La costumbre de poner nombres a los ciclones tropicales en Cuba se remonta a la etapa de la colonia y a la primera mitad del siglo XX, cuando se solía llamarlos por la denominación del santo cuya festividad coincidiera con el día de azote del meteoro, el lugar donde pasaban, o por ocasionar algún acontecimiento célebre.
Si nos referimos a la primera de las razones mencionadas podemos citar por ejemplo los casos de la Tormenta de San Agustín (27 al 28 de agosto de 1794), la Tormenta de San Francisco de Asís (4-5 de octubre de 1844) y la Tormenta de San de Borja, reconocido como el huracán más intenso que ha azotado a Cuba.
A su paso por La Habana se registró el valor más bajo de presión atmosférico documentado en nuestro país con 916 hectopascal, mientras sus vientos abarcaron desde la hoy porción oriental de Pinar del Río hasta casi el límite entre Matanzas y Villa Clara.
Dentro del segundo grupo aparecen el huracán de Trinidad (14 de octubre de 1882), el de Nueva Gerona (25 al 27 de septiembre de 1917), y el de Santa Cruz del Sur del 9 de noviembre de 1932, que causó el mayor desastre natural ocurrido en Cuba al provocar la muerte de alrededor de tres mil personas.
Otros ciclones tropicales adquirieron relevancia y quedaron recogidos en la historia por causar hechos dramáticos o azotar durante mucho tiempo una misma zona del país.
Así sucedió con que el huracán del 9 de septiembre de 1919provocó el hundimiento en aguas del estrecho de la Florida del vapor español Valbanera con más de 400 pasajeros a bordo, y quedó identificado para siempre por el nombre del barco, y el famoso huracán de los Cinco Días, del 14 al 18 de octubre de 1910, el cual se mantuvo descargando toda su furia sobre Pinar del Río a lo largo de unas 120 horas, principalmente en su extremo occidental.
En 1941 el escritor estadounidense George Stewart publicó una novela titulada Tormenta, donde el personaje principal es un meteorólogo joven que pone a un huracán el nombre de su novia.
Dicho libro tuvo notable éxito editorial en los Estados Unidos y al entrar el país norteño en la segunda guerra mundial y comenzar los bombardeos norteamericanos a las bases japonesas en el Pacífico, los pilotos comienzan a utilizar nombres de mujeres, básicamente de las esposas, novias y amigas, para identificar a los organismos ciclónicos que aparecían en los mares de esa región del orbe, siguiendo lo plasmado por Stewart en su novela.
Ya en 1953 y como una forma más acertada de favorecer el trabajo operativo en el seguimiento de los ciclones tropicales y distinguir claramente a cada uno, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) tomó el acuerdo de darles nombres oficiales a estos sistemas, siguiendo un orden alfabético y utilizando de forma alterna los idiomas inglés, español y francés, en el caso específico de nuestra área geográfica.
Vale aclarar que los ciclones tropicales reciben denominación una vez alcanzada la fase de tormenta tropical (de 63 a 118 kilómetros por hora).
Durante más de veinte años solo fueron empleados nombres femeninos, hasta que a partir de 1979 se eliminó tal discriminación al incorporarse por primera vez designaciones masculinas.
El Comité de Huracanes de la IV Región de la OMM, a la cual Cuba pertenece, utiliza una lista de 21 nombres previamente confeccionada en los idiomas antes citados, que se repite cada seis años. No incluyen la Q, V, X y Y, porque no son abundantes los que empiezan con dichas letras.
De haber una temporada sumamente activa y acabarse la lista correspondiente, se acude entonces al alfabeto griego, como ocurrió en el 2005 cuando hubo 28 ciclones tropicales, de los cuales 15 fueron huracanes.
También son retirados los nombres de aquellos meteoros que han ocasionado grandes pérdidas materiales y de vidas humanas. Así sucedió por ejemplo con Flora, Andrew, Mitch y Katrina, por citar algunos ejemplos.
Y aunque no pocas personas comparten el criterio de que al menos en Cuba los huracanes con nombre de mujer resultan más complicados de seguir, describen rutas imprevistas y suelen ser mucho más destructivos, la vida demuestra que de ambas denominaciones de género los ha habido bien dañinos, incluso quizás los masculinos hayan sido los peores en términos generales (recordar a Michelle, Iván, Gustav, Ike, Dennis, Matthew), aunque Irma ya ocupe un lugar cimero al ser el primero de la máxima Categoría 5 en la escala Saffir-Simpson en tocar algún punto del territorio cubano, desde que lo hiciera el huracán Fox en Cayo Guano del Este, al sur de Cienfuegos, en octubre de 1952.
Fuente: El 19 Digital
Esta entrada fue modificada por última vez el 17 de septiembre de 2017 a las 11:17 AM