Tras 200 días de feroces combates, las tropas de la URSS derrotaron y obligaron a rendirse a uno de los más preparados ejércitos alemanes apoyados por tropas de varios países satélites. Informó la cadena de noticias internacional RT
Un día como hoy de hace 80 años, el Ejército Rojo derrotó a las tropas alemanas cercadas en la ciudad soviética de Stalingrado (hoy Volgogrado), poniendo fin a los 200 días que duró la batalla de Stalingrado, la mayor de la historia, que marcó el principio del fin de la ofensiva hitleriana en territorio soviético.
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Con motivo de este aniversario, el Ministerio de Defensa de Rusia ha lanzado una sección histórica en su sitio web que recoge algunos documentos de su Archivo Central sobre los momentos clave de ese crucial episodio en la historia de la Segunda Guerra Mundial.
El desenlace de la batalla, fechado el 2 de febrero de 1943, vino precedido de una serie de derrotas de cuatro ejércitos de Rumanía, Hungría e Italia, países satélites de la Alemania Nazi en esa contienda, que también participaron en la batalla hasta diciembre de 1942. Sin embargo, el derrotismo ya se traslucía en las cartas y diarios de los oficiales alemanes en los meses anteriores a la contraofensiva del Ejército Rojo.
Uno de ellos, perteneciente a la 79.ª división de Infantería de la Wehrmacht, anotó en su agenda el 23 de octubre de 1943:
«Stalingrado aún no ha sido tomada. Luego la apodarán ‘la Verdún’ de esta guerra. La lucha por Stalingrado ha durado más que [toda] la guerra contra Francia. Mi estado de ánimo de nuevo decae».
El mismo oficial escribió días después: «A veces caigo en la desesperación, pero lucharé, por supuesto, contra este maldito sentimiento».
A continuación, al mismo oficial le asalta la idea de su futura responsabilidad por lo que él y otros invasores estaban haciendo con el pueblo soviético:
«A veces pienso que tal vez algún día mis hijos puedan correr el mismo destino que muchos rusos».
La suerte de los propios soldados y oficiales de la Wehrmacht siempre estuvo en el frente de Stalingrado. Ya en los primeros días de combates en las calles de la ciudad, la 13.ª División de Fusileros de la Guardia, que tomaba parte en la defensa de la ciudad ocasionó 2.000 bajas a las tropas de Hitler, destruyó 18 tanques, 30 autos y hasta 50 carros de tracción animal con alimentos y municiones, según reportó el mando político del Frente del Sudeste el 22 de septiembre de 1942.
Las pérdidas totales de la Wehrmacht y otros ejércitos de los países del Eje llegaron a un millón y medio de personas (entre muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros). La cifra equivale a casi la cuarta parte de todas las fuerzas que esta coalición había desplegado en el Este. Los defensores de Stalingrado también sufrieron numerosas bajas, que rondaron 480.000 efectivos.
Prioridad y secretismo especiales
Desde el principio de la ofensiva de Hitler en dirección al curso bajo del Volga, el Cuartel General Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS priorizó la defensa de Stalingrado entre todos los teatros de operaciones. Una orden del ente, encabezada por Iósif Stalin, indicó que «la defensa de Stalingrado y la derrota del enemigo que se dirige desde el oeste y el sur hacia Stalingrado tienen una importancia decisiva para todo nuestro frente soviético».
Con el objetivo de garantizar el máximo secretismo durante la planificación de operaciones, el mando soviético recurrió a la codificación especial de los apellidos de los responsable de la toma de decisiones y la dirección operativa. Así, el propio Stalin se convirtió en ‘Vasíliev’, mientras que el futuro ‘mariscal de la Victoria’, el entonces general Gueorgui Zhúkov pasó a ser ‘Konstantínov’.
El 3 de septiembre de 1942, Stalin retiró a Zhúkov del Frente del Oeste y le encargó un día después preparar una «aceleración del ataque para impedir la caída de Stalingrado». Poco después comenzó la contraofensiva de un grupo de tropas que contuvo al enemigo en las estepas del Don —donde las tropas hitlerianas habían roto la defensa soviética— obligándolo a concentrar fuerzas en la zona de la contraofensiva, sustrayéndolas de la línea del ataque principal, que era Stalingrado. La operación frustró los planes de una toma rápida de la urbe, que contaba entonces con una población de casi un millón de personas y de la que solo la tercera parte de civiles habían sido evacuados.
El 15 de noviembre, ‘Konstantínov’ recibió un telegrama de Stalin que le concedía la autonomía en la toma de decisión sobre «la reubicación de Fiódorov e Ivanov» en el rango de dos días antes o después. ‘Fiódorov’ era el nombre en clave de Nikolái Vatunin, líder del Frente suroccidental, mientras que ‘Ivanov’ era el comandante Andréi Yeriómenko.
Con el término ‘reubicación’ se quiso designar una contraofensiva de dos frentes al norte y al sur de Stalingrado que la historia conoce como la operación estratégica ‘Urano’. Después de 80 minutos del implacable fuego de artillería, ‘Fiódorov’ comenzó la ‘reubicación’ el 19 de noviembre y un día después atacó ‘Ivanov’.
Baja moral y autolesiones
Además de las enormes bajas, los documentos guardados en los archivos ponen al descubierto el aumento de casos de congelamiento de extremidades entre los militares alemanes durante la batalla. Muchos casos estuvieron «relacionados con autolesiones deliberadas», según reveló un orden del mando de la 371.ª División de Infantería. De esa forma, los soldados alemanes buscaban desesperadamente el modo de escapar del cerco a bordo de un avión de transporte que solo evacuaban a los heridos de gravedad.
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La derrota y el rendimiento de las tropas alemanas en Stalingrado propició una caída de la moral en el personal, como quedó reflejado en un pequeño sondeo anónimo realizado entre los prisioneros de guerra alemanes.
Según los resultados, sacados ahora de los archivos, solo cinco de los 100 encuestados estaban convencidos de la victoria de Alemania, mientras que otros 43 contestaron que la URSS ganaría y 12 evocaban una victoria conjunta de rusos, británicos y estadounidenses en la contienda.
El ‘caldero’ y el ‘anillo’
En cuestión de varios días desde el comienzo de la contraofensiva, el 6.º ejército del general alemán Friedrich Paulus y parte de los ejércitos rumanos, italiano y húngaro fueron rodeados y embolsados por las tropas soviéticas en el así llamado ‘caldero’ (‘kessel’ en alemán). Un total de 22 divisiones que sumaban entre todas más de 300.000 efectivos habían quedado atrapadas.
Adolf Hitler no permitió que Paulus retirara sus tropas hacia el oeste y le ordenó resistir «a cualquier precio» en la ciudad, el 80 % de la cual estaba ocupada por los alemanes para finales de octubre. En diciembre, el grupo de ejércitos del Don de la Wehrmacht emprendió un último intento de desbloqueo del 6.º ejército, pero la operación fracasó, mientras que el mando soviético activó un plan para su destrucción.
En el marco de la llamada operación ‘Koltsó’ (‘Anillo’ en ruso), las fuerzas del enemigo cercado fueron divididas en dos grupos, quedando el del sur bajo el mando directo de Paulus. El general informó a Hitler el 24 de enero de 1943: «La derrota es inminente. Para salvar a quienes aún quedan vivos, el ejército le pide permiso para rendirnos». El Führer se lo prohibió e insistió en la resistencia hasta el último soldado, orden que el grupo sur no cumplió, dejando de resistir el 31 de enero.
El grupo norte continuó combatiendo en los barrios urbanos completamente destruidos hasta el 2 de febrero, cuando 40.000 soldados y oficiales depusieron las armas y se entregaron al Ejército Rojo.
Al final de esa jornada, el coronel general Konstantín Rokossovski, al mando del frente del Don, y un representante del Cuartel General Supremo, el mariscal de artillería Nikolái Vóronov, comunicaron a Stalin: «En cumplimiento de su orden, las tropas del frente del Don completaron a las 16:00 (hora local) del 2.02.43 la derrota y eliminación de la agrupación de Stalingrado del enemigo. A raíz de la destrucción completa de las tropas cercadas del enemigo, las acciones bélicas en la ciudad y en las afueras de Stalingrado han terminado».
Esta victoria hizo que la iniciativa estratégica pasara completamente al mando político-militar de la Unión Soviética, creando las condiciones para una ofensiva general del Ejército Rojo.
Esta entrada fue modificada por última vez el 2 de febrero de 2023 a las 11:07 AM