En memoria del hermano Carlos Salgado Gómez.
Por: Edwin Sánchez
I Acontecimientos extraordinarios, demandan actitudes extraordinarias. Palabras alzadas. Grandeza de espíritu. Hechos sin antecedentes. Colosales. Nunca vistos en Nicaragua. Universidades esparcidas, saberes desparramados en el país del mayor Granero de Centroamérica.
Soplos agrarios y alientos de Desarrollo. Ciencias, cultura, economía…Independencia. La mediocridad quedó en el pasado. Lo rupestre ya no tiene que ver con el país. La bajeza menos. “Paisito”, decía, rumia, la piara de prosaicos en la porqueriza de la traición.
Hijos de casa, hígados de la insignificancia visceral, durante la nefanda procesión oligárquica del subdesarrollo, felices cargaban en su peana mental, el oprobio, el atraso visto como una inveterada tradición, el no-podemos…
Ah, y la boca abierta de estos “refinados” —abolengos and Company de sobrados e igualados— dedicada a otros países, y su ilustre baba, en chorreado homenaje, para personajes como Don Francisco, Don King, Raúl Velasco y, en el colmo de los colmos, hasta Vicente Fox.
Cundía en ellos y ellas, el no ser nicaragüenses, y se hundían en el ingrato deseo de ser de otro país, avergonzándose de haber nacido en este Pedazo de Cielo que cantara don Tino López Guerra. Su Country Club valía más que Nicaragua.
Irrespetaban, como racistas que son, al pueblo de Haití, tachándolo como lo “peor”, y comparaban Nicaragua con “el último lugar”, atribuido a esa excolonia francesa que comparte la Isla de La Española con República Dominicana.
Así maldecían a la nación de Rubén Darío, los faros apagados de la “democracia” con código de barras, los que figuran en las lucrativas nóminas del odio contra Nicaragua.
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Los que socavaron desde terribles edades la fortaleza de la Patria del General José Dolores Estrada, con la atrofiada subcultura del rechazo inclemente, permanente, sin cuartel, a su propia nación… Y a los nicaragüenses, de quienes no se sentían parte, porque también se creían importados…
Esos que eran, y son, los pretéritos sin méritos patrióticos, parásitos de los erarios extranjeros, que nunca fueron hitos en la Historia, sino, ante Nicaragua y la Humanidad, ÍRRITOS: “Inválido, nulo, sin fuerza ni obligación” (RAE).
Ser ordinario, hablar como ordinarios, soñar lo ordinario, nada tiene que ver con la arquitectura dariana que hoy es el sello de la ardua hazaña de erigir el Siglo XXI en Nicaragua.
Atrás quedaron los siglo-XX del malinchismo, del entreguismo, del servilismo, la incuria, la indignidad, el desprecio de clase a la población: los ególatras del establishment, las inútiles alcurnias, y otras taras oligarcas, y otras incompetencias tullidas del alma que se arrastran en las alfombras rojas del mal, y otras más de estolas con colas, todas “ocas del cenegal”.
Estamos en la espléndida edad de la recuperación de la autoestima nacional. De esto hablamos. Del Espíritu Heroico en toda su Nicaraguanitud.
Patria Libre de lo grotesco, de lo espantoso, del mal gusto, de lo banal, del sometimiento, de la insidia, del rencor, del rentable arrendamiento de miserias humanas al precio de los denarios de Judas: los desvergonzados sicarios…
Patria Libre de los heráldicos Escudos de Almas en Cuclillas y los infaltables cipayos que rinden culto a los que se creen dueños del mundo, propietarios de la Verdad, rectores de la Democracia, capataces de los derechos humanos y patrones del género humano.
II Pueblo, la palabra es tuya. Nicaragüense bien hablado que los ripios entronizados no lograron convencer ni mucho menos vencer. No eres eco, repetición, sombra sonora de los poderosos. Son tus bondades las que levantan la República…
Memorias del Viento que arrasan lo que no merece ser recordado: el maligno destino que llevábamos. Somos Voluntades Únicas que armonizamos con la Palabra del General Sandino… Ejemplo, Gloria y Trayectoria de los Nuevos Tiempos:
Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y el nervio de la raza, los que hemos vivido postergados y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de alta traición: los conservadores de Nicaragua que hirieron el corazón libre de la Patria y que nos perseguían encarnizadamente como si no fuéramos hijos de una misma nación.
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Porque ya nada quedó en pie del torpe discurso conservador ni en el XX ni en el XXI. Sandino, Palabra de Todos.
Ninguna zalamería al injerencismo que a los mismos honorables congresistas del Capitolio les daba pena ajena, sí, vergüenza de ver cómo se comportaban los viejos lacayos de alcurnias e infames filibusteros caitudos, que ahora reciclan, repiten, copian, quieren y gritan, claman y reclaman:
¡Nicaragua volverá a ser República… Bananera! Mas, ahí está Sandino… Palabra fresca, vigorosa, limpia, creativa del Ser Nicaragüense…
Es el manifiesto literario de la Libertad, fechado el primero de julio de 1927 en San Albino. La insigne y bella Palabra contra la grandilocuencia de los mercaderes, la retórica seca, la democracia reseca, las imposturas de la intelectualidad, las ínfulas de la llamada ciudad letrada, la élite arrastrada…
Porque el Niquinohomeño era de un elevado pensamiento… Una ideología en sí, americana, indohispana, extendida, plural, íntegra… El Revolucionario, el General, el Pensador, el Estratega Militar, el de las emblemáticas proclamas, cartas, Partes de Guerra, Declaraciones. Los muchos hombres y talentos y virtudes en un solo nombre:
Augusto César Sandino o El INVICTO de Las Américas.
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Palabras de Dignidad Nacional. Festejos del Albor. Revelación del Amor. Este es el Pueblo de Sandino. Pueblo eres, no devoto de apestosas idolatrías decimonónicas que entumecieron el siglo XX y nos redujo en los ayeres de infierno a ser un mísero patio trasero.
Es el Sandinismo siglo XXI: la Palabra de todo un Pueblo. Que así vamos y no olvidamos. Sabemos de qué penumbrosos calendarios vinimos y también sabemos hacia qué resplandecencias infinitas avanzamos… Y ahí andamos, y si algo dormimos es para soñar estas realidades en marcha bajo los Plenilunios del Porvenir…
Sobre todo cuando otras oscuridades se ciernen en el planeta, además de las guerras, y sus poderes se dan el lujo de entrecomillar, como algo anticuado, desfasado y religioso, “los valores familiares tradicionales”, que constituyen, el padre, la madre y los hijos y las hijas: la FAMILIA, CIMIENTO de la NACIÓN.
Plenilunios para izar, en cada amanecer, Lábaros de Luz en la oscuridad, y sacar del crisol de las Páginas Fatales de la Historia, el Bien en alto del Azul-Blanco-Azul cobalto sobre el mal…
Lado a lado con los instrumentos del primor con que caminamos tierra adentro de la esperanza, que ya es del color del Honor Nacional, bajo el oro atareado del nicaragüense Sol.
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III En el pasado nos acostumbramos a la responsabilidad de los que estaban frente a los micrófonos de una radioemisora, en especial, y de la televisión y la prensa escrita.
Ellos no eran de marte ni mucho menos del miércoles. Eran del pueblo. Gente buena, inteligente, que lo dio todo… Lo que se decía era dicho con estilo, elegancia, excelente voz y dicción, y ninguna grosería.
Eran los grandes tiempos de la radiodifusión nicaragüense, cuando al frente de aquellos consagrados elementos del arte, y también del periodismo, estaba el Maestro Julio César Sandoval: todo un magisterio nacional.
Nunca escuchamos nada fuera de tono, pero… ¿quién, sabiendo de su preciosa voz como Naraya Céspedes, Blanca Amador, Sofía Montiel, Carmen Martínez, Pilar Aguirre, Aura María Ruiz, Martha Cansino, Cela Lacayo, Susan Mendoza, Marlene Arévalo, Esperanza Román… —todas mujeres de calibre—, iban a engrandecer los desperdicios y permitir que lo safio inundara y corrompiera el espectro radioeléctrico?
Las “malas palabras” o “mal sonantes”, diría el académico Francisco Arellano (q.e.p.d.), estaban fuera de las cabinas de locución, del Cuadro Dramático, de los programas de complacencias, de los espacios de comentarios, de los radioperiódicos…
Entonces, la Amplitud Modulada era una escuela al alcance de un clic. Los que querían hacer carrera en la radio se preparaban y daban lo mejor de sí. No existía la chabacanería, el mal uso del idioma.
Tampoco había insultos, injurias contra la honorabilidad de las personas. El gran Otto de la Rocha, que era el pueblo mismo, llevó a la emisora, a mediados de los años 70, el término que suavizaba una palabrota, y más bien dotaba de gracia: diaca.
El “ve que diaca” se popularizó. El artista jamás irrespetó a los radioescuchas. Sería en los 90 cuando introdujo otro vocablo, que lo escuchó a un paciente, mientras era atendido en un hospital capitalino: “Chanchadal”.
La expresión se volvió de uso nacional, para referirse a personas que hacían ilícitos, acciones malintencionadas u otro tipo de cosas reprobable, o bien una manera jocosa de hablar de alguien inquieto, pero no abusivo: “ahí anda haciendo chanchadales el hombre”.
La creatividad y el talento de Otto fue tomado en cuenta nada menos que por la autoridad que rige nuestro idioma: la Real Academia de la Lengua Española. La institución incluyó la palabra al léxico continental, en el Diccionario de Americanismo, pero sin acreditar…
Chanchadal:
- 1. m. pl. Ni. Relaciones sexuales entre parejas. Despec. (tivo).
- 1. m. Ni. Cúmulo de desaciertos de alguien, en especial de un funcionario.
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Esto es apenas un buen ejemplo de lo que hombres y mujeres, con acceso a las radiodifusoras, se cuidaban en hacer, para cultivar, y cautivar con sus voces, a los oyentes.
No es de balde que Nicaragua sea la Casa de poetas y escritores de la talla de Rubén, Salomón de La Selva, Alfonso Cortés, Ana Ilse Gómez, Carlos Martínez Rivas, Pablo Antonio Cuadra, Tomás Borge, María Teresa Sánchez, Leonel Rugama, Rosario Murillo, Jorge Eduardo Arellano…
Y de la grandiosa Palabra de Sandino…
Los malhablados y los patanes, los insalubres pues, no pasaban del umbral de la radio, que era también la puerta abierta de los hogares nicaragüenses.
En el dial, día a día, reverberaba el ideal.
Nadie había convertido al medio por excelencia de la comunicación, en un muladar acústico.
Hasta que…
Esta entrada fue modificada por última vez el 22 de septiembre de 2024 a las 7:52 PM