Víctor Manuel Ramos
Diego Fonseca está, sin lugar a dudas, en la lista de los escribidores a sueldo de la CIA. Fue en sus años mozos admirador del sandinismo; nos cuenta, para lavar su imagen, que tenía en su habitación un cartel con la imagen de Augusto César Sandino y una frase, roja y enorme, detrás: “No pasarán”. Él defendía a los poetas rebeldes y soldados. Ahora, no se sabe por qué andares del destino se ha echado atrás y cree que el “No pasarán” debe aplicarse a Daniel Ortega y su gobierno. Según él ha sufrido un desencanto similar al de los amoríos de adolescente frustrados. Cree a pie juntillas que Nicaragua está acosada desde dentro, y eso es verdad, pero él atribuye ese acoso a Daniel porque se está planteando para la reelección, sin el contrapeso de una oposición independiente, enfatiza. Fonseca asegura que el gobierno de Daniel es represor y que ha puesto en la cárcel a opositores, periodistas, empresarios y activistas. Luego sale con unas cifras fantasiosas sacadas no se sabe de dónde: en 2018, dice, la policía dejó 300 muertos, miles de heridos y cientos de detenidos. Todo esto, en Nicaragua, se sabe que es una falsedad construida justamente por los yankees, y las chachalacas periodistas, porque el objeto de la asonada del 18 era derribar a Ortega y al Sandinismo, y no por lo que Fonseca pregona. No, la razón por la cual Ortega y el Sandinismo son un quita sueño para los gobernantes norteamericanos es por su firme decisión de hacer de Nicaragua un país libre y soberano, alejado de las ataduras a que lo han sometido a lo largo de su historia los imperialistas rubios del Norte.
No deja de sorprender como, para Fonseca, no ha ajustado la tinta para poner en evidencia la terrible represión que ocurre actualmente en Colombia en donde si hay cientos de asesinados por la policía, cientos de jóvenes rebeldes en las calles atropellados por Duque y su policía, cientos de prisioneros y muchos desaparecidos y otros más asesinados entre las filas de los guerrilleros que renunciaron a la guerra y se acogieron al Plan de paz, estos últimos dentro de un plan que se aplica desde la firma de los Acuerdos de Paz, sin dejar de recordar a los defensores de los derechos humanos también asesinados por las fuerzas paramilitares dirigidas por Uribe, que es padre -en materia de criminalidad- de Duque. Se acabó la gelatina del bolígrafo de Fonseca cuando quiso, seguramente, denunciar los asesinatos cometidos por Piñera durante casi un año de protestas que condujeron a la derrota casi total del hijastro de Pinochet. O no vio, por ceguera consciente, los cientos de jóvenes que perdieron sus ojos, las chicas que fueron violadas en las bartolinas, los muchísimo de adolescentes llenos de voluntad libertaria que sufrieron el apaleamiento de los carabineros, célebres desde el golpe en contra de Allende por los crímenes inimaginables cometidos en los opositores. Ay, Fonseca. Se ven claros los fajos de dólares de la CIA que te hacen bulto en los bolsillos. Pero la miopía de Fonseca es de gravedad extrema porque ignora lo que ocurre tras la frontera Sur de México, en la Guatemala con sus primaveras ensangrentadas desde que yanquilandia puso su bota criminal en ese suelo para derrocar al gobierno democrático de Árbenz.
Fonseca se lamenta de que Trump haya estado ocupado en reprimir a los migrantes, situación que le impidió ver lo que ocurre en Nicaragua para haberle puesto remedio, pistola en mano. El remedio que han puesto en Irak, en Afganistán, en Siria, en Guatemala, en Panamá, en Chile, en República Dominicana, en donde llegaron con sus aviones, sus tanques y sus marines a sembrar la muerte y a dejar esos países en despojos. Y en Nicaragua cuando crearon y financiaron a La Contra.
Fonseca se lamenta de que Ortega no atienda a las críticas internacionales: las que vienen de Los Estados Unidos de América y de su sometida OEA con su charlatán Almagro; las que vienen de la Unión Europea, desgraciadamente sin capacidad de decidir por sí misma sino que sometida también a los dictados norteamericanos que se aseguran con las bases que los yankees tienen por todos los rincones de la milenaria Europa. Las críticas de España que criminaliza las aspiraciones de los vascos y los catalanes y evadió sus responsabilidades en el antiguo Sahara español y que no se ha enterado de que Nicaragua se independizó hace 200 años –de metirillas al principio pero de verdad con la Revolución Sandinista.
Con su perorata, Fonseca no deja de poner en paños menores a los opositores, periodistas, empresarios y activistas puestos en la cárcel como producto de la persecución política, como él dice. Pero, Fonseca, ¿cuál es el delito que ha cometido Assange para que se le haya sometido a años de tortura y encarcelamiento injusto e ilegal? ¿Has protestado alguna vez por ese crimen de Los Estados Unidos? Según los gringos Assange atentó en contra de la seguridad de los EU, aunque lo que ha hecho realmente es sacar a la luz los atropellos cometidos por los norteamericanos en todos los sitios en donde han puesto sus botas sanguinarias. En Nicaragua, por el contrario, estos que tú llamas perseguidos son agentes yankees, financiados por los yankees para crear el caos en Nicaragua y de esa manera atizar a la fea OEA para que bendiga la intervención continental, que en verdad sería de los Estados Unidos.
Muy rápido le pasó el revolucionarismo de adolescente a Fonseca, quien parece no haber pasado sus ojitos por los renglones de los libros de Marx y de los demás teóricos de la revolución. Tal abandono de esa romanticoide ilusión de Fonseca le lleva a despotricar en contra de Fidel, de Chávez y de Ortega. Seguramente, aunque no lo dice, lamenta que a Evo no le hayan asesinado y que Añez no haya perpetuado su democracia apoyada por los cuarteles asesinos enemigos del pueblo. Eso sí, añora a Trump, seguramente. Al Trump que recetaba sanciones aquí y allá a todos aquellos que no se sumaban a convertirse en perros falderos en su alfombra en la Casa Blanca.
Fonseca reivindica a los Chamorro, de triste desempeño a lo largo de la historia de Nicaragua: Don Fruto Chamorro (1806-1855) “Empeñado en reformar la Carta Magna de 1838, decidió depurar de sus opositores la Asamblea Legislativa. El 16 de noviembre acusó a varios prominentes diputados de conspirar contra su gobierno, y los condenó al destierro.” Doña Violeta se confabuló con los yankees y respaldada por ellos y el pueblo que no era antisandinista pero que ya no quería más chicos fallecidos enfrentados con la Contra criminal, ganó la elección y pasó por el cargo sin pena ni gloria. A ella le sucedieron otros malandrines que eran títeres de los yankees. Fonseca siente añoranza por ellos. Ahora otros Chamorro –Cristina y Carlos Fernando-, con fajos de dólares procedentes de la Embajada yankee en Managua, claman por la intervención yankee en Nicaragua. Les importa un pito la muerte que pueden generar en la tierra de los volcanes. Ellos lo único que quieren es apoderase nuevamente de los despojos que dejarían los aviones y las infantería de marina, derrotada de forma humillante una vez por el General Sandino.
Fonseca y los políticos –sin ningún respaldo popular-, los periodistas antipatriotas que despotrican sin que nadie los persiga, empresarios (realmente no los veo) y activistas reclutados de entre el lumpen quieren revivir los aciagos días del año 18. Aspiran al caos para pescar en río revuelto. Pero ante su incapacidad de hacer que las cosas cambien, tienen el irrefrenable deseo de ver a la OTAN, a la OEA, y a los marines atropellando otra vez más a Sandino y a su pueblo. Pero Fonseca sabe perfectamente que Nicaragua tiene un pueblo unido en torno a su gobierno que les da seguridad, salud, educación mejoras en el campo y en la infraestructura de caminos y relaciones internacionales libres de consejos yankees. Además se lamenta de que Nicaragua tenga dos brazos poderosos que le respaldan frente a los anhelos yanquis y de sus comparsas en el interior de la tierra de Fonseca Amador: Rusia y China.
Para concluir le pregunto a Fonseca: ¿Cuál mundo exige a Ortega que entregue el poder? El mundo del imperialismo, el que derrocó a Árbenz, el que asesinó a Torrijos, el que evitó a los militares dominicanos darle un nuevo rumbo a ese país, el que metió a la cárcel a Noriega -con un saldo de miles de asesinados para capturarlo- porque se negó a devolverles el Canal, el que sostiene a un gobierno de narcotraficantes en Honduras y apoya al criminal Duque y al pinochetista fascista de Piñera y al esquizofrénico de Bolsonaro. Porque si hay otro mundo que respalda a Nicaragua: ahí está Cuba indomeñable, Venezuela formidable, Bolivia revindicada por su pueblo, Irán vencedora a pesar de USA, Siria enfrentada victoriosamente a los Yihadistas apoyados por USA, y los pueblos que realmente se desean un mundo mejor. Llegará un día en que este mundo pueda exigirle a los yankees que en este territorio de gentes admirables se implante una auténtica y verdadera democracia del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.
Por ahora, Fonseca seguirá con sus pesadillas que le impiden el sueño, mientras Nicaragua fortalece su revolución muy a pesar de sanciones, amenazas guerreristas y de traidores internos que aspiran a convertir a la tierra de los lagos un lar de nuevos filibusteros.
Tegucigalpa, 29 de junio de 2021