En el llamado concierto internacional, específicamente el de las potencias occidentales, la palabra democracia y, uno de sus componentes, como es el multilateralismo, navega a la deriva. Le llaman así a un entramado de organizaciones políticas plegadas a sus intereses geopolíticos y su financiamiento, las que utilizan para tratar de ejercer control y subordinación, bien a regiones o a países que buscan un modelo propio, un modelo que de verdad es democrático, pues mediante sus políticas públicas y formas de organización, garantizan los derechos a sus ciudadanos.
Es el caso de la Nicaragua Sandinista, país que por medio de políticas públicas inclusivas y reconocimiento, ha devuelto a su pueblo los Derechos que habían sido conculcados por los gobiernos neoliberales, chamorristas, conducidos por Washington. Su “pecado” ha sido emprender un camino verdaderamente democrático y una política internacional independiente, soberana, que no se supedita a los dictados de Washington.
Estas potencias disfrazan su injerencia por medio de narrativas falaces. Decimos esto porque en la actualidad han emprendido una nueva campaña de ataques a Nicaragua, tratando de restarle formalidad a las investigaciones que el ministerio público del país ha abierto a personajes que han desviado y malversado fondos recibidos del extranjero. Occidente ha tratado de instalar la idea de que esto es un asunto político, cuando en verdad, las pruebas arrojan que es delictivo, penal.
Resulta aberrante que, mientras el país centroamericano, después de ir recuperando su economía maltratada, primero por el fallido intento de golpe de estado en el 2018, luego, a finales del 2020 resistiendo el embate de 2 huracanes, de los más intensos en décadas, igualmente sorteando con excelentes resultados la pandemia del covid-19, las llamadas “democracias occidentales” hayan destinado recursos, de lo que mal llaman “cooperación” al financiamiento de la oposición política para que continuara con sus intentos de desestabilización e, impúdicamente, hablen de que es un asunto político.
La verdad del caso es que ninguna de las personas que la justicia nicaragüense investiga es, o ha sido, anunciado como candidato presidencial de ningún partido político. Lo que sí han derivado las inves-tigaciones, llevadas a cabo con profesionalismo, con informes detallados, es que estas personas han recibido financiamiento, el cual han usado y pretendían seguir usando con fines desestabilizadores, es decir, con fines facciosos: planeaban ejecutar actividades contra el orden democrático del país, ergo, en contra del pueblo trabajador.
Debido a esto se escuchan a los voceros de occidente, amenazar, proclamar coacciones, promover sanciones. Amenazas que pretenden crear alarma y condicionar el proceso electoral que se desarrollará en noviembre. Lo que Estados Unidos y resto de gobiernos que le hacen seguidismo, no toman en cuenta, es que, al pueblo y gobierno de Nicaragua, tales acciones no los amedrentan, su capacidad de resistencia es a toda prueba, está más allá de estas campañas, pues se sustenta en principios y valores históricos inquebrantables.
Conozco bien Nicaragua, y sé que su pueblo es luchador, amable, cálido, paciente, benévolo, democrático, pero también puedo dar fe que, cuando de defender sus ideales, su soberanía se refiere, tienen en héroes como Benjamín Zeledón, Sandino, Carlos Fonseca, en fin, todos sus héroes revolucionarios, su caudal, su aguerrida fortaleza, como diría ese otro héroe que igualmente los enorgullece, antiimperialista, también, como es Rubén Darío.
*Socióloga, analista política e internacionalista. Pertenece a la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN