesia católica renunciaba. Y, por primera vez en la historia, renunciaba por el excesivo cansancio, por no tener el vigor necesario, pero seguramente por la gran culpa y el cargo de conciencia que lo atormentaba por ser cómplice de todos esos sotanudos aberrados sexuales a los que protegió toda su vida.

Entonces se levantó el cardenal Angelo Sodano (decano del Colegio Cardenalicio y recurrente papable). Tomó la palabra y dijo, enfrente de Ratzinger: “Santidad, amado y venerado sucesor de Pedro, como un relámpago en el cielo sereno ha resonado en este aula su conmovido mensaje. Estamos cerca de usted, Santo Padre, bendíganos”.

El Papa agradeció, se levantó y, sin esperar más reacciones, salió de la sala siguiendo el estricto protocolo vaticano. Con esto, el ducentésimo sexagésimo quinto Papa de la historia daba a conocer que el próximo 28 de febrero, a las 8 de la noche, abandonaría los cargos de Sumo Pontífice, obispo de Roma.

Esta entrada fue modificada por última vez el 10 de enero de 2025 a las 11:38 AM