La iglesia católica se ve sacudida por el descubrimiento de centenares de miles abusos sexuales contra menores, cometidos por los religiosos y sacerdotes franceses en los últimos 70 años, y el papa Francisco expresa su dolor y vergüenza.
En 2018 dos instituciones eclesiásticas francesas, la Conferencia episcopal y la Conferencia de religiosos y religiosas, encargaron a la Comisión independiente sobre los abusos sexuales en la Iglesia católica (CIASE) un informe sobre los crímenes de pedofilia, cometidos por los religiosos, desde 1950, en el país.
El 5 de octubre la CIASE presentó el fruto de un trabajo de casi tres años: un documento de 2.500 páginas que dejó perplejos no sólo a los obispos franceses, sino a toda la jerarquía de la Iglesia católica, incluido el sumo pontífice.
Los investigadores de la CIASE establecieron que, en los últimos 70 años, entre 2.900 y 3.200 curas y religiosos franceses —muchos de ellos ya fallecidos— cometieron abusos sexuales contra unos 216.000 menores de edad, una cifra que crece hasta los 330.000, si se toman en cuenta “los agresores laicos que trabajan en las instituciones eclesiásticas”.
Según precisó la Comisión, estas cifras tendrían un margen de error de 50.000 personas, al no tratarse de datos precisos, sino de una estimación estadística, calculada en base a los 6.500 testimonios de las víctimas o sus parientes, interrogados por la CIASE, y a los materiales de archivos.
Las conclusiones de las investigaciones de la CIASE son impactantes: con un total de 115.000 sacerdotes o religiosos censados en Francia entre 1950 y 2020, resulta que casi el 3% de ellos eran pedófilos.
No solo en Francia…
“Para mí lo más tremendo fue ver el mal absoluto, la violación de la integridad física y psíquica de los niños, una obra de muerte perpetrada por personas que tienen la misión de traer vida y salvación”, compartió sus emociones el presidente de la CIASE, Jean-Marc Sauvé, al presentar el informe al público.
Sin embargo, el caso de Francia no es el único. Una investigación de menor envergadura, llevada a cabo en Alemania en 2018, estableció que entre 1946 y 2014 casi 3.700 niños sufrieron abusos sexuales de parte de sacerdotes católicos. La ONG norteamericana Bishop Accountability recogió miles de testimonios de casos similares en EEUU, donde más de 6.000 curas fueron denunciados por acoso sexual.
En Australia una comisión de investigación destapó casi 5.000 crímenes de pedofilia cometidos por clérigos católicos entre 1950 y 2010, mientras en Canadá en junio de 2021 fueron hallados 761 cuerpos, infantiles en su mayoría, cerca de un colegio gestionado por curas.
Y no solo menores
Los abusos no se limitaban sólo a menores. En febrero de 2021 el diario Il Fatto Quotidiano publicó una entrevista con una monja italiana que decidió dejar el hábito por las molestias sexuales que sufría. “El padre provincial trató de violarme muchísimas veces y acosó a muchas otras monjas. Bastaba quedarse sola en una habitación para que él volviera a intentarlo”, relató.
Según el rotativo, este fenómeno vergonzoso está muy difundido, pero, igual que en el caso de la pedofilia, la Iglesia hace de todo para que las monjas acosadas callen: “Las madres superioras las apoyan muy raramente, incluso se convierten en cómplices de abusadores, aceptando enviar a las monjas ‘en misión’ a los curas que lo solicitan”.
Reacción de la Iglesia
Según indicó Jean-Marc Sauvé, la Iglesia manifestó “hasta principios de los años 2000 una indiferencia profunda y total, incluso cruel hacia las víctimas”, a las que “no se les escuchaba, considerando que contribuían un poco a lo que les pasaba”.
En los últimos años la actitud de la Iglesia está cambiando, como demuestra la reacción inmediata del papa Francisco a la investigación de la CIASE: “Deseo expresar a las víctimas mi tristeza, mi dolor por los traumas que sufrieron y también mi vergüenza, nuestra vergüenza por la incapacidad de la Iglesia de ponerla en el centro de su preocupación”.
El Vaticano anunció que examinará atentamente el informe para tomar las medidas necesarias. Por su parte, los obispos franceses están creando un sistema de contribuciones financieras para las víctimas, que debería empezar a funcionar desde 2022.
Sin embargo, la enorme cifra de abusos cometidos por los sacerdotes y religiosos católicos contra menores y monjas indica que se trata de un fenómeno sistémico. Las compensaciones a las víctimas son un paso en la dirección justa, pero la Iglesia debería tomar medidas más radicales para erradicar la plaga de los abusos sexuales, que, además de tener un impacto nefasto sobre las víctimas, también destruye la reputación de los curas y religiosos en los ojos de los fieles.