Indagando en la historia de Nicaragua, país centroamericano con mayor extensión, que en términos territoriales es más grande que Portugal y posee los mayores recursos naturales de la región, las mayores reservas de agua dulce y una posición geográfica, por ende, geoestratégicamente favorecida, entre otras tantas cualidades, es fácil determinar algunos elementos políticos e históricos que han marcado su lucha de resistencia en lo que respecta a su devenir como Estado-nación.
Desde la llamada época colonial, el país siempre estuvo en el punto de mira, no sólo en lo que refiere a su posición: “puerta de los mares”, se le ha denominado, pues sus costas colindan de forma natural y con fácil acceso a ambas masas de agua. Esto lo ha convertido en un territorio codiciado para favorecer el comercio de las potencias imperiales, entiéndase bien, en beneficio de las elites de las potencias, no de los pueblos, y menos del pueblo nicaragüense.
Una vez ganada su independencia esta región, y en particular Nicaragua, empezó a ser asediada, no solo por Gran Bretaña, que pretendía ganar territorios en esta zona, sino por los propios Estados Unidos, que en una artimaña de su política internacional, creó su denominada “Doctrina Monroe” y, arbitrariamente, se la impuso al continente. Esto forma parte de la nueva repartija de los continentes que se vio “apresurada” en ese momento, puesto que la elite política-económica estadounidense empezó a ver el sur de su frontera como territorios exclusivos a los que someter, expoliar, controlar, “vender cosas”, incluso en el cual “hacer negocios” eso sí, bajo su égida, imponiendo condiciones, restringiendo los márgenes de ganancia para el país pequeño, pero abultando los dividendos para sus elites.
Nicaragua, a principios del siglo XX, llegó a conocerse como “la república de los hermanos Brown”, en alusión a banqueros que tenían literalmente hipotecado al país. Así ha actuado, lo que los geopolíticos llaman el entramado imperial colonial, con el país centroamericano. Ahora bien, es necesario decir que estas elites “invertían” lo que habían expoliado a los pueblos indígenas, que a su vez habían exterminado en esos territorios. Ese es el origen de su riqueza.
En este tenor, también debemos decir que en todos estos episodios, en el país centroamericano surgieron sujetos que, con gallardía se opusieron a tales intervenciones y expolios perpetrados por los Estados Unidos. Es más, la dignidad del país ha abarcado a sujetos que sobresalen en su historia, pero también abarca al pueblo nicaragüense en general. Esto nos indica que el pueblo de Nicaragua siempre se ha posicionado del lado correcto de la historia: en defensa de su soberanía, su autodeterminación y la forja de su propio modelo de organización, producción y redistribución.
Decimos esto porque el historiador Michel Gobat en su libro Enfrentando el sueño americano. Nicaragua bajo el dominio imperial de los Estados Unidos, cita diversos estudios, tanto de finales del XIX y principios del XX, en los cuales se determina que, mayoritariamente el pueblo de Nicaragua se oponía a la imposición y al influjo estadounidense en el país, exceptuando que tales relaciones se llevarán a cabo con respeto, tal como debe ser.
Es importante agregar que el pequeño país ha venido resistiendo históricamente estos episodios de agresión, motivo por el cual se le ha dificultado consolidar su economía, pues ha vivido en constante reconstrucción, como consecuencia de los destrozos en todos los términos (infraestructura, expolio, institucional) ocasionados por las potencias imperiales. Uno de los últimos ejemplos de las agresiones sufridas lo encontramos en 2018, cuando la oligarquía nacional, en alianza con el eje imperialista forjado entre Estados Unidos y la Unión Europea, trató de someter la soberanía nicaragüense a sus intereses capitalista a través de un golpe de Estado frustrado por el rechazo que despertó a una población con una amplia tradición de lucha y resistencia.
Trasladado esto al momento actual de nuevo acoso, asedio, amenazas, injerencia que vive la Nicaragua Sandinista de parte de los Estados Unidos y quienes le hacen coro, igualmente podemos decir que su pueblo y su gobierno están del lado correcto de la historia. Esto es fácil argumentarlo, pues, en términos diáfanos, para quienes hemos estudiado la historia imperial colonial, en específico la estadounidense, nos asiste la razón y los hechos para determinar que, todo aquel pueblo, como en el caso del nicaragüense del que surgen sujetos de resistencia, tal es el caso de Andrés Castro, José Dolores Estrada, Benjamín Zeledón, Augusto C. Sandino, pero que también asume la dignidad como conducta colectiva, estará siempre en el lado correcto de la historia.
Pedro Javier López Soler *
* Historiador y politólogo. Miembro de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN