Recordando las lecciones de la historia

Foto: Cortesía / Con motivo del 80° Aniversario del inicio de la Gran Guerra Patria

(Con motivo del 80° Aniversario del inicio de la Gran Guerra Patria)

Por A.N. Khokhólikov

El 22 de junio de 1941 es una de las fechas más trágicas de la historia de nuestro país. Fue en aquel día que comenzó la Gran Guerra Patria.

La sangrienta guerra contra la Unión Soviética, desatada por el Tercer Reich alemán a pesar del Tratado de No Agresión de 1939, duró 1418 días y terminó el 9 de mayo de 1945 con la victoria incondicional del Ejército Rojo. Nuestras pérdidas humanas ascendieron a 26,6 millones de personas o el 40% de todas las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría eran civiles.

Las metas y objetivos de la guerra relámpago contra la URSS fueron aprobados por Hitler el 21 de diciembre de 1940 en la Directiva No. 21, denominada «Plan Barbarroja». Los ejércitos invasores superaban a los nuestros en número, armas, logística militar y gestión.

El 22 de junio de 1941, la Unión Soviética se encontraba en un estado de aislamiento político desde el exterior por parte de las principales potencias occidentales, las cuales, temiendo el inevitable colapso de sus imperios coloniales como resultado de la revolución socialista mundial, en aquel momento consideraban el nazismo de Hitler como el mal menor para sus ganancias y la lujosa posición de las élites. Una parte de los dirigentes occidentales, hasta el Primer Ministro de Gran Bretaña y los miembros del Congreso de los Estados Unidos, mostraban semioficialmente su interés en el ataque de Alemania contra la Unión Soviética, lo que contribuyó directa o indirectamente (un ejemplo evidente fue el llamado Acuerdo de Munich de 1938 entre los gobiernos de Inglaterra y Francia con Hitler).

Y sin embargo, a pesar de todos estos factores, los alemanes y los ejércitos de italianos, rumanos, finlandeses, eslovacos, húngaros, croatas, austriacos, españoles que llegaron a nuestra tierra con ellos, junto con aventureros de otros quince países europeos, fueron derrotados. Perdieron en el mismo 1941, sin lograr una victoria relámpago, involucrándose en una larga lucha de extenuación. La URSS pudo garantizar la reposición de enormes pérdidas en los frentes mediante la formación de nuevas divisiones, para resistir eficazmente a los invasores, no solo técnicamente, sino también por la fuerza del espíritu del pueblo soviético, que no había sido previsto por el plan de guerra alemán. En particular, ya en 1941 la URSS contaba con nuevos modelos de tanques, aviones, armas automáticas y lanzacohetes múltiples. A medida que se estableció e inició su producción en serie en las fábricas evacuadas a la zona oriental del país, ellos comenzaron a superar los mejores ejemplares europeos y mundiales.

También hubo un fenómeno único de asistencia financiera voluntaria al Estado por parte de los ciudadanos soviéticos y el clero, que donaron dinero, oro y joyas al Fondo de Defensa. La ayuda masiva al frente se convirtió en otro símbolo del hecho de que la guerra se percibía verdaderamente como una guerra de la Patria. En términos sociales, la derrota de 1941, a pesar de toda su severidad, tuvo el efecto contrario: la sociedad llevó a cabo una movilización interna, volviéndose más unida que antes de la guerra.

A la luz de la memorable fecha dolorosa vale la pena mencionar que al principio los pequeños ladrillos de los cimientos de la Victoria fueron puestos por los soldados del Ejército Rojo y los guardias fronterizos, quienes en la madrugada del 22 de junio de 1941 fueron los primeros en enfrentarse al enemigo y comenzaron a costa de sus vidas y lucha a crear la fricción, que devastó la «blitzkrieg» nazi. Así por ejemplo después de la invasión alemana, en la retaguardia de las divisiones nazis que avanzaron al interior del país, la Fortaleza de Brest siguió luchando durante casi un mes hasta el último soldado; la guarnición de la ciudad fronteriza de Peremyshl, frenando el ataque de los invasores, liquidó a 4 mil soldados y oficiales del enemigo, y luego pasó a la contraofensiva. En el sur de nuestro país la Flota del Mar Negro rechazó con éxito las primeras ofensivas alemanas y después los destructores soviéticos atacaron Constanza, la base principal de la flota rumana aliada de la Alemania nazi. Pocas personas saben que los hitlerianos tuvieron la meta de ocupar a la mayor brevedad posible el principal puerto soviético de Murmansk que no se congela en invierno. En tres años los alemanes nunca lograron cruzar la frontera soviética en la cordillera de Musta-Tunturi.

Hasta 1992 el día del inicio de la Gran Guerra Patria no fue una fecha conmemorativa oficial. Según el decreto del Presidium del Soviet Supremo de la Federación de Rusia del 13 de julio de 1992 fue declarado el Día de la Memoria de los Defensores de la Patria. En virtud del Decreto del Presidente de Rusia del 8 de junio de 1996, su nombre se cambió por el de Día de la Memoria y del Dolor.

El 22 de junio, en el territorio de Rusia la bandera nacional está izada a media asta. En las instituciones culturales, en la televisión y en la radio se cancelan eventos y programas de entretenimiento a lo largo del día. Los líderes del país depositan las flores en la Tumba del Soldado Desconocido en Moscú. En este día el pueblo de Rusia llora a todos los compatriotas que defendieron su Patria a costa de su propia vida o fueron víctimas de las guerras.

El precio que se paga por la paz es demasiado alto. Por eso nos resulta inaceptable que las ideas del fascismo, el nacionalismo extremo y la superioridad de unos países y pueblos sobre otros hayan demostrado ser tan persistentes que vuelven a extenderse rápidamente. Hoy en día el neofascismo levanta la cabeza resueltamente en los países bálticos y en Ucrania, hay una ola de glorificación de los cómplices de Hitler, que actuaron como los más brutales e inhumanos verdugos (Bandera, Vlásov), y los veteranos de la Segunda Guerra Mundial son perseguidos y humillados deliberadamente ante los ojos de la joven generación.

Una fama triste tiene la campaña para desmantelar el monumento al Guerrero-Liberador soviético en la capital estonia Tallin y el monumento al Mariscal I. Konev en la ciudad checa de Praga, gracias a quien esta última no fue borrada de la faz de la tierra y conservó su aspecto histórico. Es en Polonia, que en 1938 siendo aliada del Tercer Reich, lo respaldó en agresión contra Checoslovaquia, pero después fue atacada a traición por los mismos alemanes, en Polonia, que fue liberada por el Ejército Rojo junto con el cual en 1945 los polacos llegaron hasta Berlín, donde en los últimos años han destruido y profanado más de 420 monumentos y enterramientos de soldados soviéticos y sus compañeros de armas del Ejército polaco. Cabe mencionar, que en los combates por la liberación de Polonia cayeron unos 600 mil soldados del Ejército Rojo.

En este contexto merece un respeto especial la actitud cuidadosa de la Alemania moderna y varios otros países de Europa Occidental a las numerosas fosas comunes de los soldados soviéticos en su territorio.

En Rusia entendemos muy bien en qué pueden desembocar todas las tendencias destructivas mencionadas. Apreciamos mucho la contribución a la Gran Victoria contra el fascismo de cada nación-participante en la coalición anti-Hitler, de cada pueblo, que lucharon contra la “peste marrón”. En el marco de las sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Rusia promueve incansablemente la Resolución para combatir la glorificación del nazismo, contra la cual los Estados Unidos de América y Ucrania han votado durante varios años consecutivos.

El 22 de junio de este año conmemorativo realizaremos unos actos solemnes para rendir homenaje a todos los triunfadores, caídos y sobrevivientes, de la Gran Guerra Patria. Estoy absolutamente seguro de que conocer la verdad histórica y honrar la memoria sagrada sobre esa terrible guerra es necesario no para los muertos, sino para nosotros, quienes vivimos ahora, y para aquellos que vendrán después de nosotros, en aras de un porvenir pacífico y próspero. Al recordar las lecciones de la historia, nos comprometemos a alertar a las generaciones presentes y futuras contra el peligro de repetir los errores perniciosos para prevenir nuevas tragedias globales y mantener el cielo tranquilo para ellas.

*A.N. Khokhólikov es Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la República de Nicaragua y concurrente en la República de El Salvador y la República de Honduras.