Muchas son las voces que resuenan, y se cuelan entre las grietas de la memoria de Nicaragua, evocando a aquella leyenda de las Grandes Ligas que un día conectó su hit número tres mil en el gran terreno de juego, y al poco tiempo se le vio emprender aquel eterno vuelo.
Murmuran que ese astro llevaba personalmente un cargamento de ayuda humanitaria a familias de Managua que estaban bajo escombros y sufrimiento tras el terremoto del 23 de diciembre de 1972, hace 43 años.
Apenas unas semanas antes, lo vieron aquellos grandes hombres sonreír, en aquel mundial inolvidable, histórico, permanente en la memoria. Estaba allí Clemente, en el Campeonato Mundial de Béisbol Nicaragua Amiga 1972, saludándolos a todos los de la Liga Nacional, tal como si fueran amigos de vieja data. Abrazos, apretones de mano. Estaba allí Clemente, y tiempo después, supieron de la mala noticia. Clemente se había precipitado al mar, venía a bordo de ese avión, con aquella ayuda para el pueblo de Managua, para el pueblo que había quedado bajo tierra y viejos edificios derruidos. Para el pueblo que estaba bajo la bota de Somoza, y que la Guardia de Somoza le estaba robando todas las donaciones internacionales, y por eso estaba allí Clemente, para entregar personalmente la ayuda. Para salvarlos del terremoto Somocista.
Clemente está en la memoria. Clemente, nos daba consejos a todos, destaca Rafael “El Capi” Obando. Casi escarbando en ese baúl de recuerdos. El Capi, ese hombre impostergable y mejor segunda base de todos los tiempos, sabe lo que simbolizó aquel astro puertorriqueño insuperable. Poco antes de su partida física, los había felicitado a todos por su contundente triunfo ante Cuba. Era el gran tiempo de los grandes como César Jarquín; Calixto Vargas; Vicente López; Pedro Selva, Dennis Martínez, Antonio Chévez, Julio Juárez, Oswaldo Mairena, Sergio Lacayo, y muchos otros grandes.
En el día de su muerte se les cayó la cara de tristeza. Sigue escarbando El Capi. Sus uñas se tuestan en ese baúl, donde desgarradamente va encontrando fotos y fotos de la memoria. Fue una situación dolorosa saber que venía para Nicaragua, y su avión se había precipitado a los pocos metros de volar. “Le habíamos tomado gran cariño”. “Cuando nos dimos cuenta que él estaba muerto, todos nos pusimos apesadumbrados. Para nosotros, los de la Liga, fue un gran golpe, como la muerte de un padre. A medida que pasó el tiempo, nos dimos cuenta que era una realidad”, asegura la leyenda nicaragüense.
En ese tiempo. El tiempo de la dictadura, el tiempo del régimen somocista. Todo se perdía, rememora El Capi. La ayuda internacional, las donaciones destinadas al pueblo ‘terremoteado’ de Managua, se perdían. Incluso, los de la Liga, estando en Estados Unidos, decidieron hacer recolectas para enviarlas a Nicaragua, las enviaron en un barco que nunca llegó, o barco que fue desviado por la G.N. Por eso también el caribeño quiso traer la ayuda personalmente, y no permitir que los víveres fueran robados.
“En medio de su grandeza, era un hombre muy humilde, Clemente. Así lo explica El Capi. Entonces lo recordaban como si fuera ayer, le conocían el corazón. Si algo tenían los de la Liga de Béisbol Nacional de Nicaragua, es que le conocían ese corazón grande a Roberto. Y eso no tenía precio, por eso sigue vivo, asegura El Capi, quien además, reconoce el esfuerzo del Presidente Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, por honrar su memoria al haber construido un Estadio Infantil en el corazón de Managua, con el nombre del Grandes Ligas.
Entre esas líneas de aquella historia imborrable, El Capi se ve como un joven de 22. Era el Primer Bate y la mejor segunda base del mundo, y Roberto Clemente estaba allí, frente a él; le habló con entusiasmo de cuán disciplinado era el equipo de Nicaragua; y sobre la vitalidad que mostraban en el terreno de juego, y les decía a todos que eran como embajadores del deporte, porque el mundo entero sabía quiénes eran, por sus méritos.
Sin duda alguna, una de las grandes figuras del béisbol de Latinoamérica y el Caribe. El más grande jugador, pero más allá de eso, un ser humano con una sensibilidad enorme. Así lo proyecta el gran Calixto Vargas, quien también participó en el histórico Mundial del 72.
Sus páginas de la memoria, lo ven siempre apresurado en el campo, asistiendo a algún jugador lesionado. Por eso, lo considera un natural quiropráctico, una característica que se le atribuye a su lado humanista, siempre pendiente de las necesidades y dolencias del prójimo.
“En la Serie Mundial, lo saludé. Era lógico saludar a un astro como él, y le hice algunas preguntas”, revela. En ese momento, cuando estaba peleando el Campeón Bate de la Serie Mundial, Calixto va hacia el puertorriqueño, y le pregunta qué tenía que hacer para mejorar su bateo. Clemente se puso a sonreír, y le preguntó si le tenía medio a los lanzadores; y Calixto le dijo que no. Entonces Roberto le sugirió ser agresivo con el bate, no dejar que le picharan ‘finito’. Lo importante es hacer buen contacto con la pelota. Y no permitir que te pichen demasiado. Y esto fue algo que le hizo mejorar enormemente a Calixto, quien asegura haber capitalizado este consejo.
Aunque apenas tenía unos pocos años, Nemesio Porras, dice también tener muy buenos conocimientos sobre esa intensa vida de Roberto Clemente, a quien lo ha estudiado mucho sobre todo por ser un pelotero completo, bateando, lanzando y ‘fildeando’.
“Hacía unas jugadas espectaculares con una facilidad increíble. Fue un hombre que llegó a los tres mil hits. Y un ejemplo fuera del terreno de juego”, asegura Porras, no dejando fuera el hecho que la estrella de los Piratas de Pittsburgh brillará por ser un gran defensor de los derechos humanos de los latinoamericanos.
Naturalmente que es de esas pérdidas que no tienen reemplazo. No hay un repuesto para Roberto Clemente, asegura Nemesio. Y en este sentido, explica que este pueblo nicaragüense está sumamente identificado con el Grandes Ligas, y un ejemplo de ese importante lazo, lo hace ver el gesto del Comandante Daniel Ortega, quien se ha preocupado por mantener vivo el legado de Roberto.
“Nuestro Gobierno no solamente ha hecho un Estadio con nombre de Roberto Clemente, y ha impulsado torneos para que se viva nuestro deporte, que es lo que Roberto amaba. En Nicaragua, el Presidente Daniel ha ayudado incondicionalmente nuestro béisbol menor en todos los niveles. Desde los niños de 5 y 6 años; hasta los que tienen 17 y 18”, destaca.
Incluso grandes deportistas como Arturo Bone, uno de los mejores billaristas en la historia de Nicaragua, tiene claro ese legado de Clemente enraizado en la idiosincrasia de este país. Sabe que tras su notoria participación como líder de la selección puertorriqueña en el Mundial de 1972, Clemente se enamora de esta gente, quien sin lugar a dudas la acogió en el seno de su historia.
Son 43 años, y Roberto Clemente sigue vivo, asegura el cronista deportivo y Vicealcalde de Managua, Enrique Armas. Sigue vivo en el corazón y en la memoria de cada nicaragüense. Y siempre, en esos grandes encuentros del deporte rey, donde debaten y charlan las leyendas vivas nicaragüenses, retoman a Clemente, y recuerdan a aquel hombre que un día decidió emprender un vuelo más allá del cielo; aquel astro que decidió volar, aún suspendiendo sus vacaciones de Navidad, para llevar un poco de amor a Nicaragua, para llevar su ayuda humanitaria a damnificados, esos que hoy han levantado un monumento en sus corazones y saben que aquel avión no cayó en el mar, sino en sus brazos, donde hoy lo acogen infinitamente.
Esta entrada fue modificada por última vez el 31 de diciembre de 2015 a las 11:38 AM