Pringles una vez tuvo una demanda, tratando de demostrar que no eran realmente patatas fritas. Descubre de que están hechas.
Procter & Gamble, la empresa que producía las Pringles (en 2012 vendió la marca a Kellogg´s) se negó durante años a pagar el impuesto sobre el valor añadido (IVA) especial que se aplica en Inglaterra a las llamadas “chips” y a los aperitivos a base de patata.
En plena batalla legal para intentar no tener que cargar a su producto con un 17,5 de IVA, sino sólo con un 15%, la empresa explicó que, dado el escaso contenido de patata de las Pringles, y dado su proceso de fabricación industrial, la cantidad de aditivos, aromas y colorantes que contienen, las Pringles no podrían considerarse patatas fritas ni aperitivos a base de patata, que son los que tienen el IVA más alto.
Su argumento resultó tan convincente que, en una primera instancia judicial, los tribunales le dieron la razón. Sin embargo, tras ser recurrida la sentencia, tres jueces dictaron la sentencia definitiva, decidiendo que las Pringles debían tributar como patatas fritas ya que, a pesar de no estar elaboradas a partir de patatas cortadas, su aspecto era similar al de las famosas “chips” y el público las consideraba como tales.
Según la empresa, el aperitivo contiene 33% de grasa, no tiene sabor natural, se «derrite» en la boca, tiene color unifome y forma regular que «no se encuentra en la naturaleza», por eso no era una papa frita.
En un primer momento cuesta creer que los responsables de la empresa prefieran tirar piedras contra su propio tejado, desprestigiando su producto, con el único fin de ahorrar impuestos. Pero la realidad es que sus argumentos eran sólidos.
Casi ninguno de nosotros puede resistirse a los aperitivos salados; su sabor ahumado y especiado suele ser delicioso, su textura crujiente y fundente los hace irresistibles en el paladar y, una vez abierto el paquete, se necesita una voluntad férrea para no comérselo entero.
Esta entrada fue modificada por última vez el 24 de febrero de 2017 a las 2:48 PM