“Hacemos un llamado a todas las fuerzas sociales, a todo nuestro pueblo, a defender, luchar y manifestarnos por la paz en el mundo, no permitir que nuestra tierra se cubra de sangre de hermanos y sirva de base para la violencia, la destrucción y la muerte”.
Se anuncia que el señor Antony Blinken visitará a nuestro país en los próximos días. Razón suficiente para preocuparse puesto que los señores que manejan las relaciones diplomáticas del imperialismo norteamericano, nunca, desde muchas décadas atrás, nunca son mensajeros de paz ni de justicia. Al contrario, son una especie de mensajero de la muerte, una sombra macabra sobre el destino de pueblos enteros.
¿Quiénes serán ahora los sacrificados?
El mensaje melifluo del Ministro de Relaciones Exteriores no anuncia nada bueno, todo lo contrario. Esos mensajes a la tica, cuánto dulzones más venenosos.
Es el dulce encanto de la hipocresía, también a la tica.
No debemos olvidar que nuestro gobierno, ese Alvarado, que lo preside no es nuestro, porque, a decir verdad, no es nuestro porque no es del pueblo. El sueño más querido de este Presidente es convertir a esta tierra en una factoría yanqui, en la que puedan convertir a los mestizos, a los negros y a los indígenas, todos ticos, en sus peones. Una nueva versión de las “repúblicas bananeras”. Puede ser y es casi seguro que nos conviertan en una base de agresión contra el pueblo nicaragüense.
Esos mandamases del norte se sienten agredidos cuando surgen gobernantes y pueblos con ansias de libertad, paz y progreso.
El mundo colonial se construyó con las coléricas reacciones y las rabias de los poderosos. Les estorba la libertad y las ansias de los pueblos que construyen una vida digna para todos. El imperialismo yanqui es el heredero de esa ola de crímenes que costaron millones de vidas de hombre, mujeres y niños. Y cumple con creces el manejo infame de esa herencia maldita.
Si se toma un globo terráqueo, de esos que usan los niños en las escuelas, será fácil percatarse que donde hay violencia y muerte está presente el imperialismo yanqui.
En nuestra región aplican con el mayor descaro la ley de su presidente Monroe: América para los americanos. Lo que no es de los gringos no es de nadie, porque es para los yanquis. Pasan los años y los infames mantienen viva la sentencia principal: con engaños cuando es posible engañar, pero casi siempre con la más brutal violencia.
Quieren convertir a Costa Rica en una base de agresión contra un pueblo hermano, los hermanos nicas, y en primer gran centro de trasiego de cocaína.
Contra Cuba, contra Venezuela, contra Nicaragua, contra Bolivia, contra Lula y contra Correa y así contra los pueblos y contra los dirigentes patriotas.
Contra Daniel Ortega porque destronó a Somoza y está luchando por darle una nueva vida a un pueblo valiente, sencillo y trabajador.
La meta yanqui es resucitar al somozato y esa causa la hacen suya los subalternos especializados en la traición y en la venalidad. Son sobre todo venales y cobardes. Necesitan traicionar para que los dólares sigan fluyendo, como fluyen las aguas pestilentes de los albañales. Sus ideas y sus sentimientos son depósitos de inmundicias.
Sumarse a la causa de los traidores es ser también un traidor. Están traicionando a nuestro Libertador, Juan Rafael Mora Porras y a todos los combatientes y mártires de 1856.
Es necesario recordar que los yanquis en su agresión contra los sandinistas metieron a nuestro país en el sucio negocio de la cocaína. Con el negocio de las drogas financiaron la agresión contra la Nicaragua liberada. En la finca de John Hull, agente de la CIA se recibían las armas y los mismos aviones regresaban con bodegas cargadas de Cocaína. Para entonces el presidente de aquí era Luis Alberto Monge y en Estados Unidos, Ronald Reagan. Los personajes ahora son los émulos de los de ayer, pero iguales en conductas. En vez de Reagan está Biden y en el lugar de Luis Alberto está Carlos Alvarado, quien además es miembro del llamado “Cártel de Lima”.
Es la misma historia la que nos amenaza: unos ponen las armas, otros la traición y el otro las víctimas.
Es el permanente algoritmo de la criminalidad yanqui.
Las llamadas sanciones de los yanquis constituyen el delito de genocidio. Así lo establece, en la letra la Convención de las Naciones Unidas contra el genocidio.
Pero los países y los pueblos siguen sufriendo la criminalidad yanqui ante el silencio de las Naciones Unidas y la complicidad de la maldita OEA.
Somos y seremos solidarios siempre con los pueblos agredidos. Con los cubanos, los venezolanos, con los bolivianos y con nuestros hermanos y vecinos, los nicaragüenses.
Blinken trae mensajes de guerra y de muerte. Lo repudiamos porque somos patriotas y hermanos de todos los pueblos de la tierra.
San José, Costa Rica, 31 de mayo de 2021