Foto Cortesía / Terrorista financiado por fuerzas opositoras y gobiernos extranjeros, con un arma de grueso calibre en sus manos, en el intento de golpe de Estado contra el Gobierno constitucional y democráticamente electo de Nicaragua.
Nunca existió en la historia de Nicaragua un odio tan letal como aquel de 2018. Hace cuatro años atrás la estirpe más nefasta de nuestra existencia como nación desató los demonios encapsulados en el infierno de sus resentimientos para ejecutar contra el país la barbarie de exterminio más sangrienta de todos los tiempos de nuestra existencia republicana.
Quienes levantaron su mano contra la paz nunca fueron ni serán héroes, ni luchadores por la libertad, ni salvadores, ni nada que se le parezca. Son criminales, unos presos como cabecillas intelectuales del fallido golpe de estado y otros libres en calidad de tontos útiles en tanto no incurran en la repetición, pero al final todos asesinos que jamás merecerán llamarse nicaragüenses.