Señor Joe Biden
Presidente de los Estados Unidos de América
Estimado Presidente,
Somos un país beisbolero y demócrata. Y aunque nuestra economía es tan pequeña que no podría adquirir la franquicia de los Yanquis de Nueva York, no por eso los parques de pelotas dejarán de ser los segundos templos de Nicaragua.
Gracias a Dios, la Democracia no es franquicia de nadie y de ninguna nación. Y no hay Ligas Mayores de la Democracia, por superpotencia que sea, ni Ligas Menores.
La Democracia no la adquirimos porque es un bien de la Humanidad. No se compra. No tiene precio. Y ni siquiera hay un solo modelo. De haberlo, ya no sería Democracia, sino la peligrosa y asfixiante extensión de un pensamiento único por el mundo, verbigracia, el fascismo.
Por lo tanto, no se impone.
La Democracia es como el hombre y la mujer, que con diferentes idiomas, tonalidades de piel, banderas, culturas, cosmogonías y tradiciones, siguen siendo seres humanos.
No hay una Democracia de ojos azules, blanca y protestante. Ni Democracia de ojos marrones, latina, negra y católica. No hay Democracia de sangre azul. No hay una Democracia superior, como no ha existido una raza inferior.
La Democracia es como el Mambo: Universal.
Creemos en la Democracia y, por consiguiente, en la magnífica autoridad del Voto.
Y como Nicaragua quiere la paz, por eso, vota. La guerra no es una opción. Nuestra Patria no ha hostilizado ni se ha inmiscuido en los asuntos internos de ninguna nación, y ni una triquitraca o petardo ha lanzado contra los Estados Unidos de América. Mucho menos que sea plataforma de alguna potencia para invadir a terceros países.
Hemos querido las mejores relaciones con su nación. Con todo, la Historia nos demuestra que otros intereses oscuros han bloqueado e impedido una clara y fluida agenda de cooperación y amistad. Agenda conforme al mandato de consenso, de las Naciones Unidas, establecido con la RESOLUCIÓN 2625 (XXV) de la Asamblea General de Naciones Unidas, el 24 de octubre de 1970.
Y es que los mandamientos de Dios y las leyes de los hombres, como el Derecho Internacional, no proveen legitimidad alguna a la subordinación ciega e ignominiosa de un Estado ante otro Estado.
Dios, al hablar en la Biblia sobre la organización de los vivientes de la Tierra, enumera pueblo, naciones, tribus y lenguas. No menciona patios traseros.
Luego, no es bíblico, no es cristiano, no es de Dios, dejar de ser Nación. Lo contrario sería un acto diabólico.
Los desgarradores capítulos de nuestra Historia con la Unión Americana comienzan con el estribillo de no pocos de sus predecesores, desde el siglo XIX, que, paradójicamente –bajo diversos pretextos– se resumen en la “defensa del pueblo de Nicaragua” o la “causa de la libertad”.
Sería simplista suponer que el Presidente Daniel Ortega y el Frente Sandinista son los responsables de dañar los vínculos con Washington, para atizar una confrontación, como lo propaga la mega industria mediática, empeñada en desaparecer de la faz de la Tierra el VIII Mandamiento.
Empezar a entendernos como naciones civilizadas es imperativo del siglo XXI, para los hombres y mujeres de buena voluntad. Hay que hacer a un lado el anacrónico catálogo discursero de la Guerra Fría, con la que se embalan injustificables agresiones. ¿Es que, acaso, dos siglos no fueron ya suficientes?
Somos una República Soberana, no un tema electoral cada cinco años, para inclinar a un lado u otro, las urnas. Si los lobbies influyentes y el Complejo Militar Industrial, al final del día, son los que detentan el poder, sin necesidad de medirse con transparencia en las elecciones, ¿qué pasó con la Democracia?
La fuente de derecho de este insuperable sistema es el pueblo. El recordado Abraham Lincoln expuso, meridianamente, que una Democracia en su correcta plomada es: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
El Presidente Dwight Eisenhower, en un emotivo discurso a la Unión Americana, advirtió:
“Debemos prevenir la adquisición de influencia injustificada, solicitada o no solicitada del complejo militar–industrial. El potencial del aumento catastrófico de poder injustificado existe y persistirá. Jamás debemos dejar que esta combinación ponga en peligro nuestras libertades ni democracia” (7 de enero de 1961).
Más claro no pudo ser.
Por ahora, Señor Presidente, vea usted mismo a través de la Nota Knox, el Aleph de lo que hemos vivido.
Es un registro de eventos, no un punto de vista. Son hechos, no una opinión. Son evidencias, no manipulación. Son certezas, no engaños. Son datos, no parte de un manual ideológico en contra de los Estados Unidos de América.
Tampoco es retórica antiimperialista. Es Historia. La Historia que no debió pasar ni debe continuar.
Shalom a los Estados Unidos de América.
Que el Poderoso de Israel lo bendiga, en el nombre de Jesús.
Edwin Sánchez
El Aleph de la Nota Knox
“El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Yahveh”.
Proverbios 17:15
Es el Voto de la nación,
el Veto Davídico Absoluto
al goliático ALEPH de la Nota Knox,
desde donde vemos
al presidente William H. Taft,
en “defensa del pueblo”,
derrocar al Presidente José Santos Zelaya,
en 1909.
Vemos,
sin agotar
su intolerable Universo,
al primer presidente de Estados Unidos
“preocupado”
por “defender al pueblo”: Franklin Pierce.
Vemos
su reconocimiento como “homólogo”
de Nicaragua, al “presidente” invasor
William Walker,
el 20 de mayo de 1856.
Vemos,
bajo la Administración Pierce,
a Charles Henningsen,
impartiendo a los filibusteros caitudos
de todas las épocas,
su Lección Magistral del Verdadero Patriotismo
del Futuro: “Here was Granada”,
el domingo 14 de diciembre de 1856.
Vemos
el rechazo, condena
y desprestigio
del Canal Interoceánico de Nicaragua.
Vemos
al presidente Theodore Roosevelt,
en “defensa del pueblo”,
financiar,
y con generosa logística,
la ambición genética
del poder por el poder a como sea,
de un Chamorro más,
de nombre Emiliano
y de prosapia vendepatria,
en su intento de derrocar, en 1907,
al presidente constitucional, General Zelaya,
por la “democrática” vía manu militari.
Vemos
al presidente Taft,
en “defensa del pueblo”,
ordenar la invasión del viernes 4
de octubre de 1912.
Vemos
al General Benjamín Zeledón,
del tamaño de un Padre Fundador
de la Unión Americana,
enfrentarse a los marines e inmolarse
por la Liberación Nacional.
Vemos
al presidente Calvin Coolidge,
en “defensa del pueblo”,
lanzar la masiva ocupación militar de fines de 1926,
que el General Augusto César Sandino
puso fin el domingo 1 de enero de 1933.
Vemos,
a las 2:35 de la tarde
del sábado 16 de julio de 1927,
cinco aviones de combate Airco DH.4,
USMC, desatar en Ocotal
el primer bombardeo aéreo
en la historia de los hombres para acabar
con Sandino.
¡El más puro patriota
de nuestra memoria colectiva, atacado
en su tierra natal,
junto al Ejército Defensor
de la Soberanía Nacional!
Más no pudieron.
¡Al General de Las Américas,
jamás vencieron!
Un sabio en armas
Sandino
en las montañas de las arduas Victorias.
Firme, sereno e incólume como un pino
de luz incesante en Las Segovias,
plantado por Dios mismo
en la Cumbre de la Historia,
con su Magno destino:
Nicaragua, Ahora
y Septiembre: Himno,
Aurora,
Símbolo.
Andar Indohispano…
Vemos
a Bárcenas Meneses- Esguerra,
con sus cuchillos afilados
por la intervención del presidente Calvin Coolidge,
en “defensa del pueblo”,
cortar de un solo tajo
el Archipiélago de San Andrés
a la codiciada Geografía de Nicaragua,
el sábado 24 de marzo de 1928.
Vemos
la orden de asesinar
al Invicto General Sandino,
en la umbrosa noche
del miércoles 21 de febrero de 1934;
vemos
en esa letal medianoche
el premio a la mano de obra de la intervención:
instalar la mayor dictadura, militar
y sangrienta, del continente americano,
ungida por el presidente Franklin D. Roosevelt,
en “defensa del pueblo”,
y ratificada en 1939 con sus inolvidables palabras,
dedicadas a Anastasio Somoza:
“He may be a son of a bitch,
but he’s our son of a bitch”.
Vemos
la masacre dominical del 4 de abril de 1954
en los cafetales de Carazo;
vemos
otra vez a la Guardia Nacional
de Somoza, masacrar
a los estudiantes el jueves 23 de julio de 1959;
vemos
lo que ya es una nefanda tradición:
otra masacre dominical, el 22 de enero de 1967.
Vemos
al presidente Richard M. Nixon,
en “defensa del pueblo”,
ofrecer su espaldarazo total
al monótono derramador de sangre,
Anastasio Somoza,
y a su cómplice (o complacida) oligarquía,
cuyo régimen de muerte
violenta los Derechos Humanos
de los entonces 2 millones 334 mil 285
sobrevivientes de Nicaragua,
resumidos en una pálida desesperanza
de vida de 52 años: el país de los tristes,
en las estadísticas
del Banco Mundial, 1969.
Vemos,
50 años después, al presidente Donald Trump,
en “defensa del pueblo”,
pasar a la segunda fase de la ola sangrienta
y destructiva de 2018,
perpetrada por sus manifestantes
“pacíficamente”
blindados con armas de guerra.
Aún inspirado en su “profeta” Gene Sharp,
el 27 de noviembre de 2019
declara a Nicaragua
una “amenaza inusual y extraordinaria
para la Seguridad Nacional
y la política exterior de EE.UU.”
Nada le valió que el Gobierno Sandinista
salvaguardara, en ese año,
los Derechos Humanos
de 6 millones 545 mil 503 vivientes,
comprobado con la prolongación
de 22 años más de superiores calendarios
que durante el dilatado somocismo.
¡Una esperanza de vida de 74 años!
La mano bendita de Dios
datada por el Banco Mundial en 2019,
y una población
tres veces mayor
que la damnificada por el latrocinio
liberoconservador,
y sin el megapoderoso patrocinio
que sostuvo y mantuvo,
hasta donde pudo, a la robusta tiranía,
a lo largo de 45 años, en saludo
a la “causa de la libertad”.
Vemos
el sufrimiento de Nicaragua
en la carne, la sangre y el alma
de Doris Tijerino en 1969-1970-1973…
Vemos
los innumerables siglos despiadados
contra la Patria, precipitarse
sobre una sola mujer en 1974:
Amada Pineda de Aráuz.
Vemos
ciudades mártires, bajo el fuego
de aviones push and pull y helicópteros,
por el que dejó de ser el último “son of a…”,
Anastasio Somoza, en 1979…
Vemos
el bloqueo económico ilegal,
puertos minados,
el escándalo “Irán-Contra”
y un lúgubre etcétera de evitables desgracias
en los 80, que sumaron el Holocausto
de unos 50 mil muertos,
confesados alegremente por Ronald Reagan
con una antigua sonrisa de película B
(de Barata),
y su inocultable ternura de plomo a Nicaragua,
estampada en la camiseta
de alto presupuesto:
“I´am Contra”.
Y todo, por supuesto,
en “defensa del pueblo”.
Vemos,
como profetizó Pablo de Tarso,
y comprobó Rubén Darío de Metapa:
“En la iglesia el diablo se esconde”.
Vemos
su monstruosa cauda escarlata
en los desertores
de la humanidad que prepararon
y ejecutaron el hórrido asalto
armado al poder; golpe
fallido, pero bendecido
por algunas arrogantes mitras sin corazón
en 2018. La más “iluminada”
de todas llegó a glorificar
los Tranques de Exterminio
(omitirlo sería una falta
gravísima al V y VIII Mandamientos),
donde ocurrieron abominables crímenes
no vistos en Nicaragua
ni en sus peores días:
las brutales torturas a Bismark Martínez
y su muerte atroz en Jinotepe;
el cuerpo profanado e incinerado,
en las calles de Managua,
de Francisco Aráuz Pineda,
(hijo de la heroica Amada Pineda de Aráuz).
Vemos,
arder y morir calcinado al oficial de la Ley,
el jovencito Gabriel de Jesús Vado,
en medio de la Inquisición
atizada en Masaya por un oficiante
de la siniestra Legión de las Estolas Menores.
Vemos
lo que tampoco quiso ver la OEA-CIDH:
cegar vidas innecesariamente;
linchamiento
de trabajadores municipales,
incendios
de radioemisoras con periodistas
y personal administrativo en sus estudios ,
además de edificios públicos
con empleados en su interior;
destrucción
de bienes de la nación,
secuestro violento de ciudades enteras,
terrorismo,
sitio con fusiles y francotiradores
a estaciones de Policía,
y asesinatos,
más la meticulosa planificación
del hundimiento económico.
Vemos
que la Lección Magistral de Charles Henningsen,
impartida hace casi 162 años
a los filibusteros caitudos
de todas las épocas
–para someter al pueblo a punta de terror–,
no fue en vano,
como reportó Efe el 6 de junio de 2018:
“La turística y colonial
ciudad de Granada, amaneció hoy
en ruinas por múltiples saqueos
e incendios a comercios y edificios propiedad
del partido gobernante (FSLN),
además de un sentimiento de miedo
entre sus habitantes”.
Vemos
la traducción oficial del presidente Trump
de esta complotada barbarie fascista:
“El pueblo de Nicaragua se levantó pacíficamente
para pedir un cambio”.
Vemos
cuán cierto es
lo que el poeta profeta de la Lira Celeste
ya nos advierte
en 1907:
“En alguna parte está listo
el palacio del Anticristo”.
Vemos
la Nota Act,
que es la Nota Knox que no reverdece
ni va a Renacer,
porque es la misma
que pretende deshacer
el derecho elemental de un país a ser país.
Vemos
lo más abyecto de la miseria humana:
invertebrados subalternos…,
sirvientes y mandaderos nativos,
que no representan ni a la cuadra donde viven,
entrenados
para consumar sus avideces
a costa de las lágrimas, el tormento y el luto
del pueblo.
Vemos
a los artífices de destrucción
que desesperadamente se disputan
el vil “honor”
de ser condecorados con la Orden de la Tercera
Generación Oficial
“He may be a son of a bitch…”
en su máximo grado:
“They may be sons of a bitch,
but they are our sons of a bitch”.
Vemos
la única “sagrada” Constitución Política
que reconocen:
la Nota Knox Forever,
(que no es ningún falsificado ALEPH borgeano)
en cuya esencia está urdir
el laborioso olvido
que desde el siglo XIX
todo lo perdido, arrasado y padecido,
no es la misma Nota Knox de 1909.
Y quienes se nieguen a ser sometidos
a cargar lo que no deben,
el “féretro de un mundo pasado” (el verso
es de Lord Byron), porque la Historia mueven
para siempre, igual que a Sandino
deben ser denigrados,
atacados,
y…
Es tiempo de caminar
en los Estatutos de la Vida,
ordena el Señor Yahveh.
Licenciada en Filología y Comunicación egresada de la UNAN – Managua, Periodista de Multinoticias.