Si el futbol es solo un simple deporte, entonces la música es solo un ruido y el corazón solo es un órgano. Pero todos sabemos que no es así. Porque el fútbol tiene alma, la música es una mezcla celestial de sonidos y el corazón simplemente mueve el mundo.
Si el Real Madrid es sólo un equipo de fútbol, entonces la Copa de Europa sería un trofeo más en las vitrinas. Pero todos sabemos que no es así.
Porque el Real Madrid no es uno más, es el equipo de fútbol vestido con camiseta blanca que acaba de ganar en Kiev su 13ª Copa de Europa tras imponerse al Liverpool (3-1) y la Copa de Europa no necesita ninguna presentación.
El Madrid triunfó en su competición favorita, que no es nuevo, sino viejo, eterno, lo de siempre. Lo hizo a su manera, con alma, corazón y juego, con el aplomo de toda la vida, como el Madrid por su casa en las finales continentales, con la gloria por bandera porque la gloria en Europa es él.
De fondo, la banda sonora de su vida: We are The Champions.
Convertido en una máquina de ganar, se entronizó por tercera vez consecutiva, por cuarta vez en los últimos cinco años, en la competición más prestigiosa de todas.
Será la hazaña que las futuras generaciones dirán que los más mayores le contaron como se narran las viejas leyendas del pasado, las del equipo inmortal que se marcó el reto de superar lo insuperable, a sí mismo, y lo ha conseguido.
El Madrid dibujó otra vez un partido abrumador e implacable como el gran camaleón que siempre fue, el bicho que cambia de color para jugar su torneo preferido, el eterno burlón que al final saca la lengua.
Fuente: Marca
Esta entrada fue modificada por última vez el 28 de septiembre de 2022 a las 10:40 AM