Stephen Sefton, 13 de abril 2025
Mucho comentario sobre el reciente debacle de la política comercial norteamericana afirma que se trata del fin de la globalización económica. De hecho, bien puede ser que la aplicación de tarifas arbitrarias contra todo el mundo por el gobierno del presidente Trump, en efecto sí señala el fin de la brutal globalización capitalista al estilo neoliberal. Las élites occidentales han fracasado en su intento de deshacerse de la Nación Estado en el mundo mayoritario como el esquema político-económico fundamental para defender los derechos esenciales de los pueblos.
Para conocer lo que quieren para los pueblos del mundo mayoritario las desalmadas, criminales élites occidentales, solo hay que ver los diversos ejemplos de desastre socio-económico que han provocado en Haití, Libia o Siria. El caso más extremo es Palestina, donde se observa en tiempo real la genocida lógica final del imperialismo occidental. En medio de estas catástrofes humanas derivadas del sadismo e hipocresía de las élites gobernantes norteamericanas y europeas, el mundo sigue su curso. Los países occidentales siguen su inexorable declive, mientras el mundo mayoritario recupera cada vez mayor independencia y capacidad de autodeterminación.
Occidente enfrenta la derrota militar de la OTAN en Ucrania, la firmeza de China ante la política arancelaria destinada al fracaso del presidente Trump y la resoluta dignidad de Irán ante las amenazas norteamericanas sobre su programa civil de energía nuclear. En este complejo contexto, el comercio internacional sigue evolucionando basado en la lógica de un nuevo orden económico internacional, lo cual el presidente Xi Jinping expone como una comunidad de futuro compartido para la humanidad. Es una idea de la globalización cooperativa y solidaria que deriva directamente de la lucha del mundo mayoritario por la justicia económica durante la segunda mitad del siglo pasado, como parte del proceso de descolonización.
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La escritora Johana Bockman nos recuerda las palabras del Comandante Che Guevara en una sesión plenaria de la Naciones Unidas Conferencia sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 1964. Allí el Che afirmó: “Esta conferencia también debe establecer en términos claros el derecho de todos los pueblos a la libertad irrestricta de comercio, y la obligación de todos los Estados signatarios del acuerdo emanado de la conferencia para abstenerse de restringir el comercio de cualquier manera, directa o indirecta.” Así que se puede argumentar que la globalización como una idea socialista ha sido clave para ayudar al mundo mayoritario resistir las décadas de las embestidas del neoliberalismo norteamericano y europeo.
Durante más de treinta años, sucesivos gobiernos norteamericanos y europeos han hostigado e intimidado a los países del mundo mayoritario para imponer acuerdos de libre comercio al estilo neoliberal. Las élites occidentales no podían imaginar un momento en que no iban a poder conseguir lo que querían cuando lo querían. Ese momento ya llegó. La soberbia afirmación de los representantes norteamericanos a otros gobiernos en los años 1970s que “es cierto que el dólar es nuestra moneda, pero es el problema de ustedes” ha vuelto a casa.
La deuda norteamericana suma a mas de US$36 millón millones, 121% del Producto Interno Bruto del país de alrededor de US$29 millón millones. La gran mayoría de esa deuda es interna ya que el monto en manos extranjeras ha bajado de 45% en 2015 a 30% ahora. El pago neto de intereses de la deuda norteamericana se ha duplicado desde 2020. Este año las autoridades norteamericanas tienen que volver a financiar alrededor de US$7 millón millones de la deuda que madura en los próximos meses, 20% de la deuda total. En parte, fue el aumento en los mercados de los bonos del tipo de interés de esta enorme deuda nacional que forzó al presidente Trump retirar la gran mayoría de los aranceles arbitrarios impuestos al inicio de este mes ya que su medida provocó un aumento no deseado en los intereses a pagar sobre los bonos de la Tesorería norteamericana.
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Ahora, las autoridades financieras norteamericanas están prensadas entre el aumento en los intereses sobre la deuda nacional y las crecientes presiones inflacionarias provocadas por la política económica del gobierno. Esta incoherencia económica norteamericana se acompaña por peligrosas creencias falsas en la política exterior. Por ejemplo, hace poco el señor Steve Miran, asesor económico principal del presidente Trump afirmó, con completo descaro, que el mundo debe subvencionar los déficits de su país porque “Estados Unidos proporciona un paraguas de seguridad que ha creado la era de paz más grande que la humanidad haya conocido… los EE. UU. proporcionan el dólar y los valores del Tesoro, activos de reserva que hacen posible el sistema comercial y financiero global que ha respaldado la era de prosperidad más grande que la humanidad haya conocido…”
Por supuesto, la realidad es totalmente al contrario. Los Estados Unidos norteamericanos y sus aliados europeos han sido responsables o cómplices de prácticamente todas las múltiples destructivas guerras y conflictos armados de los últimos ochenta años, desde Asia a África a América Latina. Han infligido sufrimiento incalculable sobre decenas de millones de personas del mundo mayoritario. La imposición por Occidente de opresivas políticas financieras y comerciales ha perjudicado de manera deliberada y sistemática el desarrollo humano de miles de millones de personas del mundo mayoritario.
Es precisamente por ese motivo que la República Popular China es el blanco principal de la continua agresión norteamericana, sea en relación a su superior competitividad económica o la soberanía china sobre su provincia Taiwan. Siempre cuando algún país del mundo mayoritario impulsa con éxito un modelo independiente y soberano de desarrollo económico o de política exterior, las oligarquías occidentales lo agreden. En esencia, ésta ha sido la historia contemporánea desde la fundación en 1945 de la ONU que ha fallido completamente en promover una cultura de paz durante todo ese tiempo.
Ahora China, Rusia y los países integrantes de la Organización de Cooperación de Shanghai y, más ambicioso geográficamente, el grupo de países BRICS+ han retomado la lucha de los históricos líderes del movimiento no alineado por un mundo más democrático y justo. Como el presidente Vladimir Putin explicó en una entrevista con la agencia Xinhua en mayo del año pasado:
“La Organización de Cooperación de Shanghai y los BRICS, que se han establecido como pilares clave del orden mundial multipolar emergente, pueden citarse como ejemplos vívidos de dicha cooperación mutuamente beneficiosa… Nuestros países tienen posiciones similares o coincidentes en temas clave de la agenda internacional. Abogamos por la primacía del derecho internacional, la seguridad equitativa, indivisible, integral y sostenible tanto a nivel global como regional… rechazamos los intentos occidentales de imponer un orden basado en mentiras e hipocresía…”
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Conforme con esta visión común, China, Rusia y sus países socios en la OCS y el grupo de países BRICS+ siguen profundizando sus lazos de cooperación. Por ejemplo, Rusia y la India esperan alcanzar US$100 mil millones en intercambio comercial para el año 2030. Afuera del marco de los BRICS, China ha apoyado, entre otros países, a Argentina resolver su falta de divisas para estabilizar su economía por medio de un arreglo de permutas o swaps de divisas. Sputnik reporta que China mantiene este tipo de arreglo financiero con más de 30 países hasta un valor total de US$500 mil millones.
Entre los países miembros del grupo BRICS+, de ASEAN, de la Zona de Libre Comercio Continental Africana o la Unión Económica Eurasiática y los volúmenes y valor del intercambio comercial crecen cada año. Ahora se aumentarán todavía más ante las contraproducentes políticas comerciales norteamericanas y la relativa debilidad de la Unión Europea. Hay una clara continuidad de la práctica del intercambio cooperativa del nuevo orden económico internacional en ciernes con las ideas de líderes del mundo mayoritario como Mao Zedong de China y los presidentes Nasser de Egipto, Nehru de la India y Sukarno de Indonesia
El legado de su visión respalda y refuerza el profundo propósito moral y espiritual de los líderes de China y Rusia y de sus países socios regionales, como nuestro Comandante Daniel y Compañera Rosario, el hermano presidente Nicolás Maduro y los hermanos cubanos Comandante Raúl Castro y presidente Miguel Díaz-Canel. Todos y todas promueven una comunidad de futuro compartido para el Bien Común mundial. Va más allá del evidente fortaleza económica y política de China y Rusia y la firmeza y resolución decidida de sus diferentes gobiernos aliados. Responde al demasiado postergado anhelo del mundo mayoritario para un mundo de verdadera equidad, justicia y paz y su rechazo del perverso, hueco discurso occidental de libertad y democracia y su cínica traición de los valores más básicos del humanismo.
El presidente Xi Jinping resumió el modelo socialista y solidaria de una globalización a favor del mundo mayoritario en enero 2021 cuando dijo ante el Foro Económico Mundial, “China seguirá profundizando la cooperación Sur-Sur, haciendo así aportes a la eliminación de la pobreza, el alivio de la presión sobre la deuda y el crecimiento económico. Participaremos de manera más activa en la gobernanza económica global y llevaremos la globalización económica hacia un rumbo más abierto, inclusivo, equilibrado, de beneficio de alcance general y de ganancia compartida… La humanidad tiene una sola Tierra y un futuro compartido.”
Esta entrada fue modificada por última vez el 13 de abril de 2025 a las 7:24 PM