Por: Miguel Ángel Aguilar •
Es una de las grandes capitales de Latinoamérica, centro neurálgico de la revolución sandinista, sede central de los destinos administrativos de una nación boyante y genuina, me impactó de inmediato lo cálido y amistoso de su gente, todo mundo sonríe, es el común denominador de esta ciudad con nombre náhuatl que tiene significados como “junto al agua”, “lugar rodeado de aguas”, es Manawak, la ciudad cazadora hija de las guerras, de los heroísmos, de los sentimientos de una nación hermana con lazos diplomáticos formales con México de ya casi 200 años.
El gentilicio es nicas, nicoyos, pinoleros, chocos y mucos, la habitan más de 1millon de habitantes, tiene los asombroso mercados oriental y huembés, terremotos y devastaciones de las guerras destruyeron su generosidad, pero siempre se ha ganado la admiración mundial por el profundo respeto a los monumentos nacionales, los lugares icónicos de la cultura y el respeto a los héroes nacionales, es, vale decir, una ciudad sectorizada de acuerdo a lo que ellos empoderan conforme a sus costumbres, leyes y ordenamientos municipales y estatales.
Dejemos a un lado las cifras industriales o la numerología del comercio, del sudor en sus frentes de las celebraciones o los barrios alucinantes, de los lagos impresionantes y montañas, selvas y ríos, a mi me vincula de inmediato el desplegado que formulan sus calles, sus avenidas, sus buses urbanos donde miles de trabajadores se mueven en el trasporte más barato del continente, es la dinámica de haber tenido las asambleas del sudor en pos de decidir su propio destino, convocando siempre a la disciplina, la defensa de la revolución, la admiración a su presidente.
Es una ciudad musical, deportiva, de museos y parques, de heroísmos.
Cada calle tiene una historia y una lección de vida.
Estudiando la historia de mi estado San Luis Potosí, en la zona central de la república mexicana, me impresionó la similitud con el líder indígena chichimeca guachichil Managua o Manahua, que hace 30 años descubrí por medio del poeta Manuel Lara Hernández, quien a través de la poesía y la investigación histórica, hizo un recuento de la resistencia de la guerra de los maticoyas y del Mixtón y desterrando por siempre la vieja idea de que los chichimecas del altiplano potosino y zacatecano, eran
nómadas sin cultura, desnudos y salvajes a escalas gigantescas, y solo diestros con la flecha y la lanza, la puntería prodigiosa, la pelea como indomables.
El líder indígena Managua potosino, emprendió junto a Xale y Maticoya en la zona de Mexquitic, una resistencia guerrera contra el dominio y expansión española y cuya ofensiva de ataques y saqueamientos duró mas de 50 años, hasta que el capitán mestizo Miguel Caldera Yamute, logró la pacificación mediante la donación de la carne vacuna, la ropa y la interacción con indígenas tarascos y tlaxcaltecas.
La Historia de la capital nicaragüense es por supuesto una fiesta de miles de años en asentamientos humanos, de interacciones con los escuadrones militares teotihuacanos y aztecas, así como los Incas peruanos que comerciaban desde ese punto al sur del continente, la gran variedad de frutas y verduras, pieles y semillas, piedras y plumas, esclavos y sacrificios, migraciones y posiciones en torno a los asentamientos humanos que le dieron fama de ser “la novia de Xolotlan” y jerga para la postulación de los ideales humanos mas íntimos y nacionalistas en la poesía, la oratoria, el heroísmo de la lucha guerrillera, la resistencia.
No olvidemos que es popular que Nicaragua signifique “hasta aquí el Anahuac”, el alcance milagrero de la famosa Triple Alianza del valle de México, además de la interacción -muy independiente de los aztatecas, del pueblo cholulteca del estado de Puebla, cuyo ejemplo dio, además, del idioma, maíz, yuca, es decir, costumbres culinarias, de cerámica, del cultivo.
De verdad me gustó mucho Managua, la sentí entrañable, juvenil, cálida, populosa y atrevida, divertida y jacarandosa, sus distritos tienen la asignación precisa: convivir, repasar su historia, definir la fiesta, el jolgorio religioso, la celebración patriótica, la expansión de los ideales sandinistas ante el acoso, la desinformación y la involución de un imperio como el estadounidense que induce a la disidencia a posicionarse.
Como veo, doy.
Canta Cerati: veo las cosas como son.
Bendita Managua, los amaneces son espectaculares pues el canto de miles de aves, atesoran al oído, milenios y futuros.
Esta entrada fue modificada por última vez el 25 de mayo de 2024 a las 4:20 PM