Se fueron como perros con la cola entre las patas

Imagen Archivo - Referencia / Portada de Magazine.

Por, Stalin Vladímir.

Los yankis les hacen la vida imposible y maltratan a los inmigrantes, esas personas humildes que llegan al imperio buscando el tal «sueño americano». Pero reciben hasta con alfombra roja a sus lacayos: los delincuentes, la basura, la peor calaña, asesinos, tranqueros, golpistas, sicarios digitales, mercenarios, violadores, terroristas… en fin, toda la podredumbre de la que aquí nos deshicimos.

El pueblo está en palco, en primera fila y sentado cómodamente en una butaca, tomándose una bebida bien fría y saboreando unas palomitas de maíz.

Desde aquí, somos testigos de cómo se hace justicia. Todos aquellos que violaron, mataron, robaron, incendiaron, destruyeron, torturaron, secuestraron, causaron terror, ensangrentaron y provocaron tanto dolor en nuestro pueblo desfilan y se van uno a uno, por montón, por docenas y hasta de ipuegüe. Los vemos subiéndose al avión como «perros miserables con la cola entre las patas».

Se van sin patria, sin nacionalidad, condenados moral y penalmente, con un largo expediente sangriento. Sin derecho a optar a cargos públicos, sin poseer un registro, ni poder llamarse nicaragüenses. Se van despreciados y aborrecidos por nuestro pueblo, se fueron por la puerta de atrás de la historia. Se fueron, se van y se seguirán yendo, como las ratas que toda su vida han sido y seguirán siendo.

Podrán desde afuera ladrar y vociferar que ganaron y que el Estado de Nicaragua perdió. Pero en realidad, por mucho que pretendan maquillarlo y disfrazarlo con sendas campañas de mentiras y consignas trilladas, no pueden borrar la bofetada recibida a sus pretensiones golpistas. No pueden borrar de la mente y la vista de este pueblo que los está viendo cómo se están yendo, aplastados por la razón, la verdad, la paz, el amor, la justicia divina y la justicia terrenal.

Se multiplicaron en cientos de pequeños William Walker y pretendieron gobernar a Nicaragua a punta de fuego y plomo, pero los derrotamos.

Querían convertir a Nicaragua en un botín para entregárselo en bandeja de plata a sus amos, los yankis, enemigos de la humanidad. Pero salieron trasquilados y ahora no tienen ni patria ni un palmo de tierra que ofrecerles.

Pusieron unos adoquines y nos impidieron el paso por unos meses, pero este pueblo les puso de por vida una piedra gigante que se convirtió en su lápida. Aquí, un voto de los verdaderos nicaragüenses nunca lo tendrán. Pidieron sanciones, agresión militar, bloqueo, aislamiento internacional, ruptura de acuerdos, suspensión de financiamiento, cooperación y préstamos, pero al final nada de eso les sirvió.

Aquí estamos, firmes, con la frente en alto, llenos de tanta dignidad que a ustedes tanta falta les hace. Este país sigue con su crecimiento económico, las exportaciones ahora son más, la vista puesta en nuevos mercados. La producción, el trabajo, la paz, la seguridad, la salud y la vida son tantos motivos por los cuales celebrar.

Aquí no vengan, aquí no regresen, esta tierra santa de lagos y volcanes no les pertenece. Pero de todas formas, aunque lo pretendan, no pueden, porque ustedes son nada, son nadie, no existen, no tienen patria, son zombis políticos y pobres criminales. No tienen nada y aquí no pasarán.

Quédense con su odio, quédense con los dólaritos que les da como paga el imperio por convertirlos en sus sicarios, en sus mercenarios. Quédense con la vergüenza, quédense con la humillación. Quédense arrodillados y estiren más la lengua de trapo para que lustren y saquen brillo a las botas del yanki invasor, que nuestro general Sandino derrotó.

Ese mismo yanki que, cuando ya no los necesite, abrirá los ojos y se dará cuenta de que ustedes, opositores golpistas, son simplemente muertos insepultos y figuras desfiguradas. Les dará una patada en el trasero y serán condenados, como el judío errante, a vagar por la tierra, pero peor aún, sin patria y sin nada.

Mientras tanto, aquí sigue el pueblo trabajando y triunfando de la mano de Dios, de Daniel y de Rosario.

Ah, pero tampoco nos perderemos la oportunidad de seguirlos viendo desfilar y arrastrar las patas cuando se van, cuando suben las escalinatas del avión, y se pierden en el aire. Se fueron y se van como «PERROS CON LA COLA ENTRE LAS PATAS».

Esta entrada fue modificada por última vez el 9 de septiembre de 2024 a las 12:03 PM